Días antes de que KangDae ganase la final del campeonato Jiang y Doyun tuvieron que acudir a un compromiso.
—Es genial que KangDae haya pasado a la final —dijo Jiang desde el baño del hotel, cepillándose el pelo—. Estoy seguro de que ganará.
—Confío en que la suerte esté de su lado, ya que creo que el entrenador será capaz de vencer —respondió Doyun, desde la habitación, ajustándose la corbata.
—Vaya... Estás muy guapo... —susurró Jiang con voz seductora, asomándose ligeramente por la puerta.
—No es una cena de gala. Es un evento semiformal. Me alegra que estés aquí para acompañarme.
—Tal vez debió haber venido tu padre... No sé si yo seré de mucha ayuda con esos vejestorios de la industria de la moda —dijo Jiang, mirándose al espejo, un poco inseguro.
Debía acompañar a Doyun a una cena de un evento de moda a la que acudirían marcas para que las que su mayor había modelado. No es que tuviese un trabajo concreto a la vista, pero era un compromiso al que tenían que asistir.
—Estás perfecto —dijo Doyun, colocándose tras él frente al espejo.
Siempre conseguía hacerlo sentir bien y seguro de sí mismo.
—Espera, tengo algo para ti que te quedará muy bien y que me gustaría que llevases esta noche.
Doyun sacó de la maleta dos cajas, una larga y plana y otra cuadrada. Eran estuches de cuero de color verde oscuro, adornados con un ribete dorado.
Al abrir el estuche alargado, Jiang vio un juego de collar y pendientes. Eran de oro rosado y tenían engarzados zafiros rosas.
Los pendientes eran pequeños aros, como los que le gustaba llevar a él, justo de su estilo, pero mucho más glamuroso.
El collar, por el contrario, era una cadena con eslabones de oro rosado, que se ajustaba perfectamente a su cuello, y de la que caía colgando hacia el escote un pequeño conjunto de eslabones, que, terminando en otro zafiro rosa, daban la sensación de querer agarrarlo y tirar de él como si fuese una correa...
—Pero... Doyun... Esto... ¡Esto debe ser carísimo! Yo... Yo no necesito estas cosas... —dijo Jiang, casi sin aliento por la belleza de las joyas.
—No pienses en eso —respondió Doyun.
Jiang sabía que algo así debía ser muy caro, pero si realmente supiera que ese juego había costado 15 millones de Wones [más de 10.000 euros/dólares], le daría un infarto en ese mismo momento.
—No hace falta que gastes tu dinero en mí...
—Te he dicho mil veces que no es "mi" dinero. Es "nuestro" dinero. Todo lo mío es tuyo... Y además, no creas que lo he hecho sólo por ti.
Doyun le colocó las joyas mientras se miraba al espejo, notando lo bien que combinaban con el rojo eléctrico de su cabello, y Jiang parecía extasiado, hipnotizado por tanta belleza.
—Es por mi propio placer... Quiero adornarte con lo mejor sólo para ver lo hermoso que luces con las joyas que yo te doy...
Jiang se sonrojó y bajó la mirada, pero luego la volvió para verse de nuevo en el espejo. Parecía poderoso, rico, de clase alta. Se sorprendió de que le quedasen tan perfectas que parecían hechas a medida para él.
—Basta... Deja de decir esas cosas, que tenemos una cena a la que ir... ¡Verás cuando me vean todos! Estoy deseando aparecer allí llevando esto... —dijo Jiang.
El mayor le acercó la otra caja.
"El reloj", pensó Jiang, por la forma y el tamaño del estuche de cuero.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...