—¡Maldito crío! —gritó Jiang en cuanto vio a MinSuk entrar en el gimnasio— ¿Cómo te atreves a hacerle eso a Mubang? ¿Quién te crees que eres?
—¡Jiang, espera! —intentó tranquilizarlo Doyun.
—¡¿Te parece divertido?! —gritó dándole un fuerte empujón a MinSuk.
—Jiang hyung... —intentó decir.
—¡No me llames así! —le espetó— ¿Os lo habéis pasado bien con él tú y tus amiguitos?
—No... No es así... Yo no... —intentaba explicar MinSuk, tartamudeando.
—¿Que no es así? ¿Vas a negar lo que le hicisteis el sábado? ¡Nunca perdonaré a nadie que se meta con Mubang! —dijo Jiang, acercándose con el puño en alto, amenazante.
—¡Jiang, déjalo! —ordenó KangDae, y éste, apretando los dientes, se detuvo.
—¡Ah! —gritó de rabia.
—MinSuk, en verdad que no me esperaba esto de ti —dijo KangDae—. Pensaba que eras diferente, pero sólo eres un niño rico que no piensa en absoluto en los sentimientos de los demás. ¿Cómo he podido dejarme engañar por ti? Estás acostumbrado a hacer siempre lo que te da la gana ¿verdad?
"¿Cómo ha pasado esto?", se preguntó MinSuk. "Yo... Yo sólo quería tener amigos..."
A lo largo de su vida, MinSuk no había tenido muchos amigos. A veces jugaba con otros niños en el colegio, pero no tenía a ningún compañero al que llamar, propiamente, amigo.
Cuando empezó en el instituto, su aspecto pequeño y delgado, y su carácter introvertido no le granjearon la simpatía de los demás.
Era muy inteligente y siempre sacaba buenas notas, motivo por el que algunas personas, con intenciones ocultas, se acercaban a él. Todos, querían sacar provecho de su fama de niño bueno, copiar sus trabajos, o dejar que el joven se encargase de todo, mientras los demás se limitarían a poner su nombre en los trabajos grupales y proyectos que les encargaran.
Su disciplina en los estudios también provocaba envidias y que muchos, en vez de dirigir sus esfuerzos en mejorar ellos mismos y superarlo, dirigieran sus intenciones en hacerle daño para derrotarlo.
Nunca había tenido amigos, como tal.
La situación había empeorado en el último año, donde los abusos verbales y físicos en el centro escolar y, por desgracia, también fuera de él, se habían incrementado.
Uno de los que más impacto le causó fue el perrito, aquel perrito...
Saliendo del instituto, cerca de una tienda de comestibles, MinSuk encontró un día a un pobre cachorro abandonado. Automáticamente, sintió cierta simpatía por el can, pues, en cierta medida, le recordaba a él mismo.
Compró unas barritas de pollo seco y se acercó para dárselas. El perro, aunque en un principio se mostró temeroso, nada más escuchar el crujir de la bolsa y el olor de la carne seca, se acercó a las amables manos de MinSuk y comió congratulado la golosina que se le ofrecía.
Rápidamente, le tomó mucho cariño al perrito, aunque sabía que no podría llevarlo a casa, pues su padre no permitía mascotas.
Casi todos los días, al salir del instituto, por muy liado que estuviera, intentaba pasar siempre frente a la tienda, comprar alguna golosina y dársela al cachorro. Algunos días no lo encontraba, pero casi siempre, podía reunirse con él. Al principio, sólo comía, pero cuando cogió la confianza, incluso dejaba que lo acariciase.
Todo cambió cuando sus compañeros, aquellos que siempre se metían con él, se enteraron de esta intrépida rutina.
—¿Le gastamos una broma?
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...