CAPÍTULO 47

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Faith.

Un cosquilleo en la frente hace que me remueva en el colchón y al abrir los ojos me veo rodeada por unos fuertes brazos. Frunzo el ceño, un poco desorientada, pero sólo me hacen falta dos segundos para darme cuenta de que son los brazos de Can. Levanto la mirada y le veo despierto a mi lado, mirándome. Al ver que estoy despierta, sonríe.
     -Buenos días – saluda.
     -Buenos días – me desperezo un poco sobre el colchón y me recoloco el pelo -. ¿Qué hora es?
     Can se gira lo suficiente para mirar el reloj.
     -Las nueve y media – responde.
     -¿Y cómo es que tú sigues en la cama a estas horas? ¿Tienes fiebre? – le toco la frente, bromeando.
     -No, boba – ríe -. Llevo un año sin dormir contigo. ¿De verdad crees que te voy a dejar sola en la cama? Es más, creo que de ahora en adelante no pienso moverme de la cama hasta que tú te despiertes – me dice, abrazándome más fuerte.
     -¡Qué detalle por tu parte! – río.
     Nos miramos durante unos minutos. Can me da un beso en la mejilla y yo le rodeo el cuello con el brazo para abrazarle. Aspiro el olor de su piel. Dormir con él después de tanto tiempo ha sido muy intenso. Sus brazos rodeándome, sentir su respiración, el calor de su cuerpo… Al principio estaba un poco nerviosa cuando entré en la habitación con todo lo que albergan estas paredes, pero con los minutos empecé a sentirme más cómoda hasta que me calmé. Y he de reconocer que he dormido muy bien, mejor que hace mucho.
     -Bueno – me separo de él -, tengo que irme. Tengo que ir a casa para cambiarme y luego ir al restaurante.
     -¿Te llevo? – me pregunta.
     -No, tranquilo. Puedo coger un taxi – me destapo y me levanto de la cama.
     Cojo mi ropa de la silla del escritorio y me meto en el baño para vestirme, aparte de peinarme un poco y lavarme la cara porque parezco un panda con el maquillaje de los ojos medio corrido. Una vez estoy lista, salgo del baño y me encuentro a Can vestido con un vaquero negro, una sudadera del mismo color y unas botas, sentado sobre la cama.
     -¿Nos vamos? Así podemos desayunar juntos en el restaurante. Si quieres – propone.
     -¿Seguro? No quiero entorpecer si tienes algo que hacer – digo.
     -¡No seas tonta! Nada es más importante que tú, Faith – se levanta de la cama -. Anda, vamos.
     Coge sus gafas de sol y me agarra de la mano para salir de la habitación e irnos.

-Así que habéis dormido juntitos – Gamze arquea las cejas arriba y abajo.
     -Sí. Hemos dormido juntos, sólo dormir, pervertida – coloco su vaso de té encima de la barra -. Ni siquiera nos hemos besado.
     -Pues él está como si le hubiera inyectado un chute de adrenalina, o eso me ha dicho Engin.
     Sonrío. Yo estoy igual.
     Después de acercarme a casa y desayunar juntos aquí en el restaurante, su hermano lo llamó desde el trabajo para pedirle que lo acompañara a mirar algo de la boda. Así que se ha ido y luego han venido las chicas y me han interrogado sobre mi noche con él.
     -Oye, tu cumpleaños es en tres días, Faith – cambia de tema Damla, comiendo un poco de pastel de nata.
     -Ya, ¿y? – me encojo de hombros -. No quiero ningún regalo si es eso lo que me queréis preguntar.
     -Alguno sí, ¿no?
     -No – repito -. No quiero nada, de verdad.
     No quiero regalos este año. Con tener a Can de nuevo a mi lado me es más que suficiente. Con estar todos juntos me vale. No quiero nada más. Mi último cumpleaños fue una gran miseria llena de lágrimas y dolor. Con que este no sea así me conformo. 
     -Pero os conozco y sé que algo compraréis, así que… - continúo.
     -¡Qué bien nos conoces, amiga! – ríe Azra.
      Las chicas se ríen y yo las sigo, para luego pasarnos el resto de la tarde hablando sobre Can y la inminente boda de Gamze y Engin, y atiborrándonos de té y dulces.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora