—¿Tienen que avisar a Doyun?
—Me temo que sí, señor —respondió el director del banco.
—Pero yo estoy en la cuenta...
—Sí, señor, pero al ser una cantidad tan grande de la que usted quiere disponer, tiene que autorizarlo también el otro titular de la cuenta. Es obligatorio —le explicó el hombre.
Desde que se fueron a vivir juntos, y como Doyun tenía plena confianza en él, había autorizado a Jiang en su cuenta del banco, para que, en caso de emergencia, él también pudiera disponer del dinero.
—¿Cuánto puedo sacar sin su autorización? —preguntó Jiang y pudo ver la mirada de sospecha en la cara del director del banco.
—Aproximadamente... Unos dos tercios de lo que está solicitando. No obstante, el señor Min Doyun cuando acceda a la banca electrónica desde su teléfono o el ordenador, podrá ver el movimiento de salida de dinero en efectivo... —contestó el director, con un cierto toque de advertencia en su voz.
Jiang sabía lo que pensaría ese hombre, pero no le importaba. Se imaginaría que él solo era un vividor, una sanguijuela que quería sacarle el dinero a Doyun. ¿Y no lo era?
"¡No!", se escuchó diciendo a sí mismo en su mente, "¡se lo devolveré! Aunque tenga que trabajar toda la vida... ¡Se lo pagaré!"
—Está bien, señor director, hablaré con Doyun primero. No voy a sacar nada de dinero hoy...
—Como desee, señor.
Al marcharse del banco caminó por una calle de la ciudad. Parecía hermosa y llena de vida. La gente pasaba a su lado, cada uno ocupado en sus propios asuntos. "¿Serán felices?", pensó Jiang, "¿llevará alguien en su mente una carga como la que llevo yo? ¿Estarán alegres o afligidos? ¿Se preocuparán? ¿Pensarán?", se dijo mirando el barullo.
Se sentó en el borde de una fuente y pensó en la conversación que había tenido con DakHo unos días antes.
"Veo que por fin me has desbloqueado. ¿Me has echado de menos?", preguntó DakHo en un mensaje.
"¿Qué es lo que quieres?", respondió Jiang.
"¿Qué te pasa? Antes eras más cariñoso conmigo"
"Dime qué quieres de mí. ¿Cuánto me vas a pedir para que borres el maldito vídeo?"
"Te lo diré en persona. Vamos a reunirnos en la cafetería que hay cerca del metro"
"No pienso reunirme contigo. Dime ya qué quieres y acabemos con esto"
"Si no vienes, publico el vídeo con menciones especiales a tus suegritos. Ya he visto quienes son y tienen mucha pasta".
—Maldito desgraciado... —dijo Jiang entre dientes, mirando el teléfono.
"Cuándo."
"Mañana a las 10. No llegues tarde. Y ponte sexy... Como a mí me gusta"
—Cerdo asqueroso... —murmuró.
—¿Has dicho algo, Jiang?
—No... Digo... Sí. Mañana no podré ir a la pelea del entrenador.
—¿Qué? —dijo Doyun sorprendido, aún con el cepillo de dientes en la mano— ¿Por qué?
—Tengo... Cosas. Cosas urgentes que hacer.
—¿Puedo ayudarte?
—¡No!
—¿Tan urgentes son como para perderte la pelea de la final del entrenador KangDae?
—Sí. Son muy importantes. Lo siento.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...