Nota: agarraos, que vienen curvas.
***
MinSuk llegó aquella tarde al gimnasio muy feliz.
—¡Enhorabuena! —gritó Jiang nada más verlo— ¡Tu documental tiene un montón de visitas!
—Se ha viralizado bastante —coincidió Doyun.
—¡MinSuk es genial! —dijo Mubang aplaudiendo.
—Bueno... Sí... Mocoso... Has... Has hecho un buen trabajo —dijo KangDae, haciéndose de rogar.
—Yo... Yo quería dar las gracias a todos —dijo MinSuk haciendo una gran reverencia ante sus compañeros—. Porque ha sido gracias a vosotros que he podido hacer todo esto.
—¡Ven aquí pequeño! —dijo Jiang, agarrándolo de la cabeza, como si estuviese haciéndole una llave de artes marciales y le alborotó el pelo.
—Bueno, poneos a entrenar —dijo KangDae.
—Y... ¿Estás mejor? —le preguntó Jiang en voz baja a MinSuk— De salud... Ya sabes... De lo que te pasaba...
—Algo mejor, hyung —contestó MinSuk con una sonrisa.
—Estupendo. ¡Vamos a entrenar!
La situación parecía mejorar para todos, yendo en una escala ascendente de logros principalmente para el joven MinSuk y para KangDae. Todo estaba a punto de ser destrozado.
Se abrió la puerta.
Entró en el gimnasio un joven y, caminando despacio, se dirigió al grupo. Sólo dos personas lo reconocieron. Una de ellas fue MinSuk.
—¡Profesor Taeri! —exclamó el pequeño, sorprendido de verlo— ¿Qué hace aquí? ¿Le dije dónde estaba mi gimnasio? Por cierto, ¿se encuentra mejor? Ayer cuando le enseñé el documental le afectó mucho, tenía muy mala cara... ¿Profesor?
Taeri pasó a su lado, lo miró, pero continuó andando como si no reparara en su presencia, como movido automáticamente por un resorte.
—Hola, KangDae. Ha pasado un tiempo —dijo con una voz neutra, sin sentimientos.
El rostro del entrenador estaba pálido, y su mandíbula parecía contraída por la tensión. El recuerdo lo golpeó con la fiereza de un puñetazo en el estómago.
Tenía una expresión que nadie jamás se la había visto en los combates, parecía... Temor.
—Taeri... —susurró KangDae, con una voz apenas audible.
—Me alegra que te acuerdes de mí. ¿Has pensado en mí estos años? Yo he pensado mucho en ti.
Nadie parecía entender lo que estaba pasando, pero notaban la expresión de pánico, de auténtico espanto, en el rostro del entrenador.
Pero... ¿Por qué? Por qué ese joven escuálido, con gafas y pelo rizado, y que lo superaba en estatura hasta el más joven de los alumnos, parecía haber dejado sin habla al entrenador.
—¿No dices nada? —preguntó Taeri.
—Profesor... ¿Conoce al entrenador? —quiso saber MinSuk, confundido.
—Oh... Claro que lo conozco. Lo conozco bien. Nos conocimos hace años. ¿Verdad, 'amigo'? —dijo con un tono de burla, de sarcasmo— Así que este es tu gimnasio... Llevas una buena vida, a la que no creo que tengas derecho.
Como el entrenador no decía nada, el resto de sus alumnos permanecían inmóviles. Todos estaban paralizados, contemplando la escena.
Taeri miró alrededor y caminó unos pasos en círculos, contemplando el recinto, y volvió a su lugar, justo enfrente de KangDae.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...