En el día siguiente al encuentro en las duchas, Jiang y Doyun intentaron no cruzar una palabra, pues la vergüenza del primero y el cansancio del segundo, junto al orgullo herido de ambos, les hacía incapaces de mantener cualquier conversación, por nimia que fuese.
Este fue el panorama que se encontró MinSuk al entrar por la puerta, sin embargo, él no pudo percibirlo claramente, pues tenía el rostro ligeramente ensombrecido, y una expresión triste, que intentó disimular fingiendo una sonrisa de cortesía.
—Buenas tardes a todos —dijo con una reverencia.
—Buenas tardes —contestaron.
Doyun y MuBang estaban entrenando en las máquinas, mientras que Jiang se acercó a él.
—¡Pequeño MinSuk! —le dijo Jiang con voz melosa y poniéndole una mano encima del hombro.
Inmediatamente, Doyun se puso alerta y los miró sin decir nada.
—KangDae está ahora mismo ocupado, está en su despacho hablando con el dueño... ¿Por qué no vas a por un poco de café para tus hyungs?
De manera automática y sin decir una palabra, MinSuk asintió y salió del gimnasio hacia una cafetería cercana.
—No deberías usar al nuevo como chico de los recados —le recriminó Doyun.
—En verdad... Ha ido sin protestar... —dijo Jiang un poco sorprendido.
—¿Has mandado al chico a por café? —preguntó KangDae que llegaba en ese momento y, según parecía, se había enterado de la conversación.
—Sí, creo que tiene madera de lacayo —bromeó Jiang—. Seguro que es el lacayo en su clase... —dijo riéndose.
—¿Qué dices? —protestó KangDae— ¿No sabes de quién es hijo? Nadie se atrevería a meterse con ese chico.
—¿Estás seguro? ¿Y entonces para qué quiere entrenar aquí, contigo?
—¡Porque será un capricho de niño rico! Pero no te preocupes, haré que se le quiten las ganas.
—Tú sabrás... —dijo Jiang sin darle demasiada importancia.
—Aquí... Aquí están... —MinSuk trajo los cafés. Llegó jadeando, casi sin aliento. Había corrido mucho. En efecto, estaba acostumbrado a correr cuando le pedían algo. Al menos Jiang hyung no le había dado 3 minutos de tiempo...
—¿Ves? —le dijo a KangDae sin ocultarse— ¡Madera de lacayo!
MinSuk los miró confundido. Un sentimiento de intranquilidad se apoderó de él. "¿Qué es lo que saben? ¿Por qué dicen eso?", pensó.
—Toma. Te has olvidado el dinero —dijo Jiang, entregándole un billete ante la sorpresa de MinSuk— ¿No creerás que tu hyung va a permitir que un estudiante pague, verdad?
MinSuk asintió con alivio y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro. No sabía a qué atenerse con el pelirrojo, pues tan pronto parecía un déspota como una persona amigable. A veces decía buenas palabras y otras... tenía una lengua viperina.
—Cuatro americanos con hielo. ¡Es justo lo que necesitamos! —gritó Jiang— Aunque a mí... me suelen gustar las cosas dulces —dijo acariciándole el pelo.
Doyun se puso tenso y fue a por su café, que prácticamente arrebató de las manos a Jiang.
—Amargo, como tú... —susurró, pero nadie dijo nada —¡KangDae, ven! Hay uno para ti —continuó Jiang.
—Muchas gracias —dijo MuBang al tomar su café, usando su tono lento y amable de siempre.
—¿Has terminado de perder el tiempo? —inquirió KangDae en el tono malhumorado de siempre.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...