Capítulo 4

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-Me...me llamaba ¿Señor?- Pregunto, nervioso, e incluso asustado.
-Toma asiento, Álvarez- Me dice, señalando la silla frente a su escritorio, aún con esa mirada extremadamente seria. Yo obedezco inmediatamente, y una vez me siento, lo miro a los ojos, mientras percibo ese olor tan particular suyo que inundaba la oficina entera, uno que entra por mis fosas nasales, bastante delicioso y embriagador.
Era imposible, y francamente ridículo, negar lo atractivo que era mi nuevo jefe, su estructura facial tan masculina, su barba perfectamente delineada, sus ojos de un negro profundo, esa nariz tan recta y perfecta, y ese porte que había notado al primer momento de conocerlo, era evidente que era un hombre muy atractivo, y tal vez eso era en parte la razón de que me sintiera nervioso en su presencia. De igual manera, la expresión en su rostro, dejaba ver a un hombre serio, demasiado, a un hombre estricto, a alguien con quien era mejor no meterse, y eso era también la razón de mis nervios al estar frente a él, pues la mirada que me estaba dedicando ahora mismo, era severa, firme, fría, y de alguna manera, me hacía sentir increíblemente pequeño, y sobre todo, observado, pues sentía que sus ojos fijos en mí, me analizaban constantemente, como si me estuviera estudiando todo el tiempo. Finalmente luego de un par de segundos simplemente mirándome, habla de nuevo- Veo que te estás familiarizando con tu trabajo bastante bien- Me dice, señalando con la cabeza el teléfono que se encontraba sobre su escritorio. Yo asiento un poco, notando la manera en que en algún momento, había dejado de llamarme de usted, para llamarme de tú, aunque tampoco era algo que me molestara, evidentemente.
-Bueno...como...como le he dicho antes, Alex se ha ido por un momento, por lo que no ha podido responder él- Explico, pensando en que tal vez estaba molesto por mi intromisión de responder el teléfono llevando solamente diez minutos aquí.
-Vale, entiendo- Me dice, asintiendo lentamente- De cualquier forma, eso no es lo que quería tratar contigo- Responde- Pero antes de comenzar a hablarte de lo importante, quería preguntar si te parece bien que te hable de tú, me resulta más cómodo dirigirme de esa manera a mis asistentes, a menos que te moleste, en cuyo caso, házmelo saber y vuelvo a hablarte de usted sin problema- Me dice. Yo sonrío ligeramente.
-Para nada, señor, no tengo ningún problema- Le digo, sin preguntar si yo también podía hablarle de tú, pues era obvio que siendo él mi jefe, debía de haber un cierto respeto en mi manera de dirigirme hacia él, por lo que evidentemente, yo seguiría hablándole de usted.
-Vale, perfecto entonces- Me dice- Ahora si, sobre lo que quería hablarte, y para lo que te he llamado- Agrega, poniéndose algo más serio- Antes, cuando habeis estado Alex y tú aquí, firmando el contrato y tal...no he tenido mucha oportunidad de hablar contigo, a solas- Continúa diciendo, bajo mi atenta mirada- Y bueno, quería tener un momento de charla contigo, para dejar en claro algunos puntos, cosas acerca de mí, y de este trabajo, que es necesario que sepas y comprendas desde ya- Agrega, y yo asiento.
-Vale...- Digo, pensativo.
-Trabajar conmigo, siendo totalmente sincero, no es cosa fácil, y espero que eso lo asumas desde hoy- Comienza a decir. Yo me tenso al instante, y él, tal vez notando mi reacción, vuelve a hablar- No es que sea mala persona...no es eso, es simplemente que me gustan las cosas hechas de cierta manera, y si no se hacen de esa manera, entonces prefiero que mejor no se hagan...- Agrega, haciéndome sentir más angustia que antes.- En primer lugar...y esto tal vez es algo que Alex ya te ha comentado, pero quiero que lo oigas de mí- Explica, posando ambos brazos sobre el escritorio, mirándome fijamente- Mi oficina es un lugar muy importante para mí, un lugar muy personal...aquí tomo muchas decisiones, decisiones cruciales y muy importantes para el desarrollo y el bien de la empresa, y por lo tanto, es un lugar donde me concentro, donde me gusta pensar y no ser interrumpido, por lo tanto, si por alguna razón necesitas entrar aquí para hablar conmigo, o lo que sea, es obligatorio tocar a la puerta, tal y como has hecho hace unos minutos...y solamente si yo te permito pasar, puedes hacerlo, de lo contrario, regresa a tu lugar y vuelve después- Explica, y yo asiento, pensando en que eso ya lo sabía, sin embargo, cuando él lo explicaba, sonaba más serio- Y otra cosa...si vas a tocar a mi puerta para entrar, será mejor que sea algo de relevancia, si no, ni te molestes- Agrega. Yo asiento, serio, de forma obediente, sin embargo, me parecía exagerado, e incluso algo grosero de su parte.
-Entiendo, señor- Respondo, queriendo decir todo lo contrario.
-En segundo lugar, tu horario de trabajo es de ocho de la mañana a ocho de la noche, con dos horas para comer de cuatro a seis, sin embargo, eso no significa que después de las ocho de la noche, dejas de estar disponible para mí- Comienza a explicar- Voy a necesitar tu disponibilidad las veinticuatro horas del día, esto no significa que voy a estar todo el tiempo pidiéndote cosas o algo por el estilo, pero en muchas ocasiones voy a necesitar contactarte fuera de horas de trabajo para preguntarte algo...es muy común, ya que a veces salen asuntos urgentes, como viajes no programados por ejemplo, reuniones de último momento para las cuales necesito que me ayudes...- Agrega- Como te he dicho, no significa que voy a estar molestando cada día, pero que no te sorprenda que algún día te llame para preguntarte algún tema de trabajo a pesar de que no estés en tu horario de trabajo aquí en la oficina ¿Entendido?- Me pregunta. Yo asiento rápidamente. Lo que estaba diciendo no me parecía descabellado, tenía todo el sentido que siendo director ejecutivo de la empresa, su trabajo traspasara más allá de las paredes de su oficina, y por consiguiente siendo yo su asistente personal, el mío también.
-Entendido, sin problema- Respondo.
-Bien, y por último...- Comienza a decir, y esta vez, se levanta de su lugar y comienza a caminar de un lado a otro con las manos en los bolsillos de su pantalón- Vamos a estar en constante comunicación, vamos a convivir muchas horas al día, y en muchísimas ocasiones vas a acompañarme a reuniones, juntas, a eventos, incluso a viajes de negocio, entre otros asuntos laborales, porque vas a ser mi mano derecha, te voy a necesitar en las juntas tomando nota, recordándome cosas importantes...la convivencia va a ser algo constante...y por lo tanto, veo necesario aclarar algo desde ahora- Continúa diciendo, deteniendo su caminar y posando ambas manos en el escritorio, mirándome fijamente con rudeza, aún de pie- La relación tuya y mía, es y será estrictamente laboral, no seremos amigos, no seremos coleguitas, no quiero que me veas como tal, yo soy tu jefe y tú un subordinado, no me verás como tu igual, no vendrás aquí a charlar conmigo como un amigo más, no vendrás y me contarás tus problemas personales porque no tengo el más mínimo interés en ellos, y de la misma manera a la inversa, no tienes por qué conocer mi vida privada, no tengo por qué contarte nada, porque ni a mí me interesa que la sepas, ni a ti debe de importarte ¿Queda claro?- Me pregunta, mirándome a los ojos y alzando ambas cejas.
Me quedo totalmente de piedra, con los ojos muy abiertos, mirando al hombre en traje que ahora era mi jefe, sin saber qué decir, sin saber cómo tomarme lo que acababa de decirme. Todo lo que me había explicado hasta ahora, me parecía normal y lógico, el tema de la privacidad de su oficina, el tema de mi disponibilidad en caso de que necesitara algo fuera de horas de trabajo, pero lo que acababa de soltar, me parecía de lo más borde y descortés. En ningún momento se me hubiera ocurrido ni se me hubiera pasado por la cabeza querer ser su amigo, porque no me daba vibras de ser amigable, no me daba la confianza de llegar y contarle mi vida tal y como acababa de decir, y no le veía el sentido a que lo hubiera insinuado, pues para mí, esto era solamente un trabajo más, él sería para mí solamente un jefe más, y yo sería para él solamente un asistente más, y viendo su manera de ser, y su manera de tratarme, no quería que fuera de ninguna otra manera, no quería ser su amigo ni aunque me pagara para ello.
Ahora sentía un repentino y ligero odio hacia él, lo cual me parecía absurdo, pues no llevaba ni un día trabajando para él, y ya me parecía insoportable, pero entonces, pienso en que esto era solo un trabajo, uno que yo sabía hacer a la perfección, y el hecho de que él fuera un borde de mierda, no me limitaba para hacer lo que yo sabía hacer, y aún con todo lo que acababa de decirme, y con esa actitud tan sobrada, no era el peor jefe que había tenido, ni de lejos, pues no superaba al anterior en el tema de ser cruel y mala persona, al menos hasta ahora.
Yo asiento lentamente, totalmente descolocado, aún bajo su mirada oscura e indescifrable, y sintiendo que estaba de acuerdo en que no quería que me viera como su amigo.
-Totalmente claro, señor- Digo, con amabilidad fingida. Él retira sus manos del escritorio y deja de mirarme, para después, sentarse en su silla de nuevo.
-Perfecto, eso sería todo Álvarez, puedes retirarte- Me dice sin más. Yo hago un leve inclinamiento de cabeza, me levanto, y antes de salir por la puerta, lo miro, a pesar de que su mirada ya se encontraba sobre los documentos encima de su escritorio, ignorando por completo mi presencia.
-Con permiso, señor- Digo, saliendo por la puerta.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora