Capitulo 76

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Me miro en el espejo, mientras hago el nudo de mi corbata tranquilamente, y una vez termino, me pongo mi americana, para después, ponerme mi reloj, mi colonia, tomar mi maletín y salir de mi apartamento camino a la oficina.
Estábamos ya a día lunes, y al igual que el fin de semana anterior, había pasado estos días con Raúl, durmiendo en su casa, comiendo, mirando películas, charlando, simplemente compartiendo, pasando tiempo juntos, solos, sin salir a cenar ni nada por el estilo.
Había disfrutado muchísimo mi fin de semana con él, me encantaba pasar mis días enteros con su compañía, durmiendo a su lado, abrazado a él, sin embargo, la noche de ayer sí que había tenido que regresar a casa, pues debido a que hoy íbamos a trabajar, era más sencillo dormir cada quien en su casa, además de que el día de hoy, debido a que nos íbamos por la noche a Liverpool, yo tenía bastantes cosas pendientes en la oficina, y no me podía permitir llegar tarde.
Luego de veinte minutos, finalmente me encuentro saliendo del ascensor, y como cada mañana, logro divisar a Raúl en su escritorio al final del pasillo, vistiendo como siempre ese traje que lo hacía ver tan atractivo. Una vez frente a él, sube su mirada a mí, regalándome una sonrisa que fácilmente me podía hacer caer de rodillas ante él.
-Buenos días- Le digo, conteniendo con todas mis fuerzas mis ganas de llamarle de alguna manera cariñosa, pues a pesar de que ahora mismo la oficina estaba completamente vacía y éramos los únicos aquí, no quería arriesgarme ni un poco.
-Buenos días señor- Me responde en un tono cordial, aunque mirándome con diversión- ¿Cómo ha ido su mañana?- Me pregunta. Yo le sonrío.
-Perfectamente...gracias- Le respondo, pensando en que ahora que lo había visto, mi mañana ya estaba completa- ¿Algún mensaje importante?- Pregunto.
-No señor, nada- Me comenta.
-Vale bien- Respondo- Ahora...necesito que vengas a mi oficina un momento...- Le comento, pues había algo que necesitaba hablar con él. Raúl asiente, poniendose de pie y siguiendome a mi oficina, y una vez dentro, como siempre, pongo el seguro a la puerta, para después, dejar mi maletin en el suelo, girándome luego hacia Raúl, acercándome a sus labios y dejando en ellos un breve beso a modo de saludo- Ahora sí, buenos días- Le digo, en voz baja, pegado a su rostro. Él me sonríe, una vez más, debilitándome de sobremanera- Te extrañé anoche...ya no me gusta dormir solo- Le comento, recordando como la noche ayer, me había hecho falta abrazarlo para dormir tranquilo. Raúl asiente.
-Y yo también- Me responde, tomando mis manos y entrelazandolas con las suyas- Pero hoy podremos dormir juntos todo lo que quieras...- Agrega. Yo sonrío, pensando en que debido a que teníamos el viaje a Liverpool hoy por la noche, íbamos a poder dormir juntos, pues a pesar de que de cara a la empresa él tenía una habitación reservada y yo otra, lógicamente íbamos a dormir en la misma.
-Vale...me gusta- Le comento, acercándome a sus labios y dejando en ellos un par de besos fugaces- ¿Tienes ya todo listo para el viaje?- Le pregunto.
-Sí, ayer por la noche hice mi maleta con algo de ropa solamente- Me responde.
-Vale bien- Digo, para después, ponerme algo más serio- Oye y...del tema de Montes...¿No has sabido nada? Es decir...se supone que la denuncia la presentaron en tribunales el viernes...- Digo. Raúl niega con la cabeza, mientras siento sus manos acariciar las mías con ternura.
-No, no me ha llamado nadie ni nada- Me responde- Pero de igual manera, es muy pronto, es decir, es apenas lunes, imagino que esto lleva tiempo- Me comenta, y yo asiento, sabiendo que tenía razón, pero no podía evitar sentirme intranquilo.
-Ya...seguramente sí...lo que pasa es que llevo con ese tema todo el fin de semana...ya sabes...- Le digo, pues él sabía perfectamente lo preocupado que me tenía esa denuncia- Además, no quiero que justamente te vayan a llamar mientras estamos de viaje y no podamos asistir a la reunión para hablar del acuerdo- Agrego. Raúl niega con la cabeza de nuevo.
-Qué va...no va a ser tan rápido, no te preocupes...- Me responde, mientras me sonríe de forma tranquilizadora- Dudo que en este viaje me vayan a llamar, confías demasiado en la rapidez de la justicia de España creo yo- Agrega, riendo un poco. Yo me rio también, asintiendo.
-Ahí tienes razón- Le comento, pues era cierto, el tema de las denuncias no solía ser tan rápido, lamentablemente.
-Pues venga, tú tranquilo- Me dice- Recuerda que este viaje, además de ser para trabajo, es para estar al menos un día solos, tranquilos...sin miedo a ser vistos, sin estar nerviosos por ser pillados...así que deja de pensar en ese tema...quiero que estés relajado...¿Vale?- Me pregunta, en un tono de voz dulce. Yo asiento, pensando en que iba a hacer lo que me estaba diciendo, en parte porque tenía razón y debíamos distraernos de todo, y en parte porque tenerlo frente a mí, diciéndome de esa manera que dejara de preocuparme, me provocaba aceptar lo que fuera que me pidiera.
-Vale, lo voy a estar, te lo prometo- Le respondo, sonriendole, mientras acerco una de sus manos a mis labios y dejo en ella un beso. Raúl me sonríe, acelerando mi corazón- Ahora, hay algo que necesito que hagas- Le comento, alejandome de él y dirigiéndome a mi escritorio, sacando de una de las gavetas del mismo unos cuantos papeles- Necesito que lleves esto a firmar a dirección general- Le comento, dándole unos cuantos papeles- Y estos de aquí, son para el archivo...por favor- Agrego. Raúl asiente, tomando los papeles y mirándolos con atención.
-Vale, sin problema- Me responde, para después, subir su mirada a mí- ¿Algo más?- Me pregunta. Yo le sonrío, negando con la cabeza.
-Eso sería todo amor- Le respondo.
-Vale...- Me responde, mirándome con una sonrisa en sus labios- Voy a dejar esto en mi escritorio, y luego vuelvo, porque necesito darte algo- Agrega. Yo asiento, asumiendo que iba a traerme algunos documentos para firmar o algo por el estilo.
-Vale bien- Le respondo sin más, y es entonces cuando él sale de mi oficina. Yo tomo mi maletín, el cual había dejado justo frente a mi escritorio, en el suelo, para después, dirigirme a mi silla y tomar asiento, sacando los papeles que iba a necesitar, y mientras me encuentro en ello, la puerta de mi oficina se abre de nuevo, entrando Raúl por la misma, cerrandola de nuevo con seguro. Al subir mi mirada a él, lo primero que noto es una caja en sus manos, algo que me sorprende, pues yo esperaba ver documentos. Él posa sus ojos en mí, mirándome con una sonrisa timida- ¿Qué traes ahí?- Le pregunto, curioso. Él se acerca a mi escritorio, dejando la caja en el mismo.
-Es para ti- Me dice, sonriéndome. Yo miro la caja, sorprendido y extrañado, para después, mirarlo a él.
-Pero...¿Y esto?- Le pregunto, sin entender muy bien por qué me estaba regalando algo justo ahora.
-Bueno...consideralo un regalo por dos semanas de relación- Me dice. Yo le sonrío, sintiéndome enternecido, recordando que efectivamente, hoy cumplíamos justo dos semanas- He querido regalarte algo desde que cumplimos una semana...además de que siento que te debo regalos, ya que tú me has dado muchas cosas y yo no...- Comienza a explicar- Pero la verdad es que nunca tenía tiempo...y ayer...bueno, por fin pude ir a comprarte algo...espero que te guste- Termina por decir. Yo le sonrío, pensando en que sin importar qué había en la caja, lógicamente me iba a gustar simplemente porque venía de él. Me pongo de pie, tomando la caja, para después, mirar a Raúl.
-No era necesario que me regalaras nada...jamás lo ha sido...- Comienzo a decir, pues no quería que pensara que por el hecho de yo haberle regalado ya varias cosas, él también tenía que hacer lo mismo- Pero gracias cariño...no me lo esperaba la verdad- Agrego, sonriendole, recibiendo de él una sonrisa hermosa.
-Bueno ese era el punto justamente- Me comenta- Venga, ábrelo- Agrega. Yo le sonrío, para después, comenzar a romper el envoltorio dorado en donde se encontraba, notando que la caja no era de cartón como en un principio creí, sino que al parecer, era de madera. Una vez sin el envoltorio, comienzo a abrir la caja de madera oscura, y al hacerlo, me encuentro con una corbata negra de satín, una plateada y una azul marino, muy elegantes y brillantes, perfectamente dobladas dentro de la pequeña caja, y mientras las observo, escucho a Raúl hablar- No...no sabía muy bien qué darte que pudiera gustarte...y bueno, al final pensé en darte algo que usas a diario...- Agrega, en voz baja. Yo subo mi mirada de las corbatas, a él, sintiéndome enternecido, contento, con mi corazón yendo demasiado rápido.
-Me encantan cariño...muchas gracias...- Le comento, sonriendole, mirando de nuevo las corbatas, tocando la suave tela- Si es que no me pudiste haber dado algo mejor...has dado en el clavo- Le comento, pues tal y como había dicho, realmente usaba corbatas cada día, y me encantaba hacerlo, y ahora, me iba a gustar aún más, pues iba a fascinarme vestirme con algo que venía de parte de Raúl. Queriendo agradecerle como era debido, rodeo el escritorio y camino a él, tomándolo por la cintura y pegandolo a mí- Muchas gracias de verdad...me encantan...- Le digo, pegado a su rostro. Él me sonríe, abrazándome por la cintura también.
-Me alegro que te haya gustado...- Me dice, subiendo sus manos hasta mis hombros- Es solo un detalle...tú te mereces eso y más...- Agrega, acelerando más mi corazón de ser posible- Y cómo tú has hecho al regalarme el sujeta corbatas...me va a encantar verte con esas corbatas por la oficina...sabiendo que yo te las di...- Termina por decir. Yo le sonrío, asintiendo, fascinado por esa idea.
-Pues venga...- Le digo, alejándome de él y tomando su mano, caminando con él hasta detrás de mi escritorio- Quiero ponerme una ya mismo- Agrego, retirando de mi cuello la corbata que llevaba puesta, haciéndola a un lado, bajo la mirada divertida de Raúl- Elige tú una...la que quieras...y ponmela- Le comento. Raúl me sonríe, para después, dirigir su mirada a las corbatas, y luego de unos segundos, toma la corbata negra.
-Este color de corbata es mi favorito- Me dice, desdoblando la corbata y pasándola por mi cuello, para después, comenzar a hacer el nudo- Te queda muy bien el color negro...- Agrega. Yo le sonrío, feliz, admirando cada parte de su rostro mientras él se dedica a hacer el nudo de mi corbata, y es entonces cuando de pronto, recuerdos de aquella vez que hizo el nudo de mi corbata por primera vez, me invaden, provocando en mi corazón una sensación de emoción, así como de nostalgia, pues ahora ese momento se veía lejano, ya que había sido hace meses. Mientras recuerdo eso, recuerdo también la manera en que su cercanía me había puesto tan nervioso, mientras inspiraba su rico olor, ese que consistía en colonia, café y tabaco, una escencia embriagante y deliciosa que me encantaba. Rememorando ese momento, me doy cuenta de lo mucho que él ya me hacía sentir desde entonces, cautivandome sin yo darme cuenta, volviéndome adicto a su aroma, a sus miradas, y después a sus besos y a su cuerpo, y ahora, estaba perdido en él, en todo lo que me hacía sentir, en todo lo que me gustaba, tanto su físico, como su corazón.
Luego de unos segundos, Raúl termina de hacer el nudo de la corbata, para después, tomándome algo desprevenido, dejar suaves besos en mi cuello, subiendo hasta mi barba, llegando después a mis labios, los cuales toma con dulzura, y luego de un momento, se aparta, aunque se queda pegado a mi rostro- Oye una cosa...- Comienza a decir, en voz baja- Yo he sido el encargado de ponerte la corbata...y quiero ser también el encargado de quitartela esta noche...te aviso desde ya- Termina por decir, sonriéndome con picardía y fuego en sus ojos. Yo me enciendo al instante al escuchar sus palabras, asintiendo.
-Por favor...retira la corbata...y también todo lo demás...lo que tú quieras- Le comento, bajando mis labios a su cuello, dejando pequeños besos en él. Raúl me pega a él, disfrutando de mis toques, y después de unos segundos, me alejo, tomando ahora su boca, con desespero, con esa promesa de ser desnudado por él esta noche, en esa habitación de hotel, lejos de aquí, estando solo nosotros, sin normas, sin prohibiciones, solamente con amor y deseo de por medio.
Una vez me deleito con sus labios, tomándolos con voracidad, me alejo de él, aunque me quedo pegado a su rostro -Gracias de nuevo por el regalo cariño...me encantan- Le comento. Él me sonríe de forma tierna, para después, alejarse un poco de mí, admirando ahora desde más lejos mi corbata, pasando sus manos por ella.
-Te queda muy bien- Me dice, acercándose de nuevo a mí, sonriendome con dulzura, sonrisa que yo correspondo- Ahora...me tengo que ir, que hay muchas cosas que tengo que dejar listas antes de irnos esta noche- Agrega.
-Vale...yo también de hecho- Le comento, pues también tenía muchísimas cosas que hacer.
-Vale pues, te veo más tarde- Me comenta- Cualquier cosa que necesites, me llamas- Agrega. Yo le sonrío con picardía, mientras alzo una ceja.
-¿Cualquier cosa?- Le pregunto, con evidentes segundas intenciones, queriendo picarlo un poco. Raúl se ríe, negando con la cabeza.
-Cualquier cosa mientras no sean algunas de tus...capacitaciones- Me responde. Yo suelto una carcajada, asintiendo.
-Vale vale...entiendo- Le digo, pensando en que evidentemente, no le llamaría para eso de cualquier forma, pues la oficina ya estaba fuera de los límites, sin embargo, sí que me gustaba provocarlo haciendo bromas con eso. Me acerco de nuevo a él, dejando un fugaz beso en sus labios, para después, alejar mis manos de su cuerpo, y es entonces cuando Raúl se aleja de mí, dirigiéndose a la puerta, sin embargo, antes de salir, me dedica una última sonrisa.
-Con permiso...amor- Me dice, en voz baja, haciéndome reír ante ese cambio de la palabra "Señor" que es como solía llamarme, para después, salir por la puerta.
Una vez solo, me siento en mi escritorio, mientras miro de nuevo la caja de corbatas sobre el mismo, admirando lo bonitas y elegantes que eran, pensando en lo lindo que me parecía el detalle de Raúl de haberme querido regalar algo, y aunque no eran necesarios regalos materiales, de igual forma me gustaba pensar en él yendo a comprar corbatas para mí, eligiendo las que él consideraba que me quedarían bien, comprando papel para envolver y envolviendo la caja de madera, y mientras me imagino todo eso, mi corazón late de forma desesperada, emocionado, feliz.
Una vez me veo capaz de dejar de sonreír como gilipollas recordando a Raúl, cierro la caja de las corbatas, para después, guardarla en una de mis gavetas, mientras me decido por comenzar a trabajar, pues tenía bastantes cosas que hacer, por lo que luego de encender mi ordenador, comienzo a realizar todos esos asuntos que debían estar listos para hoy.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora