—¿Qué? ¿Cómo ha dicho? —preguntó MinSuk mientras su rostro se tornaba completamente pálido.
—Pero, ¿qué te pasa? —dijo KangDae, viendo la expresión del joven.
—No... ¡No! —gritó el pequeño, dando un paso atrás cuando su entrenador trataba de acercarse.
La noticia lo había impactado con tanta fuerza que su mente era incapaz de procesarla.
Había ido al gimnasio esa tarde como de costumbre. Faltaban solo dos días para la final y apenas tenía tiempo de ver a KangDae.
Ya había terminado su entrenamiento cuando lo escuchó hablar con el dueño del gimnasio.
MinSuk sabía que su entrenador, cuando se retirara, iba a dar lecciones de boxeo a niños y a adolescentes, y se puso muy contento cuando supo que ayudaría a jóvenes involucrados en casos de acoso escolar.
—¿Podrás manejarlo Kang? —le preguntó el dueño del gimnasio.
—Sí. Sé cómo hacerlo, pero no deben ser grupos grandes. Unos cuatro o cinco alumnos como mucho.
—Está bien. ¿Te harás responsable si causan aquí algún destrozo?
—¿Dudas de mi capacidad de entrenamiento? ¡Por supuesto que me haré cargo! Sé exactamente lo que necesitan esos críos: mano dura. Me ocuparé de ellos.
El joven alumno se acercó al entrenador, esperando que acabase de hablar para poder estar un rato a solas con él. Sus compañeros del gimnasio, que también estaban muy liados en los últimos tiempos, ya se habían marchado.
—Tus ingresos seguirán dependiendo fundamentalmente de patrocinios y colaboraciones, ¿verdad? No veo muy rentables lo de las clases a esos críos... —protestaba el dueño.
—Ese será mi problema. Además, tu gimnasio seguirá patrocinado, y por buenos mecenas —dijo señalando a MinSuk con la mano y el joven hizo una pequeña reverencia, al verse incluido en la conversación repentinamente—, así que no te preocupes...
—Está bien KangDae. Espero seguir contando contigo y que esos niños "problemáticos", no sean tan problemáticos... ¡Hasta pronto! ¡Mucha suerte en la final! —le dijo el dueño, marchándose.
—Entrenador, ¿qué le sucede al dueño? ¿Por qué está tan preocupado? —preguntó MinSuk cuando se quedaron a solas.
—Le preocupa que los niños a los que voy a enseñar a boxear monten jaleo, que rompan algo, que sean agresivos... Esas cosas.
—Pero, no tiene sentido. Los chicos víctimas de acoso escolar, no suelen ser así —dijo MinSuk con inocencia.
KangDae se volvió hacia él, mirándolo como si se diera cuenta en ese momento de que su joven alumno no había entendido la situación.
—MinSuk... —dijo despacio— No voy a entrenar a las "víctimas". Yo voy a tratar con los agresores, voy a entrenar a los acosadores —sentenció.
Se hizo un silencio hueco entre ellos.
—¿Qué? ¿Cómo ha dicho? —preguntó MinSuk mientras su rostro se tornaba completamente pálido.
—Pero, ¿qué te pasa? —dijo KangDae, viendo la expresión del joven.
—No... ¡No! —gritó el pequeño, dando un paso atrás cuando su entrenador trataba de acercarse.
La respiración de MinSuk comenzó a hacerse más agitada.
—Pero... ¿Por qué? ¿Por qué haría usted eso? No puede hacerlo. Es... Es al contrario... Quienes sufren el acoso son los que deben aprender a defenderse. ¡Como me pasó a mí!
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...