—A ver... Abra la boca... Ahhhh... —decía MinSuk mientras le daba al entrenador un trocito de gimbap con los palillos.
—Puedo comer solo —protestaba.
—Hijo, en lugar de ser tan quejica, agradece a MinSuk que está aquí cuidándote... —dijo la madre de KangDae, regañándolo.
El boxeador, tras su derrota y eliminación del torneo, tuvo que usar un cabestrillo en el brazo durante un tiempo para acelerar su mejoría y la curación del tendón.
Con el brazo inmovilizado necesitaba un poco de ayuda, así que fue a casa de sus padres a pasar unos días.
—Entrenador, ¿le gusta el gimbap que he preparado? —preguntó MinSuk.
—No está mal... —dijo KangDae con toda la boca llena, disfrutándolo.
—Me ha ayudado su madre... Estoy aprendiendo a cocinar mejor.
—Tonterías, lo ha hecho todo él solo, prácticamente. Y lo ha hecho muy bien —dijo la madre de KangDae, con una sonrisa.
—A ver cuándo aprendes tú a cocinar bien... Inútil... —le dijo el padre de KangDae a su hijo.
—Tito... ¿Cuándo nos vas a enseñar más boxeo? —preguntó el sobrinito pequeño.
—No agobies a tu tío, deja que se recupere y luego podréis jugar —dijo la madre del pequeño, reprendiéndolo.
—Luego jugaremos un rato —le susurró KangDae en confidencia, guiñándole el ojo, y el pequeño y su hermana se pusieron contentos.
—Bueno hijo... Y ahora... ¿Qué vas a hacer? —le preguntó a KangDae su madre.
Se hizo un silencio en la habitación. Era la pregunta que durante algunos días todos habían estado evitando.
La carrera profesional del boxeador parecía ir cuesta abajo. Los sucesivos escándalos y la pérdida del último combate, lo habían arrastrado a lo que parecía ser un callejón sin salida.
Pese a la alegría de la comida familiar, un cierto sentimiento de nostalgia se respiraba en el ambiente y la pregunta de la madre de KangDae no había hecho sino ponerla de relieve.
KangDae bajó la vista y siguió masticando, reflexivo. El silencio sólo fue roto por una ruda frase, de la profunda y enojada voz del padre de KangDae.
—¿Pues qué va a hacer, mujer? Seguir adelante. ¡Seguir adelante! —bramó enfadado.
KangDae sonrió con tristeza. Sabía que su padre llevaba razón. Y no entendía por qué siempre, aunque fuese a su ruda manera, era capaz de ayudarlo en los peores momentos.
—Tengo un proyecto en mente, mamá —explicó KangDae y todos escucharon con atención—. Hubiera sido mejor si hubiese podido ganar el campeonato, pero, dado que las cosas están así, lo podré iniciar en breve.
—¿Qué proyecto es? ¿El de los niños? —preguntó la madre.
—Sí.
—¿Va a dar clase a niños, entrenador? —preguntó MinSuk.
Él sabía que KangDae tenía pensamientos de retirarse y se imaginaba que querría dedicarse a entrenar a personas famosas, pero viendo lo bien que se manejaba con sus sobrinos, el hecho de que decidiera entrenar a niños era una decisión que no le sorprendía demasiado.
—Sí, ese era mi proyecto. Mi representante ha estado organizando algunas cosas. Aún está en proceso pero...
—¡Yo lo apoyo, señor! —dijo MinSuk con una sonrisa— Me parece un proyecto muy bonito.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...