El día del examen, MinSuk salió a toda prisa del centro y se marchó a casa.
"Maldito desgraciado, verás cuando te pille mañana", "Cobarde, ¿por qué te has ido?", "Te vas a arrepentir de lo que has hecho hoy". Cuando miró el móvil, tenía una gran cantidad de mensajes de sus acosadores. Bloqueó sus teléfonos.
Estaba cansado, estaba hastiado de tener miedo, pero aun así, había huido, no se atrevía aún a hacerles frente.
—Dis... Disculpe... Entrenador... —susurró esa tarde.
—¿Qué quieres? ¿Has terminado tus rutinas?
—Es... Estoy en ello, señor.
—Ponte a entrenar.
—Señor, tengo una pregunta... ¿Se puede boxear contra varios oponentes?
—¿Qué?
—Me refiero a que... si existen combates de boxeo de uno contra varios oponentes...
—No. Por supuesto que no, ¿qué clase de pregunta estúpida es esa? ¡Eso no sería boxear! El boxeo es un deporte de uno contra uno. No se permiten los golpes bajos, las patadas, golpear al adversario cuando está en el suelo... ¡El boxeo es un arte noble, no una sucia pelea callejera! ¡Deberías saberlo! —respondió KangDae, irritado.
—Sí, señor... —susurró MinSuk, en tono triste, disponiéndose a continuar su rutina de entrenamiento.
—¿Pelear contra varios? ¡Lo mejor es huir! Y te lo digo por experiencia... —dijo Jiang riéndose.
—¿Por qué has preguntado eso? —le dijo Doyun.
—Por... Curiosidad.
—¿Está bien MinSuk? —le preguntó Mubang.
—Sí, Mubang hyung, no te preocupes...
Se lanzaron una mirada cómplice, Mubang parecía querer hablar.
¿Sería bueno contarlo? ¿Podría ser esta una oportunidad para explicarles lo que le sucedía y pedir ayuda? ¿Recibiría ayuda o sólo burlas? ¿Tendría que lidiar con la mirada de compasión de los demás, con la mirada de reproche de su entrenador?
¿Debería ponerlos al corriente de su situación?
Finalmente, MinSuk negó con la cabeza ante los insistentes gestos de Mubang, haciéndole un gesto de negativa a sus silenciosas peticiones.
—Mubang no ha dicho nada... —susurró Mubang, volviendo a sentarse en la banca para levantar pesas.
Todos lo miraron, pero nadie, salvo MinSuk, entendía a qué se refería, y no le dieron importancia a sus palabras.
"Huir", la idea retumbaba en su mente como el eco del tañido de una campana. "Huir", se decía...
Y huyó los siguientes días. Se escondía. Tenía miedo. No se atrevía a ir al baño o a comer en el comedor con los demás. Le aterrorizaba que pudieran encontrarlo y golpearlo.
Pero eso no era una solución. Era como si, en vez de arreglar el tejado, sólo estuviese poniendo cubos que se llenaban de agua bajo una lluvia torrencial en una habitación llena de goteras...
Cuando se publicaron las notas, su temor creció aún más. Él estaba en el flamante primer puesto, con un 10 sobre 10, un 100 sobre 100. Una nota impecable. Y, en el final del ranking, con una X, o un símbolo de tachado, estaba el nombre del compañero que le había pedido cambiar su examen.
—Así que "no", ¿verdad? —dijo Boseon en tono acusativo.
—¡Te está hablando maldito imbécil!
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Los chicos del boxing [+18]
Romantik¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...