—¿Entrenamiento especial? KangDae, por favor... dale tregua al chiquillo... —dijo Jiang.
—Marchaos.
MuBang salió de forma obediente y Jian se resignó. Doyun le dedicó una mirada de lástima a MinSuk antes de abandonar el gimnasio.
—Súbete al ring —ordenó KangDae, pero MinSuk se quedó inmóvil— ¿No me has oído? ¡Que te subas al ring!
—Pe... Pero, señor, yo... No puedo... —dijo señalándose la mano lesionada.
—¡¿Por qué cuestionas todo lo que digo?! ¿No soy tu entrenador? ¡Sube al ring!
—Sí, señor... —dijo MinSuk, obedeciendo.
KangDae le lanzó unos guantes, que esta vez parecían ser más ligeros que la ocasión anterior, aunque ahora tampoco le vendó las manos ni calentaron.
—¿Te sabes las reglas del boxeo?
—¿Pe... Perdón?
—Dios... Qué estúpido eres... ¿De verdad necesitas que te repitan las cosas tantas veces? ¡¿O sólo lo haces por ponerme furioso?! —dijo KangDae, gritando.
—Lo... Lo siento, señor. Sé... Sé algunas reglas...
—Por cada una que digas mal, te golpearé. ¡En guardia!
El pobre MinSuk, temblando, colocó sus bracitos ante su rostro, en una forma semejante a la que había visto hacerlo a Jiang y a Doyun. Estaba asustado, temeroso.
Desde que su padre le obligó a boxear, aunque no le gustase demasiado, había estudiado un poco las reglas de este deporte, pero no lo había hecho en profundidad, y sentía ahora mismo estar sometido a uno de los exámenes más angustiosos de su vida.
—¿Cuántas rondas tiene un combate de boxeo?
—Ti... Tiene doce, señor —dijo casi tartamudeando.
Sin embargo, KangDae lo golpeó con fuerza sobre sus antebrazos en un golpe que parecía ir dirigido a su rostro.
—¡Error! —gritó.
—¿Señor? —preguntó MinSuk confundido.
—Tendrías que haber preguntado si me refiero a un combate nacional o internacional. ¿Sabes la diferencia? —preguntó de nuevo, dando salitos sobre sí mismo, dispuesto a golpearlo pronto otra vez.
—Do... Doce rondas en internacional... Los nacionales... pu... pueden... —no estaba seguro— Hasta diez rondas...
No había terminado de hablar cuando le propinó otro golpe, esta vez en el lateral de sus costillas, que le hizo doblarse hacia ese lado.
—¡Habla rápido estúpido! ¡Movimientos no permitidos!
—Golpear en la nuca... —decía mientras caminaba hacia atrás, intentando siempre alejarse de su cruel instructor— Dar... dar patadas... Pisar al oponente... —intentaba enumerar mentalmente— Agarrar los brazos... Dar la espalda o —hizo una pausa— Rehuir el combate... —susurró.
—¿Has oído? —dijo KangDae dándole otro golpe— ¡Rehuir el combate! ¡Justo lo que estás haciendo tú! ¿Por qué te alejas continuamente? ¡Ven aquí y pelea como un hombre! —dijo sin dejar de darle varios golpes.
—Lo... lo siento... —dijo retirándose de él nuevamente, como si fuese por instinto.
—¡Quédate quieto! —le ordenó y MinSuk obedeció al instante, aunque, podríamos decir, que se quedó congelado de miedo.
—¡Rehuir el combate! Niño cobarde... ¡Contrae el abdomen! —le gritó, pero le propinó un golpe tan rápido que el cerebro del pequeño MinSuk no había tenido tiempo ni de procesar la orden.
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Los chicos del boxing [+18]
عاطفية¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...