—¡Eh tú, gordo de mierda! ¡Te estoy hablando!
Las cosas habían cambiado un poco, pero algunos no parecían querer entenderlo.
—Deja en paz a SeoJun —dijo MinSuk.
Ante la protección de su compañero, el chico gordito, aunque colocándose detrás de él, también les plantó cara.
—No voy a hacerlo. Déjame tranquilo.
En esa ocasión no quisieron seguir peleando, ya eran más cuidadosos.
Hablaban los secuaces de Boseon, quien, de momento, sólo observaba. Siempre estaba cerca, fingiendo leer un libro o estar ocupado con su teléfono, como si no quisiera vincularse con la situación. Pero todos tenían claro que era él quien seguía moviendo los hilos.
Poco tiempo después, molestaron directamente a MinSuk.
—Parece un bicho palo... ¡Bicho palo!
—Es como una mantis religiosa cuando pone los puños así —dijo otro simulando la postura de boxeo.
—Qué asco da mirarlo... —decían entre risas, aunque ninguno se atrevía a tocarlo.
—Más asco da mirarte a ti —dijo en tono muy calmado MinSuk.
—¿Qué has dicho?
—Que da más asco mirarte a ti —dijo SeoJun, alzando la voz—. Aparte de ser tonto, ¿tienes problemas de oído?
Todos se quedaron estupefactos. Era la primera vez que ese amable chico gordito, al que le ponían la cara roja de bofetadas, se atrevía a intervenir para defender a alguien y, más aún, para devolver un insulto.
—Maldito loco... ¿Pero qué te has creído? —dijo uno de ellos, agarrándolo de la pechera.
MinSuk se levantó inmediatamente, dispuesto a defender a su nuevo amigo, pero ya no estaba solo.
—¡Profesor! ¡Profesor, venga aquí, por favor! —gritó una chica en el aula.
Se soltaron todos inmediatamente.
MinSuk la miró e hizo una ligera reverencia en signo de agradecimiento y ella le devolvió una sonrisa. Era una compañera con la que nunca había hablado, como con la mayoría de sus compañeros, pero ese gesto de ayuda parecía ser el preludio de algo.
Algo estaba despertando en todos aquellos que siempre habían hecho oídos sordos a su situación de acoso, algo estaba brotando en sus corazones. Todos parecían ahora querer reclamar justicia.
Ya no estaban solos.
Pero, muchas veces, los alumnos no bastan.
—Así que tienes un vídeo, ¿no? —escuchó la frase antes de recibir una patada por la espalda cuando estaba en el baño.
Sintió un fuerte dolor por el golpe, que le había tomado completamente desprevenido, pero con rapidez, se puso en pie, en posición de guardia.
Eran Boseon y dos acompañantes. Podía pelear. Sabía que recibiría golpes, pero estaba dispuesto a darlos él también.
—¡Chantajeaste a Boseon con ese vídeo! —dijo uno.
—¡Eres un desgraciado! —dijo el otro.
—Sería mejor llamarlo karma. Lo grabasteis vosotros para burlaros de mí y se volvió en vuestra contra.
—¿Te has vuelto muy audaz, eh?
—Ya nos contestas y todo.
Haciendo como que jugaba con su teléfono, Boseon observaba la escena desde los lavabos mientras MinSuk permanecía acorralado contra los inodoros.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...