Capítulo 82.- Mérito y capacidad (Señor CheWon y MinSuk)

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—Maldita sea... —susurró el padre de MinSuk en su escritorio— Buitres... Buitres carroñeros... —murmuró entre dientes.

—Hijo... ¿Estás bien? —preguntó su madre entrando en la oficina.

Él se levantó y miró por la ventana, contemplando el jardín de su casa.

—Madre, ¿recuerdas cuando MinSuk era pequeño? Su madre, él y yo jugábamos en el jardín muchas tardes. A él le gustaban más las flores que el balón. Tenía que haberme dado cuenta en ese tiempo de que él era diferente. Si su madre estuviese aquí, ¿qué haría ella? Siempre fue tan buena... Tan razonable...

—Creo que MinSuk tiene mucho de ella... —respondió su madre, acercándose y mirando también por la ventana— Aunque la inteligencia, debo decir, que la ha sacado a mí...

El señor CheWon sonrió.

—¿Qué quieres, madre?

—Saber como estás. Y decirte que no te preocupes, tengo la corazonada... De que todo va a salir bien mañana.

—¿Sí? ¿Cómo estás tan segura?

—Yo... Bueno hijo, ¡lo presiento! ¡Deja de interrogarme! —dijo elusiva.

—¿Interrogarte? Madre, me da la sensación de que estás más nerviosa que yo por la junta extraordinaria de mañana.

—No. Sé que todo saldrá bien. De hecho, yo asistiré también a la junta.

—¿Tú? Sé que tienes una pequeña parte de las acciones, pero jamás has ido a una junta. Siempre has delegado en mí tus decisiones.

—Bueno, pues ahora quiero ir. Tengo voz y voto. ¿Tengo que darte explicaciones de todo lo que hago? ¡Ya soy mayorcita! ¡Iré y punto! —dijo marchándose del despacho.

"¿Pero qué mosca le ha picado? ¿No venía a darme ánimos?", pensó unos instantes el señor CheWon, pero su preocupación lo devolvió rápidamente a su mundo.

Ese día había sido de una actividad frenética, como los anteriores desde que se destapó el escándalo de las preferencias de su hijo. Estaba agotado. Y no había visto a MinSuk en todo el día.

"¿Qué estará haciendo este muchacho?", se dijo. "Deberíamos estar preparando una estrategia común. No cederé ante chantajes de la junta...", pensó apretando los puños.

El día siguiente amaneció de un color radiante, no así el rostro del señor Kim CheWon, en el que se dibujaba la angustia.

—¿Y MinSuk? —le preguntó a su madre durante el desayuno.

—Ha salido muy temprano. No te preocupes, estará a tiempo para la reunión.

—¡No me esperaba esta irresponsabilidad por su parte! ¡Deberíamos ir juntos!

—Hijo, tranquilo. Llegará. Voy a arreglarme y nos iremos nosotros dos. Él irá directamente para la empresa. Lo llevará KangDae.

CheWon negó con la cabeza en gesto de reprobación, pero no podía hacer nada.

Cuando terminó el desayuno, se colocó el traje negro, con una camisa blanca y una corbata gris a rayas, seria y sobria, como la ocasión requería.

Su madre llevaba un modesto y elegante traje de chaqueta azul oscuro, que hacía juego con el azul frío y profundo de sus ojos.

—¿Vamos? —dijo la abuela de MinSuk con el tono de quien va a una fiesta, en vez de a una reunión de trabajo.

—Vamos —le respondió su hijo en tono indiferente.

Los chicos del boxing [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora