—¡Buenas tardes!
Como cada día al entrar al gimnasio, MinSuk saludaba a todos con una reverencia. Ya tenía claro lo que debía hacer, así que, directamente, dejaba su mochila y sus cosas en un rincón y se ponía a limpiar las máquinas, las pesas, fregar el suelo, etc., mientras veía como sus compañeros entrenaban.
Esto de limpiar podía parecer poca cosa, pero era un esfuerzo físico que lo dejaba cansado. No obstante, tras varios días haciéndolo, poco a poco lo encontraba más fácil.
El cubo de agua parecía ser cada vez más manejable. Las pesas que la gente dejaba fuera de su sitio cuando las usaba, las veía cada vez más livianas. Al principio, incluso para transportar las más pequeñas, tenía que arrastrarlas, y ahora era capaz de cogerlas con dos manos y llevarlas a su lugar.
Para las pesas más grandes, había ideado un sistema de transporte: las colocaba haciendo palanca encima de una colchoneta muy fina y las arrastraba hasta su sitio. "Más vale maña que fuerza", se dijo cuando se le ocurrió desplazarlas así.
Cuando terminaba de limpiar y recoger, observaba la rutina de sus compañeros de gimnasio y de su entrenador.
Siempre se quedaba embobado, ensimismado, viendo los saltos, los golpes, los esquives...
Pero su mirada se dirigía mayoritariamente a KangDae. Su cuerpo fuerte y su carácter dominante le provocaban una atracción que no sabía describir.
Le encantaba la expresión de su rostro cuando golpeaba el saco de arena, o cuando daba las órdenes: cambios de ritmo, saltos, golpes, saltos, golpes...
La mayoría de las veces, entrenaba con ellos, saltando, golpeando y esquivando. La expresión de su cara durante los entrenamientos era dura, autoritaria, pero con una tranquilidad que hacía parecer que disfrutaba de cada minuto de ejercicio.
—Vamos, ¡ponte ropa de entrenamiento apropiada! —le gritó KangDae cuando ya estaba terminando el entrenamiento con el resto de sus alumnos.
—¿Yo? —susurró MinSuk.
—¡Sí, tú! ¿Me vas a hacer repetirlo todo mil veces?
—Pe... Pero... ¿No está bien así?
MinSuk solía usar el chándal del uniforme para ir al gimnasio, pero ahora KangDae se había empeñado en vestirlo como se vestían todos ellos. ¿Qué clase de plan estaría urdiendo ahora para torturarlo?
—¡No! Ponte otra cosa. Hoy vas a entrenar fuerza.
Sin embargo, la orden no era fácil de cumplir. Toda la ropa que tenían allí le estaba extremadamente ancha...
—Jiang... ¡Jiang!
—Sí, entrenador.
—Dale algo tuyo, esta ropa no le está bien...
—¿Y por qué tengo que darle algo mío?
—¡Porque eres el de complexión más pequeña aquí! ¿Qué quieres? ¿Que le preste ropa Mubang? ¡Mira a ese crío! ¡Caben diez como él en su camiseta!
—¡Pues no tengo ropa! Sólo la limpia que ponerme, y dudo que sea su... Estilo... —dijo pícaro.
—Yo tengo esta ropa —dijo Doyun ofreciendo una camiseta y un pantalón corto limpios, pero aun así era demasiado grande.
—Está bien... Voy a ver si en mi oficina tengo algo de mujer que pueda ponerse.
Cuando MinSuk se vistió con la ropa que KangDae le había dado, provocó la risa de todos en el gimnasio.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...