Durante el tiempo que estuvieron preocupados por la empresa del padre de MinSuk y la estrepitosa caída de acciones que había sufrido, KangDae, por su parte, también tuvo que enfrentarse a algunos problemas.
Tras el tiempo de inactividad, el boxeador estaba obligado a competir para no perder nuevamente su licencia, pero no solo debía competir, ¡tenía que ganar!
Pronto notó que algo había cambiado con sus compañeros de profesión...
Muchos que decían admirarlo y que incluso habían podido dejar atrás la acusación de acoso escolar, no parecían tener ahora la misma actitud una vez se había hecho pública su orientación sexual.
Se dio cuenta de que, al chocar los guantes en el ritual que comenzaba cada combate de boxeo, o le dirigían miradas de desprecio o no lo miraban en absoluto, como si les diera asco que él se cruzase en su campo de visión.
Era desagradable, pero KangDae, que se había enfrentado a dificultades toda su vida, logró transformar ese desprecio en combustible para su energía y dar lo mejor de sí en cada combate, destrozando a sus rivales y pasando de una pelea a otra.
Superó el primer combate para pasar de categoría (sesentaicuatroavos de final), y el segundo (treintaidosavos de final), y el tercero, (dieciseisavos de final), e incluso pasó a octavos de final.
Pese a sus victorias, casi todos lo depreciaban, de hecho fue precisamente en el pase a octavos de final cuando escuchó en los vestuarios una conversación donde participaban sus compañeros boxeadores, y algunos entrenadores y representantes.
—¿Ese es el marica no?
—Lo es. Qué asco.
—Maricón y acosador...
—Seguro que era un acosador porque no follaba y quería darle por culo a alguien —decían entre risas.
—No sé cómo le dejan boxear...
—¡Eh, cuidado! Que hoy viene ese sucio marica. Tapaos el culo... Por si acaso... —bromaban otros.
—¡Proteged el culo cuando estéis con él en el ring! Que con esta gente nunca se sabe... —reían otros cuantos.
KangDae entró de golpe, dando un portazo a la puerta del vestuario y les dirigió a todos una mirada furibunda, directa a los ojos, con la cabeza erguida y el rostro firme.
Se callaron inmediatamente. Algunos incluso se levantaron de un salto ante la imponente presencia de KangDae.
Aquellos que eran tan valientes a la hora de criticarlo por la espalda, no se atrevían a decirle nada de frente.
El campeón del cinturón verde, como si no le importaran sus comentarios, y como si considerase irrelevante aquellas presencias, empezó a desnudarse sin mediar palabra y se digirió a las duchas.
No volvió a escuchar un comentario más durante ese combate, que, por supuesto, también ganó.
Pero no todo eran desaires.
—¡KangDae! My friend! —gritó El latino con los brazos abiertos.
—Durán, me alegro de verte —respondió KangDae con una respetuosa reverencia.
—Aigo... ¡Abrazo! —respondió Durán, ignorando las costumbres coreanas y dándole un fuerte abrazo que terminó con varios golpes intermitentes en la espalda.
—¿Cuándo has venido? Enhorabuena por tu victoria en los nacionales de tu país.
—¡Tú también ganarás en tu país! —contestó Durán— Por eso venir. Por eso venir a verte.
ESTÁS LEYENDO
Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...