MinSuk llegó ese día al gimnasio a la hora acordada. Por ahora, entrenarían por la noche, una vez se cerrara el establecimiento, para no entorpecer a los clientes. Además, con su horario de instituto y sus actividades después de clases, apenas tenía tiempo en otro momento.
Al entrar escuchó voces de más gente y se quedó mirando aquel grupo de personas que estaban cerca del ring.
—¿Estás feliz de ver a tu novia, eh?
El que hablaba era un chico de complexión delgada y menos alto que KangDae. Tenía el pelo un poco más largo y pintado, de medios a puntas, de un color rojo azulado intenso. También llevaba varios pendientes en la oreja, tanto en el lóbulo como en la hélix. Se veía el tipo de chico al que le gusta llamar la atención.
—No... ella no es mi novia... —respondió el otro muchacho mientras miraba la pantalla de su teléfono. Habló de una forma lenta y pausada, como si le costara decir las palabras.
Este segundo, era un chico enorme, grandísimo, no sólo era más alto que KangDae sino también más musculoso y corpulento. Se podría decir que lo doblaba en volumen. Sin embargo, había algo en su forma de hablar que no parecía completamente normal. Decía sus frases de una manera lenta y torpe, como un niño pequeño, incluso arrastraba algunas palabras, como si tuviera algún defecto al hablar o algún problema al expresarse.
—¿Y no quieres que sea tu novia? Es una niña muy amable —insistía el pelirrojo.
—¡No! —seguía respondiendo el grandullón— Sólo somos amigos... Ella es mi amiga...
—Jiang, déjalo tranquilo —le ordenó al pelirrojo el tercer chico, que estaba en uno de los aparatos del gimnasio, entrenando.
Este último, en complexión, era parecido a KangDae. "¿Por qué a todos los comparo con KangDae?", pensó el pequeño MinSuk, pero apartó de su mente ese pensamiento. Aquel otro joven, aunque semejante a su entrenador de boxeo, tenía una apariencia mucho más cuidada y estética. Parecía más un modelo que un boxeador.
—¿Desde cuándo te importa lo que yo haga, Doyun? —le contestó el pelirrojo de manera seca y descortés.
—¡Eh, niño! ¿Vas a quedarte mucho rato ahí?
Al escucharlo, MinSuk dio un respingo y se aferró a los tirantes de su mochila, encogiendo la espalda como en un acto reflejo. Era la voz de KangDae, malhumorada, como siempre. De hecho, no conocía otro tono en él...
—Lo... lo siento —susurró MinSuk.
En ese momento todos lo miraron.
—¿Este es el pequeñín al que estás entrenando? —dijo el pelirrojo, que parecía ser de nombre, Jiang— ¡Pero si es un niño! ¿Cuántos años tienes?
Jiang se acercó a él.
—Dios mío... Qué delgado estás... ¡Seguro que pesas menos que yo!
Extendió una mano hacia él y fue a tocarlo, pero MinSuk, automáticamente, se retrajo...
—¡Oye! ¿Qué haces? ¿No le contestas a un mayor? Respóndeme.
—Ten... Tengo 17 años —susurró MinSuk.
—Entiendo, 17 años... Es una monada —dijo acercándose a él y poniéndole una mano en el hombro. Tenía un aura seductora, casi femenina— ¿No nos lo vas a presentar? Yo soy Jiang y tengo 22 años, puedes llamarme 'hyung'.
—Sí... —respondió MinSuk en voz baja.
Ante esta escena, pudo percibir una fugaz mirada entre Jiang y Doyun, como si sus ojos se encontraran brevemente y hubiera cierta rivalidad entre ellos dos, y como si, al posar la mano sobre su hombro, todos los músculos del cuerpo de Doyun se tensaran. Pero no le dio demasiada importancia, ya que estaba más preocupado por su situación en ese momento.
El pelirrojo siguió hablando como si nada.
—El grandullón es MuBang y el que tiene cara de amargado es Doyun —dijo Jiang en tono alegre.
—Mi nombre es MinSuk —dijo tímido, en un tono apenas audible—. Encantado —continuó con una gran reverencia.
—Al menos tiene educación, eso es bueno —dijo Jiang.
—Seguid entrenando y dejadme el crío a mí —les ordenó KangDae— Ven aquí —dijo dirigiéndose a MinSuk—. ¿Te has recuperado de ayer?
—Sí, señor —dijo con voz débil.
Era mentira, le dolían todos los músculos de su cuerpo. Le dolía hasta el alma. No sólo por la pequeña golpiza, sino por el esfuerzo físico que había realizado limpiando el gimnasio. Tenía incluso incipientes ampollas en sus manos de cargar el cubo y escurrir la fregona.
—Bien. ¿Ves todas esas colchonetas? —dijo señalando la amplia superficie del gimnasio cubierta de colchonetas— Pues todas ellas, debes recogerlas, limpiarlas y apilarlas en ese almacén.
—Sí... —susurró MinSuk. Así iba a ser, así lo iba a tratar, ya parecía entender la situación y que así serían las cosas con KangDae. No opuso resistencia.
—¿Vas a poner al crío a recoger las colchonetas? ¿Pero qué haces, entrenarlo o ahorrarte personal de limpieza? —bromeaba Jiang. Estaba claro que era un chico muy extrovertido y sin pelos en la lengua.
—Si os dejo venir en este horario es para que entrenéis vosotros también —dijo con voz firme KangDae—. ¡Así que olvidaos del niño y entrenad!
El sistema de jerarquías parecía estar claro, nadie osaba contrariar a KangDae. Todos comenzaron su entrenamiento mientras MinSuk luchaba por completar la tarea que se le había ordenado.
Aquellas colchonetas azules rodeaban casi todo el suelo del gimnasio. Eran especiales para amortiguar los golpes y pesarían unos 7 kilos (unas 15 libras), que si bien no era un peso excesivo, la actividad continua y prolongada de arrastrarlas, levantarlas y colocarlas en su sitio, desgastaría a cualquiera.
Todo ello unido al cansancio del día anterior, hizo que tras un rato sus fuerzas empezaran a flaquear y tuviera que sentarse unos segundos para tomar aliento.
—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó KangDae y MinSuk se puso en pie de un respingo— ¿Ya estás holgazaneando? ¡No te vas de aquí hasta que esté todo recogido!
—Sí, señor... —susurró y se puso de nuevo con la tarea.
—Kang... dale un respiro, ¿sí? —dijo Jiang— Sólo con mirarlo se ve que no puede más...
—Jiang, 15 minutos saltando a la cuerda. ¡Ahora! —le ordenó KangDae en reprimenda.
Por su parte, MinSuk continuó ordenando y apilando colchonetas en el almacén. "¿Esto debía ser hecho todos los días?", pensó, "es agotador...".
En efecto, todos los días debían recogerse y limpiarse las colchonetas, ya que los usuarios del gimnasio podían cogerlas a placer para sus entrenamientos. Algunos eran muy descuidados y las dejaban por el gimnasio, sin ocuparse de llevarlas de nuevo a su lugar.
MinSuk, pese a su cansancio, se dio cuenta de que el gimnasio tenía bastante mantenimiento.
—¡A este ritmo estarás toda la noche aquí! —le gritó KangDae, acercándose a él, nuevamente enfadado.
—Sí... Lo siento, lo haré más rápido... —contestó.
Pero en ese momento, perdió el equilibrio y chocó contra una torre, bastante alta, de colchonetas apiladas, que, inevitablemente, se precipitaron sobre él.
—¡No! —fue lo último que gritó KangDae...
De manera instintiva, y de un salto ágil y veloz, abrazó a aquel escuálido joven, interponiendo su cuerpo entre él y la avalancha de colchonetas que había provocado.
Los otros tres chicos en el gimnasio se alertaron de inmediato por el estruendo y al mirar hacia el almacén vieron la escena. Podría haber sobre ellos unas veinte colchonetas, unos 140 kilos (308 libras aproximadamente), que, hasta para el más profesional de los halterófilos, serían un peso difícil de levantar...
—¡KangDae!
—¡KangDae!
Gritaron desde fuera mientras corrían apresuradamente hacia el almacén...
Continuará...
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...