"¿Por qué no lucha?"
Esa frase había estado los últimos días dando vueltas en la mente de KangDae. ¿Por qué MinSuk no peleaba? ¿Por qué todas las veces que lo había visto luchar o que había peleado con él, jamás se atrevía a lanzar un puñetazo?
Siempre estaba en posición defensiva, rehuyendo el combate, cubriéndose para soportar los golpes, pero jamás atacaba.
"¿Por qué?"
Rumiaba la pregunta y la repetía como un mantra.
"¿Por qué?", se preguntaba durante sus rutinas de entrenamiento mañaneras, mientras saltaba a la cuerda y golpeaba el saco de boxeo.
"¿Por qué no ataca?", se decía mientras estaba en la ducha, con la tranquilidad que le proporcionaba el agua caliente cayendo por su cuerpo.
"¿Por qué no es capaz de devolver ni un golpe?", venía a su mente mientras levantaba pesas en su entrenamiento de fuerza, ensimismándolo tanto que apenas sentía el dolor del esfuerzo que estaba realizando.
"El otro día, pensé que tal vez se animara a pelear con Jiang, creí que tal vez pudiera haberlo visto en acción... ¡Quería gritarle que peleara! ¡Que luchase! ¡Que devolviese los golpes! Pero no, aceptó sumisamente la golpiza..."
Estaba desconcertado con la actitud de su joven alumno, y lo peor era no tener una respuesta de por qué era así.
Pero, ¿por qué se preocupaba tanto? "¿Quién es este crío para que a mí me importe lo más mínimo?", intentaba decirse una y otra vez.
"Mientras no me moleste, me da igual lo que haga con su vida..."
Le dio una última mirada a MinSuk aquella tarde, mientras lo veía blandir la fregona y encomendarse, con afán, a su tarea de limpieza entre las bicicletas estáticas.
"Pero... ¿Por qué no lucha?"
Al siguiente fin de semana lo encontró por casualidad, y fue una de las grandes casualidades de la vida, ya que la rutina de ambos estaba tan cuadrada milimétricamente que, en circunstancias normales, era prácticamente imposible que se encontrasen.
MinSuk no hacía otra cosa que dedicarse a sus estudios, no tenía amigos con los que salir a pasear, al cine, o jugar. A diario, tras el instituto iba a sus clases particulares, después al gimnasio y al final volvía a casa para hacer sus deberes y descansar.
KangDae sólo tenía tiempo para entrenar, pues mantener el puesto del campeón del cinturón verde, no era nada fácil. Tenía que respetar sus tiempos de entrenamiento, sus comidas con los macronutrientes necesarios, y sus descansos. Todo debía tener un equilibrio perfecto...
Ese día, cuando MinSuk entraba a la farmacia, KangDae salía.
—¡Entrenador! —dijo algo sorprendido al casi chocarse con él en la puerta— ¡Buenos días! —exclamó con una reverencia.
—¡MinSuk! ¿Dónde vas?
Tardó un tiempo en responder, mirando embelesado a su entrenador. "Tan grande...", pensó MinSuk y se ruborizó ligeramente.
—A... A por unos... Medicamentos para mi abuela... Se le han acabado y tenía que... venir —dijo tímidamente.
—Bien, entiendo.
MinSuk miró la bolsa de suplementos vitamínicos que KangDae llevaba en la mano, con la marca de la empresa de su padre, así que no le hizo falta preguntar nada.
—¡Que pase buen día, señor! —se despidió MinSuk con otra reverencia.
KangDae no se molestó en contestarle. "¿Medicamentos para su abuela?", pensó, "¿Un fin de semana? ¿Tan temprano? Seguro que se trae algo entre manos... Se ha puesto nervioso cuando le he preguntado y ha empezado a tartamudear un poco. Suena sospechoso...".
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...