Capítulo 2.- Vamos a pelear.

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—Desnúdate —ordenó KangDae.

MinSuk se quedó inmóvil, era algo que no se esperaba.

—¿No me oyes? Que te desnudes.

—¿Pe... Perdón? —preguntó MinSuk, confundido.

"Pero... ¿Cómo ha pasado esto?", pensaba el joven.

Todo se remontaba al día anterior.

"No quiero... No quiero hacerlo... Realmente no quiero, no me gusta...", pensaba el pobre MinSuk en el coche, de camino al gimnasio.

"Pero... ¿A quién le importa lo que yo opine de todas formas?". Miraba por la ventana, afligido.

Al llegar al gimnasio, mientras su padre hablaba con el dueño, vio que era un sitio bastante grande. Seguramente, cuando estuviese abierto al público, estaría lleno de gente.

Miró en una pared las fotos de algunos deportistas y campeones. El hombre al que buscaban hoy se llamaba KangDae, había sido campeón del cinturón verde del Consejo Mundial del Boxeo, un campeonato internacional de los más importantes.

Había visto alguno de sus vídeos y era increíble peleando. Lograba dominar a sus rivales y solía mantener el control desde el primer asalto.

Todos los premiados de las imágenes tenían un físico espectacular, eran puro músculo, definidos, fuertes, valientes... Nada que se le pareciera a él.

"No encajo aquí...", se dijo.

—Buenos días, señor —saludó intentando ocultar su tristeza cuando su padre le presentó al dueño.

Se quedó un rato absorto, mirando todos los aparatos del gimnasio. Por supuesto, no sabía cómo se utilizaba ninguno.

De repente escuchó la voz del dueño llamar a su futuro entrenador.

—Kang, KangDae, ven aquí, por favor. Te están esperando el señor Kim CheWon y su hijo.

—Señor Lee KangDae, me alegro de verle.

—Un placer

—Imagino que ya le habrán informado, pero quiero que entrene a mi hijo.

—Sí

—¡MinSuk! Este es mi hijo. Saluda, MinSuk.

No podía explicar muy bien la sensación que aquel boxeador le producía... Emanaba una especie de aura imponente, le daba un poco de miedo. Intentó hablar, pero su voz no salió. Tampoco se atrevía a mirarlo directamente.

Mientras su padre y él hablaban sobre sus retribuciones, se animó a echarle un vistazo. Su cuerpo era mucho más grande que en las fotos. No tenía nada que ver mirarlo en los vídeos y verlo en la realidad.

"Tiene unos brazos enormes...", pensó MinSuk. El boxeador llevaba una camiseta de tirantes roja y negra, que dejaba al descubierto los músculos de sus brazos, y dejaba entrever su torso, con pectorales grandes, trabajados y musculatura definida. Del mismo modo, su pantalón corto, negro completamente, mostraba unas piernas grandes, que se intuían duras como el acero.

El muchacho fue subiendo con la mirada por su cuerpo hasta llegar a su rostro. Tenía unos ojos pequeños y muy rasgados, con unas facciones que, si bien parecían ser duras, no podían ocultar su juventud. Aunque el boxeador estaba bien afeitado, una incipiente barba parecía querer salir por algunos sitios.

Su rostro era más bien cuadrado, pero de muy buenas proporciones, se podía decir que era muy apuesto. Le pareció incluso ver alguna pequeña cicatriz bajo su afilada mandíbula.

—Si él me desobedece o renuncia, no podré seguir dándole clases.

—No renunciará

Por un momento, sus ojos se encontraron.

"¿Está enfadado?", pensó al ver la mirada que le dedicaba. "Debe estarlo... supongo que sólo lo estoy molestando... Si mi padre no se hubiera empeñado... Yo tal vez podría..."

—Esto será duro. No va a ser un campamento.

—Tiene usted plena autorización para hacer lo que necesite, incluso aplicar disciplina si fuese necesario.

"No, realmente no puedo evitarlo. Estoy perdido"

Y así fue como llegaron las cosas al día siguiente. Ambos estaban a solas en ese momento. El gimnasio no estaba abierto y no había nadie.

—¡Que te desnudes! —gritó KangDae al borde de su paciencia.

—Yo... no entiendo, señor.

—¿Eres tonto? ¿O es que eres sordo? ¡Desnúdate! Tengo que pesarte y medirte.

—Oh... En... Entiendo. ¿Y para eso hay que quitarse la ropa?

—No lo repetiré más. ¿Lo vas a hacer por las buenas o quieres que te la quite a la fuerza? —dijo KangDae en un tono aterrador.

—Sí... —susurró MinSuk y comenzó a desnudarse lentamente hasta quedarse en calzoncillos.

Como siguiendo una prueba de rutina, el boxeador lo pesó y lo midió, anotando cuidadosamente los cálculos en el ordenador.

—¿De verdad tienes 17 años? Pesas 48,7 kg. (unas 107 libras), y mides 165 cm (5'5''). Qué desastre... —dijo mirando los resultados del programa— No tienes nada de músculo...

MinSuk guardó silencio. Estaba tan absorto en la escualidez de su alumno que apenas se fijó en los dos apósitos que llevaba puestos, uno en el hombro, por la parte de atrás de la espalda, y otro en un costado del abdomen.

—Bueno... —dijo KangDae rascándose la cabeza, como si no supiera por donde empezar— De momento, debería evaluar tus capacidades en la lucha.

—¿Mis... qué?

—Que vamos a pelear. ¿De verdad entiendes las cosas cuando te hablan? ¿O tienes algún problema mental? ¿Eres retrasado? —dijo KangDae, enfadándose cada vez más.

—Yo... ¿Ahora? Quiero decir... No estoy seguro de poder...

—¿Quieres renunciar? —preguntó KangDae, deseando que el muchacho renunciara y poder volver a su tranquila vida de entrenamiento.

—No... —susurró resignado— No, señor.

No obstante, KangDae sabía lo que hacía, estaba dispuesto a darle una buena primera lección a aquel joven, que le quitaría las ganas de seguir entrenando.

Cogió los guantes de boxeo más pesados que tenía en el gimnasio, los que usan los boxeadores profesionales cuyo peso corporal es más de 90 kilos (198 libras) los de 20 onzas (unos 566 gramos) y se los lanzó para que los cogiera.

Los guantes le golpearon en el pecho al ser lanzados... ¡Tan solo eso dolía! ¿Cómo iba a soportar una pelea?

—Póntelos —ordenó.

—Sí... —susurró el muchacho mientras intentaba ponérselos.

No le vendó las manos, no le hizo ninguna preparación, pues KangDae tenía claro su objetivo, hacerle renunciar lo más pronto posible.

—Vamos, súbete al ring.

Continuará... 

Los chicos del boxing [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora