CAPÍTULO 43

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Faith.

Nochebuena la paso cenando con mis padres en casa y el calor de la estufa, mientras mantenemos una intensa y duradera conversación por Skype con el resto de la familia. Como nosotros fuimos hace poco y ellos han venido un par de veces a verme cuando estuve mal, estaba la cosa un poco complicada para reunirnos, así que hemos optado por una video-llamada. También llamo a mis amigos de España para desearles una feliz Navidad y les pongo un poco al día sobre cómo va todo. Les mando un mensaje a los chicos por nuestro grupo para comentarles cómo me ha ido el día (incluida la salida al mercado con Can) y luego hablo con Can por mensajes hasta que me quedo dormida.
     Al día siguiente, Navidad, voy a pasar el día fuera con mis padres. Digamos que es una tradición salir por ahí el día de Navidad, comer, charlar, comprar cosas navideñas… Mi madre puso el árbol a principios de mes, así que os podéis hacer una idea de cuánto le gusta la Navidad. Paseamos por el barrio de Nisantasi, admirando la decoración navideña, nos hacemos fotos juntos y comemos en un bonito restaurante. Luego nos pasamos por el mío para ver que todo vaya bien y terminamos el día paseando con Sam por el puerto y bebiendo té sentados en un banco.

-Así que mañana vais a cenar juntos – habla Melisa en un perfecto turco al otro lado de la línea.
     Hoy estoy en el restaurante y estaba hablando del tema con Damla, Azra y Gamze cuando ha llamado Melisa y ha metido al resto de mis amigos de España en la llamada, puesto que todos hablan bastante bien turco.
     -Sí – respondo, amasando la masa para el pan -, en su casa. Y, no sé, hace mucho que no voy y…
     -Y nada –interrumpe Raquel -. Faith, si quieres volver con él, en algún momento tendrás que pisar su casa.
     -Raquel lleva toda la razón, Faith – coinciden Damla y Gamze.
     -Ya sé que la lleva, todos la lleváis. Pero eso no quita que me asuste un poco ir – reconozco -. Son demasiados recuerdos.
     -¿Se lo has comentado a tu psicóloga? – pregunta esta vez Ismael.
     -Mañana antes de la cena tengo cita con ella – comento.
     -Pues háblalo con ella. No hay nadie mejor para ayudarte con eso – vuelve a decir Ismael.
     Sé que en eso tiene toda la razón. La doctora Aylin es la única persona que realmente me puede ayudar con esto. Quiero a Can y quiero volver con él. Pero entrar en su casa después de pasar un año entero evitando pisar su calle es algo que me pone un poco nerviosa.
     -¿Te ha vuelto a besar? – me pregunta Azra, mientras yo remuevo el contenido de la sartén.
     -¿¡Besarte?! ¡Pero, ¿qué coño, Faith?! – grita Pedro al otro lado de la línea, sin poder creérselo.
     -¡Pero si nos lo dijo el otro día, ceporro! – le suelta Melisa -. Lo que pasa es que tú estabas más ocupado en ponerte ciego a tequila que a lo que nos contaba.
     Suelto una risa y el resto también lo hace. Digamos que a Pedro le gusta más un chupito de tequila que a Sam su pelota de tenis. Y cuando se emociona con los chupitos ya no ve nada más. Así que no me sorprende que no se acuerde de que les dije que Can me había besado.
     -La respuesta es no – digo -. No me ha vuelto a besar – les cuento -. Hemos vuelto a los besos en la mejilla y los abrazos.
     Aparto la sartén del fuego y vierto el contenido en un plato para que Ozan lo lleve a una de las mesas.
     -Seguro que piensa que te puedes volver a molestar – opina Damla -. Sabemos cómo es Can, Faith. Y te puedo asegurar que no va a volver a besarte a menos que tú se lo pidas o seas tú quien le bese.
     Sonrío levemente. Sé que será así. Y me encanta. Me encanta que no quiera dar un paso en falso, que siempre quiera que yo le dé mi opinión o necesite que sea yo quién le diga que lo haga, porque no quiere estropear nada. Eso dice mucho de él.
     Dejo otro plato preparado en la encimera y otro camarero lo recoge. Me lavo las manos y me las seco con un paño para seguir hablando con los chicos tranquilamente, mientras Kemal, Jordi, Estefanía y Seyma siguen cocinando.
     -Cambiando de tema, ¿cuándo se casan Engin y Gamze? – pregunta Bea -. Que yo me tengo que comprar mi vestido.
     -Ya somos dos – dice Raquel.
     -Tres – añade Melisa.
     -Quieren casarse en un mes, o sea, en pleno invierno – respondo -. Ya les hemos dicho a los dos que es una locura casarse con tanto frío, pero no entran en razón.
     Gamze nos mira indignada.
     -¡Ni nos vais a hacer cambiar de idea! Nos vamos a casar ese día. Además, el salón tiene calefacción, sólo tenéis que ir abrigadas el rato que tardéis en llegar, nada más. Punto – zanja el tema.
     -Pues me compraré un abrigo de pluma a juego con el vestido – bromea Melisa, haciéndonos reír.
     Durante un buen rato más, seguimos hablando de la boda de Engin y Gamze y luego les pregunto a Melisa, Raquel, Ismael, Pedro y Bea qué tal lo pasaron ayer en Navidad y qué hicieron. Casi todos me dicen que pasaron el día en familia, almorzando y cantando villancicos, y Bea cuenta que pasó hasta mediodía con sus padres y su hermana, y que luego se fue a pasar la noche con Darío, solos.
     Una vez cuelgo el móvil, las chicas me ayudan a preparar algo para almorzar y nos sentamos en nuestra habitual mesa a comer, puesto que los chicos están ocupados y no pueden venir, incluido Can, que hoy tiene un almuerzo/reunión para unas fotos que quieren que haga.
     Después de zamparnos el pollo con salsa de champiñones que he preparado, las cuatro lo recogemos todo y nos sentamos en la barra a charlar y beber té.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora