—KangDae... ¿Estás bien?
—Esta vez limpiaréis el gimnasio vosotros. ¡Lo quiero todo listo para mañana! —gritó.
Intentó ignorar el dolor de su espalda. Giró el rostro hacia el lugar donde estaban MuBang y MinSuk, dirigiéndole una mirada furibunda a este último.
—¿Pero todavía estás aquí mocoso? ¡Eres realmente una molestia!
—Lo... Lo siento... —susurró MinSuk.
—Si lo que querías era ver una pelea, ¡mañana podrás verla en primera persona! ¿Te atreverás a venir? ¡Márchate ahora mismo antes de que te eche a golpes!
El pequeño MinSuk, sin osar decir una palabra, inclinó la cabeza y salió corriendo sin despedirse de nadie.
KangDae había sido especialmente ácido a causa del dolor. "Todo es culpa de ese crío... Me duele la espalda por su culpa. ¿Cómo puede ser tan inútil? Si no llego a estar yo...", pensó, temiéndose lo peor si todo el peso de las colchonetas hubiera caído sobre el delgado y frágil cuerpo del muchacho.
Sin embargo, ahora tenía otro problema con el que lidiar. Los otros dos compañeros de entrenamiento habían empezado a pelearse.
—¡No vuelvas a hacerme eso! —ordenó Doyun.
—¡La próxima vez te morderé la oreja a lo Mike Tyson! —gritó Jiang riéndose.
—Tú realmente... —dijo Doyun acercándose unos pasos hacia él, en actitud amenazante.
Pero Jiang no se acobardó, al contrario, lo miró desafiante, con una pose altanera, altiva y ligeramente seductora.
—Yo, ¿qué?
—¡A limpiar el gimnasio los dos ahora mismo! —gritó KangDae, sacándolos de su infantil riña.
Ninguno protestó, pues, aunque pelearan entre ellos, respetaban profundamente a su entrenador.
—MuBang —dijo KangDae, utilizando esta vez un tono amable, paciente, como si hablara con un niño pequeño—, deja aquí a tu amigo y vete a casa. Mañana seguiremos, ¿está bien?
—¡Sí, entrenador! —respondió MuBang— ¡Jiang, me voy! Nos veremos mañana.
—Hasta mañana, grandullón.
—Voy a marcharme yo también —dijo KangDae—. Jiang limpiará las máquinas y Doyun ordenará las colchonetas. Como yo me entere de que os habéis vuelto a pelear, tendréis una penalización de una semana. ¿Entendido? —preguntó, pero ninguno le respondió— ¡¿Entendido?!
—Sí, entrenador —respondieron ambos al unísono, sin demasiado ímpetu.
Ambos se quedaron solos. La tensión se percibía en el ambiente. Tras una mirada con mezcla de desprecio, altanería y furia, cada uno se puso con su tarea.
Finalizó primero Jiang, ya que, aunque su labor era más tediosa, más intensa era la colocación de colchonetas, pues levantar y colocar todas las que se habían caído con el derrumbe sobre KangDae y MinSuk, resultó ser un trabajo agotador.
Tras terminar, Jiang se metió en la ducha de los vestuarios y poco después le siguió Doyun.
Estaba terminando de vestirse Jiang cuando Doyun salió de la ducha, portando solo la toalla y apresurándose a ponerse los calzoncillos sin quitársela. Jiang pudo deleitarse mirando la espalda y el abdomen de su compañero, que tenía la piel clara, con destellos cobrizos.
Su cuerpo era imponente, musculado, con unos abdominales que se marcaban con suavidad, propios de quien se ejercita. Jiang tenía sentimientos encontrados, por una parte, sentía envidia, pues él, aunque tenía sus músculos, era más pequeño y delgado, y, por otra parte, sentía... deseo.
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Los chicos del boxing [+18]
Romance¡Éste dura una semana!, pensó mientras urdía su plan para torturarlo. Un rico empresario, principal patrocinador del gimnasio donde trabaja, le pide a uno de los campeones coreanos de boxeo internacional, que entrene a su hijo. "¿Entrenarlo? ¡Cómo s...