Capítulo 86.- Lo somos (KangDae y MinSuk)

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—¡Señoras y señores! ¡Da comienzo el combate de la final del campeonato! —gritó la emocionada voz del comentarista.

KangDae miró hacia arriba, respiró hondo y, tratando de dejar su mente en blanco y de superar las adversidades con la fuerza con la que lo había hecho siempre, separó las cuerdas del cuadrilátero y subió al ring...

Su rival era bastante más grande y corpulento que él. Tenía la piel negra como el ébano y sus guantes rojos destacaban como dos brillantes luces en sus puños.

Lo conocía, había visto sus combates y estudiado sus movimientos. Era consciente de que tenía una fuerza impresionante, muy superior a la suya.

Estaba pensando en eso cuando trató de atacar, pues la campana ya había sonado, pero antes de poder hacerlo recibió un puñetazo en la mandíbula que lo hizo trastabillar.

El estadio estalló en exclamaciones...

—¡Señoras y señores! ¡Increíble! Primer golpe para el campeón del cinturón verde, que parecía tener la guardia baja.

KangDae miró a su rival furibundo. Él también había estudiado sus movimientos y sabía que siempre atacaba primero, y, para neutralizarlo, se había adelantado. Pero había sido culpa suya, por tener la cabeza un poco distraída.

No estaba dispuesto a cometer ese error por una segunda vez.

Se acercó a él. Una lluvia de puños cayó sobre el oponente, golpeando y alejándose para esquivarlos, agachándose y aprovechando su diferencia de altura, pues KangDae no era tan alto como él, para golpear sus costillas.

—¡Revancha de KangDae, señores! ¡Qué manera de golpear! ¡Directo al abdomen!

El graderío gritaba de emoción. Estaba siendo un combate impresionante.

—¡Termina el primer round! —indició el locutor al oír la campana— ¡Qué combate! ¡Qué final!

En las siguientes rondas quedó clara la superioridad física del oponente, y la capacidad estratega de KangDae. El público lo estaba disfrutando, estaba siendo una final como pocas que se hubieran tenido en los últimos años, pero el combate les pasaba factura...

En los últimos asaltos, KangDae estaba realmente agotado. La sangre brotaba por su piel, desde la ceja y desde el labio, y tenía los ojos hinchados.

Su rival también sangraba, pero el color de su piel disimulaba las manchas de sangre, y, junto con su increíble resistencia, le otorgaba un aspecto vivaz, como si estuviera a punto de empezar el primer round.

KangDae miró entre el público, a la banca cercana al cuadrilátero donde MinSuk debería estar, pero no había nadie...

Fijó la vista en el suelo unos instantes, mientras la tristeza lo invadía.

Era la cima de su carrera, estaba en la cúspide, y estaba... completamente solo.

¡Cuánto pesaban todos esos años! Cuánto esfuerzo había gastado para llegar hasta allí, y cuánto había cambiado en estos últimos tiempos, pensó mientras pasaban escenas de recuerdos por su mente, rápidas como flashes.

—¡Penúltima ronda, señores! ¡Están muy igualados! —gritó el comentarista.

KangDae escuchó la campana y automáticamente se puso en pie y en posición de guardia, como por una memoria mecánica de su cuerpo, pero no se movió.

¿Dónde estaban todos? ¿Por qué estaba tan solo hoy? Y... ¿Por qué los echaba de menos? Él... Que tanto se había esforzado en no necesitar a nadie, en no depender de nadie... En cerrar su corazón y no amar a nadie, para así no poder ser herido y que nadie pudiera hacerle daño.

Los chicos del boxing [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora