Valia

36

—Me temo que estarás esperando.

Schuden respondió a la ligera. En cualquier caso, no era mentira, no se fue a otro lado. Y gracias a Valia, se fue directo a casa. Estaría bien hablar de ir al palacio mientras cenamos más tarde. Después de terminar su juicio, Schuden extendió su mano.

—Aférrate a mí.

—¿Perdón? Oh, sí.

Valia sostuvo la mano de Schuden. Él la sostuvo del brazo y la cintura y la ayudó a levantarse. Schuden tenía un toque firme, pero fue lo suficientemente cuidadoso para que ella se levantara de su asiento sin dificultad. Mientras se enderezaba, pudo ver que los hombros de Schuden estaban ligeramente mojados.

—Tus hombros están mojados.

—Esto está bien.

—Te vas a resfriar.

—Tú también.

Schuden respondió a la ligera e hizo un gesto. Los empleados entraron corriendo, luchando por controlar sus expresiones faciales y sus huellas. En particular, las expresiones de Paul y Sarah eran brillantes, como si hubieran salvado al país. Valia estaba un poco sorprendida por la apariencia de los empleados. Ni siquiera se dio cuenta de que estaban en el patio trasero.

'¿Desde cuándo estaban allí?'

Valia siempre fue sensible a las huellas de los demás. La combinación de sus sentidos como dama de honor y sus sentidos como caballero había sido adquirida por su cuerpo. Pero esta vez, podría jurar que no los había notado en absoluto.

'Pero, de nuevo, solo lo estaba mirando sin pensar en nada más...'

Valia volvió a sentirse avergonzada. ¿Qué pensó cuando vio que ella no podía apartar los ojos de él?

'... Pero no se puede evitar.'

Cualquier mujer actuaría igual que ella. ¿Qué mujer podría desviar fácilmente la mirada cuando su esposo trajo un paraguas bajo la lluvia? Además, Schuden no era un hombre cualquiera. Era tan hermoso que las palabras 'enamorarse a primera vista' podrían aplicarse fácilmente a él. Entonces, ella era perfectamente normal.

Así fue como Valia se justificó. De lo contrario, su cara se habría puesto muy roja.

—Señora, ¿está bien?

—Está empapada. ¿No tiene frío?

En contraste con el comportamiento tranquilo de Valia, los empleados estaban muy ansiosos. Aun así, Sarah, el ama de llaves, con cuidado y prudencia limpió el cabello y la cara mojados de Valia. Secó el agua restante con una toalla suave y esponjosa que estaba llena de lana, luego, colocó un chal nuevo y limpio sobre los hombros de Valia.

Debido a la temporada de calor, no se sentía mucho frío bajo la lluvia. Mientras se cambiaba a un chal nuevo, el calor se reunió rápidamente. Sarah ató la cinta del chal y le preguntó a Valia.

—Señora, ¿debería llamar al carruaje?

—Está bien. Puedo caminar.

—Pero...

Aunque las damas comunes eran vulnerables, no se aplicaba a Valia. Sin embargo, Sarah no pudo borrar su expresión de preocupación porque su señora se veía más delicada que esas damas comunes.

—Valia.

Schuden también se había cambiado el abrigo mientras tanto. Se acercó a Valia. Sarah, quien recomendó viajar en un carruaje, y las otras sirvientas dieron un paso atrás.

La expresión de Schuden no era diferente de lo habitual. Su mirada contrastaba con la de los empleados inquietos. Pero Valia pensó que, dado que él era su esposo, parecía saber que ella estaba bien.