—Está pocho... —dijo Mubang mirando las alicaídas hojas de la planta de aloe vera.
KangDae lo había colocado en el interior del gimnasio, en un punto donde pudiera verlo desde todas direcciones en que se encontrara y mirara hacia él.
—Entrenador, ¿está intentando matar el cactus? —preguntó Jiang, directo.
—Bueno... Dejadlo y venid a entrenar —dijo el entrenador, pero no en un tono de órdenes, como era lo característico en él, sino en un tono que reflejaba más bien una necesidad por esconder su vergüenza por no saber cuidarla.
—Tal vez necesite más sol —dijo Jiang, acercando la cara a la maceta, intentando descubrir qué problema podía tener.
—¿La ha regado mucho, entrenador? —preguntó Doyun.
—Bueno... No sé... Le echo agua todos los días...
Sí. La jardinería no era uno de sus puntos fuertes.
—¡Oh! —dijo Jiang— ¿La cuida todos los días? Cómo se nota que se la regaló MinSuk...
—¿Qué estás diciendo? Mira, a mí no me importa esa estúpida planta... Vamos a entrenar... —dijo KangDae.
—Entrenador —lo interrumpió Doyun—, creo que regarla a diario no es lo más recomendable... La planta podría morir si se le encharcan las raíces.
—Pues yo creo que está medio muerta ya... —dijo Jiang sujetando una hoja y viendo como al soltarla, ésta caía de manera lánguida hacia el suelo.
—Si quiere, entrenador, puedo llevármela, trasplantarla a otra maceta e intentar salvarla... —dijo Doyun.
—¿O por qué no la tiras ya? —rió Jiang— Si tan poco importa, puedo tirarla a la basura yo mismo...
El entrenador frunció el ceño y habló con voz profunda.
—Si alguien toca mi cactus, lo mataré.
Hizo un gesto con la mano indicándoles a todos que se pusieran a entrenar, pero después llamó a Doyun.
—Luego me explicarás cómo es eso de trasplantar a otra maceta... —le dijo.
—Sí, entrenador —asintió Doyun.
Los días pasaban.
Pasaban para KangDae, inexorablemente, entre las rutinas de ejercicio, las clases a sus alumnos, sus eventos y sus dietas estrictas.
Y para el pequeño MinSuk entre sus estudios, proyectos en grupo, exámenes, prácticas en el laboratorio y entrenamientos en el gimnasio que, si bien eran duros, resultó ser un buen contrapeso para equilibrar la balanza de su estrés.
Sin embargo, había algo que los dos pensaban en silencio: su relación actual, aún no había sido definida.
No eran amigos, novios o hermanos. Aunque tenían claros sus sentimientos, ninguno de los dos había dado un paso para explicitar exactamente el tipo de relación que tenían ahora. De momento sólo parecían ser entrenador y alumno.
—Y el lunes incrementarás dos pesas más. ¿Me oyes, mocoso? ¡¿En qué estás pensando?!
—El lunes no podré venir, entrenador. Tengo un proyecto...
—¿En esa maldita facultad tuya sólo saben mandar trabajos en grupo? ¿Dónde queda el autoestudio y la investigación?
—Yo... —titubeó MinSuk.
—No, no me contestes. No comentaré nada sobre la basura de sistema educativo que tenemos porque yo no tengo ningún título oficial, y pensarás que no soy objetivo. ¿Cuántos días te vas a dignar a venir la semana que viene? —preguntó KangDae, malhumorado.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...