CAPÍTULO 69

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Faith.

Ömer aparca el coche justo delante de su casa y nos bajamos, mientras Azra sujeta su móvil en el aire para que sigamos charlando con Gamze que ha llamado desde Tokio. Allí está amaneciendo y por lo visto ahora van a salir a visitar unos museos de la ciudad.
     -¡Esto es una pasada, chicas! Deberíais venir alguna vez en vuestras vidas – nos dice.
     -Uff, a mi Tokio me estresa – digo.
     -Me parece que Can le está pegando el salvajismo de sólo querer perderse en medio de la selva – bromea Damla -. ¿Y cuándo llegáis? Tenemos que celebrar tu cumpleaños.
     Me abrazo a mí misma para soportar el frío de la noche.
     -En una semana volvemos y nos mudaremos. Por lo visto, Engin tiene una casa desde hace tiempo y yo me he enterado esta mañana. Está a las afueras de la ciudad, según me ha dicho. Dice que haremos una cena de inauguración para que todos la veáis – nos comenta.
     -Me apunto a esa idea – dice Azra.
     Las chicas y yo nos pegamos más para escuchar mejor a Gamze cuando un coche pasa a nuestro lado.
     -¿Y qué vais a hacer por San Valentín? – nos pregunta la recién casada del grupo.
     -Pues no tengo ni idea. Le he comprado un regalo a Cihan, pero él no me ha dicho nada sobre hacer algo juntos – responde Azra.
     -Yo no sé si Ömer tendrá algo preparado – mira al susodicho y él se ríe por lo bajo -. Pero me da que sí.
     -Yo no he hablado nada con Can aún. No sé si haremos algo – contesto yo.
     San Valentín es este fin de semana, pero no hemos hablado nada. Ni siquiera ha sacado el tema. Yo le he comprado un regalo que espero que le guste tanto como a mí me ha gustado comprarlo.
     -Algo te tiene seguro, Faith. Es Can. Y más teniendo en cuenta que es vuestro primer San Valentín juntos. Te preparará algo precioso, me apuesto mi alianza de bodas – asegura. Escuchamos un ruido y bulla -. Chicas, tengo que colgar. Engin y yo vamos a entrar en el metro. Os mandaré fotitos. Mañana hablamos. Os quiero.
     Los cuatro nos despedimos de Gamze y le mandamos un abrazo a Engin y Azra se guarda el móvil. Nos damos un abrazo como despedida y cada uno se va a su casa para resguardarse del puñetero frío que hace esta noche.
     Me quito los deportes nada más cerrar la puerta de casa y Sam baja las escaleras a velocidad de rayo para darme la bienvenida. Le doy un beso en el hocico y subo las escaleras seguida de él, encontrándome a mis padres en el sofá, viendo la tele.
     -Hola – saludo.
     -Hola, cariño – saluda mi madre.
     Choco el puño con mi padre.
     -¿Te vas a duchar? He preparado una tortilla de patatas – me comenta.
     -Pues me ducho y cenamos – les digo.
     Me voy a mi habitación a coger mi pijama calentito y me meto en el baño para darme una ducha relajante con mi playlist de Billie Eilish. Luego ceno con mis padres, quienes también me preguntan por los planes de San Valentín, a lo que vuelvo a responder que no hay ningún plan en especial. Una vez recogemos la mesa y mis padres se tiran en el sofá a comer fruta de postre mientras ven la tele y Sam los observa, pidiendo manzana y plátano, yo me meto en mi cuarto para encender el ordenador y llamar a Can por Skype.
     -Hola, mi amor – la cara de Can aparece en la pantalla. Tiene el pelo suelto, una camiseta blanca y una sonrisa preciosa en la boca.
     -Hola, guapo – sonrío -. ¿Te interrumpo?
     -Estaba mirando unas fotos – contesta -. Oye, este fin de semana es San Valentín – empieza a decir, sonriendo. Yo asiento -, así que hazte la maleta, que nos vamos a pasar el fin de semana fuera. Escapadita romántica por San Valentín.
     Me quedo atónita.
     -¿Hablas enserio?
     -Totalmente, ya está todo organizado. Sólo tienes que hacer la maleta para el fin de semana y mañana por la mañana nos vamos – añade.
     -¿Y adónde? – me intereso.
     -Eso es sorpresa. Hasta mañana no puedes saberlo – arquea las cejas -. ¿Qué me dices?
     -Que voy a hacer la maleta ahora mismo – canturreo y aplaudo.
     -Vale, cariño – ríe -. Yo voy a hacerla también, y nos ponemos de acuerdo.
     Ambos movemos el ordenador y enfocamos a nuestras maletas en las que guardamos ropa un poco más informal, algo arreglado, zapatos, ropa interior, algunos complementos y otras cosas imprescindibles. Lo último que meto en la maleta es el regalo de Can, con mucho cuidado de que él no vea nada. Quiero que sea una sorpresa total y tampoco quiero que se me olvide mañana con las prisas.
     -Creo que está todo – digo, mordiéndome los labios -. Ropa, zapatos, ropa interior, maquillaje por si acaso, el cargador del móvil y la funda de los dientes y el cepillo y las pastillas anticonceptivas los guardo mañana, el cepillo para el pelo, la espuma… creo que no falta nada.
     -A mí tampoco – dice Can -. Llevo la ropa, zapatos, la cámara de fotos, gafas de sol, complementos, ropa interior, condones – suelto una carcajada y él me sigue -. ¿Qué? Siempre hay que ir prevenidos. Los dos sabemos que no vamos a aguantar sin tocarnos, Faith.
     -Cierto. Eres demasiado sexi como para resistirme – digo, mordiéndome el labio, bromista y juguetona.
     -Te voy a comer entera en cuanto pueda. Vas a flipar – me asegura en un tono profundo y sensual.
     -Lo estoy deseando – le sigo el juego -. Bueno – me recompongo, a pesar de que he empezado a excitarme -, ¿a qué hora me recoges mañana?
     -Pues… - hace una mueca con la boca y mira hacia arriba, calculando -.  Sobre las ocho. Así no cogemos tráfico – propone.
     -Vale, pues te veo mañana, cielo – le lanzo un beso -. Me voy a dormir ya, o mañana seré un zombie. Te quiero.
     -Y yo a ti, cariño. Buenas noches.
     Nos lanzamos un beso y nos desconectamos del Skype. Le mando un mensaje a Ozan y a los cocineros para que sepan que no estaré en el fin de semana y, como de costumbre, me dicen que no me preocupe y que ellos se encargan de todo. Luego me meto en la cama y me quedo dormida con la emoción pululando por mi estómago.

El despertador suena a las siete de la mañana y resoplo, teniendo la sensación de que hace cinco minutos que me he acostado y que no he descansado nada. Sin embargo, no es algo que me importe demasiado. Pasar el fin de semana con Can es más importante que el sueño.
     Así que apago la alarma, me incorporo y me quedo sentada en la cama durante unos segundos para despertarme del todo. Estiro el cuello y los brazos y me restriego los ojos antes de coger las gafas y colocármelas. A continuación, me levanto de la cama y camino hasta el armario para abrirlo y sacar algo que ponerme. Sam me mira confuso, sin entender qué hago despierta tan temprano cuando normalmente me levanto una hora más tarde.
     -Vuelve a dormirte – murmuro, mirándole.
     Sam bosteza, pestañea un par de veces y luego vuelve a acomodarse para cerrar los ojos.
     Saco unos vaqueros blancos rotos por las rodillas, un jersey rosa claro, las Reebok que los chicos me regalaron por mi cumpleaños y una chaqueta verde militar con flores. Me visto, voy al baño a lavarme los dientes y a recoger lo que necesito meter en la maleta y me peino un poco. Reviso mis cosas, asegurándome que no me falta nada, y sonrío al ver el regalo de Can. Estoy deseando dárselo y ver qué cara pone.
     Me tomo un té a eso de las ocho menos cuarto y cojo algunos paquetes de galletas y meto magdalenas y galletas de chocolate que hice ayer en unas bolsitas por si nos entra hambre durante el camino, aparte de coger zumos y agua. Aún no sé adónde vamos y no tengo ni idea de si hay dos horas de camino o seis.
     El móvil me vibra en el bolsillo y al mirarlo veo que es un mensaje de Can, avisándome de que está ya en la puerta, esperándome.
     <<Puntual como siempre>>, pienso.
     Sigilosamente, me acerco a la habitación de mis padres, entro y me acerco a mi madre.
     -Mamá – le susurro, tocándole el brazo.
     Da un pequeño respingo y abre los ojos, somnolienta
     -Faith, ¿qué haces despierta? ¿Qué hora es? – pregunta con la voz ronca por el sueño.
     -Temprano – respondo -. Can y yo vamos a pasar el fin de semana fuera y nos vamos ya. Volveremos el domingo – le comunico.
     Mi madre se restriega los ojos.
     -¿Y lo dices ahora?
     -Me lo dijo anoche, mamá – respondo -. Bueno, me voy ya, que Can está esperando abajo. Luego te llamo cuando sepa adónde va a llevarme – concluyo.
     -Vale, cielo. Divertíos y tened cuidado – me pide.
     Le doy un beso en la mejilla y rodeo la cama para darle otro a mi padre (que sigue grogui) antes de salir del cuarto, despedirme de Sam con un beso en el hocico, coger mi bolsa de viaje y los zapatos y bajar las escaleras. Me coloco los deportes una vez estoy abajo y abro la puerta para salir.
     Can está apoyado en el capó de su coche, vestido con unos vaqueros, una camiseta y unas botas, negros, una camisa de cuadros verdes, naranjas y negros atada a la cintura y una parca verde militar. Lleva el pelo recogido en su inseparable y perfecto moño, su collar del ojo de tigre y el otro del fósil, en el cual lleva colgadas las gafas de sol. Aún no ha amanecido del todo y sería una tontería ponerse las gafas de sol para no ver un carajo. Sus grandes y bonitas manos están adornadas por anillos y pulseras. Un anillo en el dedo corazón de la mano derecha, donde lleva dos pulseras de plata, una de las cuales es la que le regalé, y dos anillos en los dedos anular y meñique de la izquierda. Está irresistiblemente guapo.
     -Buenos días – saludo, acercándome a él con una sonrisa y el corazón a mil.
     Nos abrazamos sobre el capó de su coche y siento sus labios en mi cuello, besando mi piel con mimo. Un escalofrío me recorre y el corazón se me acelera.
     -Buenos días, mi amor – saluda en un tono bajo y lleno de sentimiento.
     Me encanta que me llame así.
     -¿Lista para irnos? – me pregunta, separándose.
     Asiento, mientras él me acaricia el flequillo rizado.
     -Sí, totalmente lista – sonrío.
     -Pues andando.
     Can guarda mi bolsa en la parte trasera junto a sus cosas y luego me abre la puerta para que me suba al asiento del copiloto. Me abrocho el cinturón de seguridad en lo que él rodea el coche y se sube y agito las piernas, entusiasmada, mientras él enciende el motor del coche y acelera, saliendo del barrio.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora