Capítulo 22.- Por algo importante (Jiang)

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—¿Padre? —susurró despacio.

Jiang tardó unos segundos en procesar la información.

Miró al señor en cuyo regazo aún estaba sentado y, tras darse cuenta de la similitud de facciones con Doyun, saltó dando un respingo tan grande que casi se cae.

—Yo... Yo... Lo siento, señor. Esto no es...

Sin darle tiempo a decir nada más, Doyun lo tomó fuertemente de la muñeca y lo arrastró fuera de la estancia.

—¡¿Se puede saber qué estás haciendo?! —le gritó— ¿Es que no has tenido bastante? ¿Aún sigues caliente? ¿Qué eres? ¿Un perro? ¿Un perro en celo?

—Tu... ¿Tu padre? —balbuceaba Jiang, aún sin poder creerlo.

—¿Por qué eres así? —le regañaba Doyun— ¿Por qué siempre tienes que ponerte en vergüenza a ti mismo?

La mente de Jiang estaba en shock, no lograba comprender qué sucedía.

—Pero... ¿Por qué tu padre estaba ahí con esos hombres? ¿Qué estabas haciendo?

—Mi padre es también mi representante. Como te he explicado en el cuarto de baño, estábamos en una reunión de negocios. ¡Quieren contratarme para ser la imagen de su marca!

—Es que... Sé que eres modelo pero... En estos mundos... Yo sé lo que pasa... —tartamudeando, Jiang intentaba justificar el porqué de sus sospechas.

—¡Y yo también! ¡Soy mayor que tú! Sé de sobra lo que pasa en estos mundos. ¿Por qué crees que traigo a mi padre a las reuniones? ¿O te piensas que soy uno de esos modelos que se acuestan con los promotores para conseguir contratos?

Sí, lo había pensado. No sabía cómo, pero lo había pensado.

¿Cómo podía haberle pasado tan siquiera por su imaginación? Conocía bien a Doyun. Era muy formal, calmado, tranquilo, tanto que a veces podía dar la impresión de ser un poco frío. No tenía sentido haber pensado eso de él.

Pero... Es que, tal vez... Quería pensarlo. Tal vez, quería aferrarse a la idea de que Doyun era un hipócrita, y que pese a defender tanto la integridad, acabaría traicionando sus principios, arrastrándose y entregándose a cualquiera por dinero, fama o reconocimiento.

Quería pensar eso porque... Quizás así, sus palabras... No le dolieran tanto.

—Dios... Me sorprende que hayas pensado eso de mí —respondió Doyun ante el silencio confirmatorio de Jiang,

—Es que yo vi... —empezó a hablar, pero no supo qué más decir.

—Lo que viste. ¿No me conoces? ¿No esperaste siquiera una explicación primero? Ahora mismo estoy tan... defraudado —dijo Doyun llevándose la mano a la frente, en señal de auténtico agotamiento por las emociones vividas esa noche.

—Doyun...

—Deberíamos irnos a casa...

—¡No! Espera... Yo... ¡No puedes irte! —dijo Jiang, con cierta angustia en su voz— Lo... Lo que ha pasado. ¡Lo que me has hecho! ¡Tienes que hacerte responsable!

—¿Lo que yo te he hecho? ¿Y de lo que tú me has hecho a mí no piensas responsabilizarte?

—No... Tú... ¡Tú eres el que me lo ha hecho a mí! Tú tienes que hacerte responsable.

Hubo una pausa en la que se hizo un silencio sepulcral. A oídos de ambos ni siquiera se escuchaba el barullo del restaurante. Sólo estaban ellos dos solos, y la mirada de cada uno clavada en los ojos del otro.

Los chicos del boxing [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora