—Entrenador... —le susurró MinSuk cuando terminaron la rueda de prensa y se despidieron de todos los demás— Entrenador a mí... Me gustaría que hoy fuésemos a su casa...
—¿A mi casa? —preguntó KangDae, metiendo su ropa y sus pertenencias en la gran bolsa de deporte.
—Sí... A su casa... —contestó el pequeño, de forma tímida, casi ruborizándose.
—¡¿A mi casa?! —exclamó KangDae, entendiendo la situación— ¡No! ¡Claro que no! Hoy no he comido nada. Estoy agotado. Por supuesto que no iremos a mi casa.
—Pero... Pero... ¡Yo le haré la cena! ¡He mejorado mucho en la cocina! Y... Y luego... Podemos descansar después de...
—¡Qué no! ¿Por qué quieres hacerlo ahora?
—Yo... Porque hoy han sido muchas emociones... Además, llevo mucho tiempo sin hacerlo...
—¡Pues el mismo que llevo yo, mocoso!
—Pero yo hoy, cuando lo vi en el cuadrilátero estaba tan agitado que... Sentí muchas ganas de... Estar con usted, y creí que usted también las había sentido...
—Sí —confesó KangDae—. Las sentí. Pero creo que estoy al límite de mis fuerzas. ¿Te piensas que tengo una resistencia ilimitada?
—Yo... Ciertamente, esperaba un poco más de resistencia del campeón de boxeo... —susurró MinSuk con una punzada de decepción y de impertinencia en la voz que, por supuesto, KangDae notó de inmediato.
—¿Qué has dicho, maldito mocoso?
Lo acorraló contra la pared y con su puño dio un golpe tan fuerte en ella que MinSuk la sintió temblar bajo su nuca.
MinSuk no se achantó ni temió. Al contrario, contestó aún más altivo.
—¡Pensé que usted tendría algo más de resistencia! Como para cumplir con una petición tan simple... —su voz comenzó enérgica, pero se fue apagando a mitad de la frase, mientras notaba una chispa de ira arder en los ojos de su entrenador.
—Así que... Resistencia, ¿eh? Mira, maldito crío inútil, irás a mi casa hoy si eso es lo que quieres, pero prepárate porque no voy a tener piedad contigo...
Se había acercado tanto a su rostro para decir la frase que MinSuk perdió la respiración. Automáticamente juntó las piernas y las frotó para tratar de disimular cómo la emoción se despertaba en él.
Salió corriendo hacia el coche en cuanto KangDae apartó su brazo de la pared, dejándolo libre de la trampa en la que lo había encerrado.
El entrenador agarró su bolsa de deporte y, tras mirarse unos segundos al espejo, se alegró de que a MinSuk no le importasen los estragos que el cansancio había causado a su rostro, o las pequeñas heridas que acababa de curarse, y que aún se sintiera atraído por él.
Con una triunfante expresión de sonrisa, siguió a su alumno hasta el coche.
En cuanto llegaron a la casa, MinSuk trató de dirigirse a la cocina.
—Le prepararé algo de cenar si quie...
No había terminado de hablar cuando el entrenador lo sujetó y, atrayéndolo hacia sí, lo besó apasionadamente.
Los labios de KangDae buscaban los suyos como si estuvieran hambrientos, sedientos de su amor y de su presencia. Unieron sus bocas como si el cansancio y dolor de aquellos últimos días, pudieran borrarse con solo un beso.
—En... ¡Entrenador! —dijo MinSuk, tratando de tomar aire.
Pero otro beso le impidió seguir hablando.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...