—¡Es que no entiendo por qué tenemos que ir a estas revisiones! ¡Y encima con lo que llueve!
—Abuela, es necesario. Ya tienes una edad que...
—¡Yo estoy sana como una pera! ¡Os pienso enterrar a todos!
—Madre, deja de protestar y súbete al coche o te subo yo.
—¡Eres un mandón! ¡Ese carácter lo sacaste de tu padre! —protestaba la abuela mientras se subía al coche.
Ese día había un poco de jaleo en el hospital. La fuerte lluvia había provocado un accidente en una de las carreteras y estaban remitiendo allí a varios heridos, por lo que, durante un tiempo, tuvieron que agrupar a varios pacientes juntos.
A la abuela la sentaron al lado de un señor malhumorado que estaba junto con su esposa.
—¡Me duele! Me duele el brazo —protestaba el hombre, como si fuera el único paciente al que tenían que atender.
—Ya lo sé, cariño. Espera aquí un rato más que ahora viene nuestro hijo...
—¡Me duele el brazo! ¿Por qué hemos tenido que venir? ¡Yo estaba muy tranquilo en casa!
—Bueno, quédate aquí un ratito que ahora nos atenderán —dijo la esposa, con voz conciliadora.
"Qué pesado", pensó la abuela. "¿Se cree que es el único aquí? Es un maleducado"
Cuando por fin dejaron entrar a los familiares que no habían podido hacerlo hasta ese momento, MinSuk y su padre se dirigieron hacia la abuela.
—Madre, en breve harán tus pruebas. Parece ser que los médicos están muy liados.
—Entiendo... Qué le vamos a hacer. ¡Un momento! ¿Ese no es...? ¡KangDae! ¡KangDae, hijo!
Todos miraron hacia atrás y por la puerta acababa de aparecer KangDae que, junto con su paraguas, sujetaba unos botes de medicinas.
—¡Señor Lee KangDae! ¡Buenos días! —dijo el padre de MinSuk.
—¡Señor Kim CheWon! ¡Me alegro de verle! Abuela, ¿cómo está? —dijo KangDae, acercándose a ellos.
De repente, el señor de al lado de la abuela, pareció enloquecer y comenzó a gritarle a KangDae.
—¡Inútil! ¡Eres un bueno para nada!
Nadie tuvo tiempo de hacer aclaraciones, pues el señor, comenzó a arrojarle a KangDae las cosas que tenía a su alcance, un vaso con agua, botes de medicamentos, una bolsa de suero...
KangDae intentó acercarse a él para detenerlo, al igual que varias enfermeras, pero el hombre estaba muy enfadado y temían que pudiera hacerse daño.
La situación parecía peligrosa, y nadie lo suficientemente valiente como para encararla.
—¡Maldito idiota! —le gritaba a KangDae.
—¡Cariño! ¡Tranquilo! —le pedía su esposa.
—¡Eres un inútil!
—¡Deja en paz a mi KangDae! —gritó la abuela.
Y en ese momento, ni corta ni perezosa, la abuela que estaba muy cerca del hombre, agarró el paraguas del boxeador y le atizó un paraguazo en la cabeza con la fuerza de un partidor de melones...
Todo el mundo se quedó boquiabierto.
—¡Abuela! —gritó MinSuk.
—¡Madre! —exclamó el señor Kim CheWon.
ESTÁS LEYENDO
Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...