Capítulo 20

673 76 19
                                    

Luego de unos diez minutos, llegamos al restaurante. Era un lugar que conocía bastante bien, al cual incluso solía venir con Andy en muchísimas ocasiones, aunque esta vez, mi compañía era otra.
Bajamos ambos del auto, y una vez entramos, el chico de la entrada nos lleva a una mesa situada en la terraza, desde donde teníamos una vista bastante agradable de la ciudad. El chico nos deja con nuestros respectivos menús, para después, retirarse.
Una vez solos, noto cómo Álvarez mira alrededor, observando el restaurante, así como la ciudad.
-Me gusta el lugar, la verdad es que no lo conocía- Me dice. Yo sonrío.
-Y no solo el lugar es agradable, la comida también está excelente- Comento.
-¿Y qué me recomienda?- Me pregunta,  para después, mirar su menú. Yo pienso por un momento.
-A ver...difícil elegir, la verdad es que todo aquí está muy bien, pero puestos a elegir, te recomendaría la pasta, es de mis platillos favoritos- Respondo. Álvarez me mira, para después, cerrar su menú.
-Venga, pues me pediré eso entonces- Me dice. Yo sonrío ante su confianza en mi recomendación, para después, cerrar también mi menú.
-Venga, pues yo igual- Digo, pues no tenía muchas ganas de ponerme a leer el menú entero, además de que la pasta de aquí me encantaba. Álvarez sonríe ante mi elección.
-¿Y suele venir mucho a este lugar?- Me pregunta.
-Unas cuantas veces al mes, suelo venir con Andy en mi hora de comida, por ejemplo- Digo.
-Vale...entiendo...- Me responde.
Yo me le quedo mirando, pensando en la manera en que nos encontrábamos conviviendo tan en paz y tan tranquilamente fuera de la oficina, cuando hacía tan solo dos semanas, Álvarez no me soportaba, o al menos así lo sentía yo por su forma de mirarme.
La verdad era, que desde ese viaje a Nueva York, algo había cambiado en mí, algo en mi forma de ver a mi asistente, algo en mi forma de tratarlo, en mi forma de hablarle, en mi forma de dejar esa careta de jefe estricto frente a él, y ser simplemente yo, tratándolo como a un colega más, sin perder ese respeto mutuo entre jefe y asistente, pero siendo cordiales y amables el uno con el otro. Recordaba perfectamente cómo unos días antes de irnos a Nueva York, Álvarez había cambiado su actitud hacia mí, siendo menos servicial, menos amable conmigo, dirigiendome la palabra solamente lo justo y necesario, pues durante esos días, yo había sido grosero con él, había tenido actitudes nefastas y desagradables, y yo sentía que debido a eso, había provocado una especie de rechazo en él, rechazo hacia mí, pues lo había notado muy diferente, ya que su actitud no era para nada la misma que los primeros días trabajando para mí, sin embargo, después del viaje a Nueva York, y después de esa charla que tuvimos el último día, su actitud había vuelto a ser amable, cordial, sonriente, y eso me agradaba, pues de igual manera, yo había dejado de ser tan estricto, había dejado de darle órdenes de forma tan rotunda y en ocasiones poco amable, había dejado de ser ese jefe borde que sabía que en ocasiones era, y desde entonces, la relación laboral había cambiado, había evolucionado, y aunque una de mis reglas siempre había sido el no ver a mis asistentes como colegas, con Álvarez debía admitir, que me estaba costando bastante, pues cada vez me caía mejor, y en muchas ocasiones, solía incluso olvidarme que trabajaba para mí, como hacía tan solo diez minutos, cuando lo invité a comer conmigo, algo que nunca había propuesto a ninguno de mis asistentes anteriores, jamás, al menos no en la oficina, pues en los viajes de negocios que solía hacer, a los cuales me acompañaban mis asistentes, si que solíamos compartir alguna comida o cena, pero eso era debido a la situación de estar en otra ciudad y en otro ambiente. De cualquier manera, no me molestaba compartir una comida con Álvarez, aunque una parte de mí, sentía que tal vez debía recordarme a mí mismo esa regla de no ser colega de mis asistentes, una regla que siendo sincero, últimamente quería ignorar de forma bastante frecuente cuando lo tenía a él delante.
Miro a Álvarez, quien se encuentra bastante concentrado observando las vistas muy detenidamente.
-Está guapo ¿A que si?- pregunto, refiriéndome al lugar tan privilegiado que teníamos en la terraza, el cual nos permitía ver la ciudad. Mi pregunta hace que Álvarez dirija su mirada inmediatamente hacia mí, aunque con una mirada llena de confusión.
-¿Cómo...cómo dice?- Pregunta, algo nervioso.
-Que está guapo, el sitio- Aclaro. Álvarez se me queda mirando, como apenas comprendiendo mi comentario.
-Ah...ah si, si muy guapo, la verdad- Dice, aún algo nervioso, aunque no sabía por qué- El lugar al que suelo ir a comer también tiene una terraza con buena vista, aunque esta es muchísimo mejor- Agrega.
-¿A qué lugar sueles ir?- Pregunto por mera curiosidad.
-Es un lugar bastante cerca de la oficina, no recuerdo cómo se llama, tiene un nombre en francés- Me dice. Yo pienso por un momento.
-Vale...creo que sé a cual te refieres, si es el que creo, me parece que he ido un par de veces- Comienzo a decir- ¿Siempre vas ahí a comer?- Pregunto, nuevamente por mera curiosidad, queriendo sacar un tema de conversación.
-Casi siempre, alguna que otra vez he ido a la cafetería de la oficina, pero me gusta más comer en ese restaurante- Responde.
-Vale...- Respondo, y es entonces cuando se me ocurre otra pregunta más. -¿Y sueles ir tú solo?- Pregunto. Álvarez asiente.
-Si...yo solo- Responde sin más. Otra pregunta más surge en mi cabeza, pero la descarto al instante, pues era algo más personal, por lo que decido preguntar otra cosa.
-¿Y qué hay de la gente de la oficina? ¿No suelen salir juntos a comer?- Pregunto, pues en varias ocasiones, había notado que solían ir en grupo a comer.
-Me han invitado...y he ido una sola vez- Comienza a explicar- Pero suelen hablar mucho y la vez que fui con ellos no me querían dejar ir- Agrega, riendo un poco- Casi me hacen llegar tarde a la oficina así que...prefiero ir a comer solo- Termina por decir. Yo sonrío.
-Entiendo...eso me pasa muchas veces con Andy- Comento, recordando las ocasiones en que solía intentar convencerme de llegar tarde a la oficina con el discurso de "Tú eres el jefe, podrías llegar tarde si quisieras".
Alvarez ríe un poco.
-Y además de Andy...¿No suele salir con nadie más de la oficina?- me pregunta mi asistente.
-La verdad no...solo con Andy, es ya una costumbre, algo que solíamos hacer desde que entramos a la empresa- Comienzo a decir- Además, no sé...no me gusta salir con otra gente fuera de la oficina, no lo hago nunca- Agrego. Álvarez se me queda mirando, algo serio y frunciendo el ceño, y es entonces cuando me doy cuenta de lo que acababa de decir, pues ahora mismo me encontraba comiendo con alguien de la oficina que no era Andy. Antes de que mi asistente se tome a mal mi comentario, vuelvo a hablar- Aunque claro...hay excepciones- Agrego. Su expresión cambia rápidamente, de una llena de preocupación, a una alegre, dedicándome una sonrisa tímida, una que yo correspondo. Justo en ese momento, el camarero aparece.
-¿Están listos para ordenar caballeros?- Nos pregunta de forma amable.
-Eh...eh...si- Digo, algo aturdido- Para mí sería una...una pasta, en salsa especial, por favor- Digo.
-Vale, perfecto- Dice el camarero- ¿Y de tomar?- Pregunta.
-Té helado por favor- Respondo. El camarero asiente tomando mi orden, para después, dirigirse a Álvarez, quien le dice su pedido.
-Vale, enseguida vuelvo con sus bebidas, con permiso- Dice el chico una vez toma ambas órdenes, para después, retirarse, dejándonos nuevamente solos.
-Por cierto señor, cuando regresemos a la oficina hay un par de citas que necesito que confirme- Me dice Álvarez. Yo asiento.
-Vale, sin problema- Respondo.
-Y también necesito tratar con usted el tema de la próxima reunión con finanzas, quieren aplazarla una semana más- Dice mi asistente. Yo me le quedo mirando, para después asentir lentamente.
-Cuando lleguemos a la oficina hacemos todo eso, no te preocupes- Comienzo a decir- ¿Qué te parece si mejor no hablamos de trabajo ahora? Ahora mismo no estás en tu horario de trabajo, no te preocupes por las cosas de la oficina, ahora solo somos dos colegas comiendo, sin más- Digo, pensando en que no era necesario que él ejerciera su papel de asistente ahora mismo, pues estaba en su horario de comida. Álvarez asiente, sonriendo ligeramente, pero con el ceño fruncido, y después de un par de segundos, habla.
-Vale...- Dice, pensativo- Aunque...tenía entendido que no me era permitido verlo de esa manera...como un colega- Agrega.
Su respuesta me deja frío, sin saber qué decir, pues tenía toda la razón, ya que yo mismo le había dicho eso en el primer día trabajando para mí, y ahora mismo, me encontraba diciéndole todo lo contrario debido a que no había pensado bien mis palabras, sin embargo, mientras miro su expresión, y esos ojos llenos de confusión, me doy cuenta de que ese jefe que el primer día le dijo que no me viera como a un colega, ya no estaba aquí, y aunque no sabía por qué había cambiado de opinión, si que sabía que esas reglas que en un principio le había mencionado, ahora mismo me importaban muy poco.
Asiento pensativo ante su respuesta, para después, hablar.
-Bueno...como te he dicho antes...hay excepciones- Respondo, nuevamente perdiéndome en la mirada confusa de mi asistente, quien no dice nada más y solo continúa mirándome, sin despegar sus ojos de los míos, y por segunda vez, el camarero aparece.
-Aquí tienen sus bebidas- Dice de forma amable, aunque por alguna razón que desconocía, yo me encontraba maldiciendole en tres idiomas diferentes.
-Gracias- Digo de mala gana.
-En un momento vuelvo con sus platillos- Dice el chico, para después retirarse, mientras yo pienso en que ojalá los platillos se demoraran más tiempo, aunque sin estar seguro de por qué, y sin saber tampoco por qué necesitaba que el camarero nos dejara solos a Álvarez y a mí por más tiempo.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora