Capítulo 43

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-¿Estás en casa?- Pregunto, sin querer saludarle siquiera, sin querer perder más tiempo, pues ahora mismo me sentía con una valentía repentina que podía irse en cualquier momento. Álvarez se queda callado por unos segundos.
-Sí- Responde sin más.
-Vale, voy hacia allí- Le digo.
-¿Cómo? ¿Por...por qué?- Pregunta, confundido.
-Porque necesito hablar contigo, y no quiero hacerlo por teléfono- Explico, mientras comienzo a conducir hacia su edificio- Llego en diez minutos- Agrego.
-¿Es sobre algún asunto laboral?- Me pregunta.
-No...- Respondo.
-Si no es sobre nada de trabajo, entonces no tengo nada que hablar con usted- Me dice. Yo niego con la cabeza.
-Te equivocas, tenemos muchísimo de qué hablar- Le digo, pensando en todo lo que tenía para decirle, en todo lo que quería que supiera.- Solo...por favor solo espérame ahí, enseguida llego- Agrego. No recibo respuesta de su parte, y en su lugar, escucho cómo la llamada se corta. Sintiéndome aún más impaciente, acelero un poco más, queriendo llegar con él urgentemente.
Luego de poco más de diez minutos, finalmente llego a su edificio, aparcando en el primer lugar que veo, para después, entrar. Entro al ascensor, oprimiendo el número de su piso, el cual conocía debido a que estaba en su expediente, el cual había mirado el otro día, cuando vine a buscarlo la primera vez.
Una vez el ascensor llega a su piso, me dirijo hacia la puerta de su apartamento, y al llegar, toco unas cuantas veces. Espero por unos segundos, sin escuchar ningún ruido dentro. Toco la puerta nuevamente, esperando pacientemente a que fuera abierta, sin embargo, luego de esperar por un momento, esta no se abre. Saco mi móvil, decidido a llamar a Álvarez de nuevo, y luego de escuchar varios tonos, no responde. Toco nuevamente a la puerta, y esperando persuadirlo de alguna manera, hablo.
-Álvarez...sé que estás dentro- Comienzo a decir, sin escuchar ningún tipo de ruido desde dentro- Solo quiero hablar...por favor...- Agrego, básicamente suplicandole, pues de verdad quería verlo, me era necesario verle y decirle todo lo que me encontraba sintiendo, todo lo que descubrí esta noche al cenar con alguien que no era él, todo lo que llevaba sintiendo desde que sus labios tocaron los míos en mi oficina, y así mismo, quería escucharle a él, quería saber qué se encontraba sintiendo, qué pensaba sobre mí. Espero por unos segundos más, y al no escuchar nada, decido llamarle de nuevo. Luego de cuatro tonos, me sorprendo al escuchar su voz al otro lado del teléfono.
-¿Qué quiere?- Me pregunta, de forma hostil.
-Quiero hablar, te lo he dicho...- Le digo.
-Y yo le he dicho que no tengo nada que hablar con usted- Responde.
-Sabes que eso no es cierto...sé que tienes muchas cosas que decirme, se nota...es por eso que estoy aquí, vamos a aclarar todo de una vez...- Comienzo a decir, esperando convencerlo.- Por favor... ábreme la puerta...hablemos- Agrego. Álvarez tarda unos cuantos segundos en responder.
-Pero ¿Qué pasa señor? ¿Se ha aburrido de la señorita Karla y ahora viene aquí conmigo?- Me pregunta. Yo niego con la cabeza, pensando en que evidentemente estaba malinterpretando las cosas, pues para él, el haberme visto salir con Karla debía de estar significando muchas cosas, cosas que no eran ciertas.
-Déjame explicarte eso...no es lo que estás pensando, por favor no malinterpretes las cosas- Le digo, aún con la puerta de por medio, escuchando su voz por medio de la llamada cuando me encontraba deseando verlo en persona.
-No necesito que me explique nada, simplemente me parece alucinante lo rápido que se aburre de las personas- Me dice, provocando en mi corazón mucho dolor ante sus palabras.
-Que no es lo que estás pensando...Álvarez por favor, ábreme la puerta y te explico todo, necesito verte...necesito decirte muchas cosas- Digo, prácticamente suplicandole. No escucho nada al otro lado del teléfono por unos segundos, haciéndome pensar en que tal vez lo había convencido y se encontraba de camino a abrirme la puerta, sin embargo, escucho de nuevo su voz.
-No quiero hablar con usted ¿Tan difícil es de entender?- Comienza a decir- Váyase de mi casa, y deje de llamarme a menos que sea por trabajo- Agrega, y es entonces cuando la llamada se corta.
Yo maldigo por lo bajo, mirando la puerta de su apartamento, sintiéndome frustrado, triste, porque quería verlo, tenía muchísimas ganas de verlo, de hablar con él, de aclararle las razones de haberlo tratado tan mal esta semana, de aclararle la razón de haber ido a cenar con Karla esta noche, básicamente decirle las razones de todas las estupideces que había estado cometiendo últimamente, y necesitaba disculparme, pero si él no me lo permitía, no había nada que pudiera hacer, al menos por ahora, pues el lunes tendría que verlo sí o sí en la oficina.
Con el corazón ahora deprimido, me alejo de su puerta, dirigiendome al ascensor y bajando hasta el primer piso, y una vez fuera del edificio, subo a mi coche, conduciendo hasta casa, sintiéndome en la absoluta miseria, sintiéndome aún molesto con toda esta situación que yo mismo había provocado.
Una vez llego a casa, me quito la ropa rápidamente y me dejo caer en la cama, esperando que el sueño se llevara toda la desdicha que me encontraba sintiendo, aunque dudaba mucho que lo hiciera.
Me sentía demasiado triste, miserable, y lo peor era que yo mismo me había causado todo esto, yo mismo había provocado que Álvarez sintiera desagrado por mí, y lo único que me quedaba esperar, era a verlo en la oficina el lunes, y entonces tal vez tendría oportunidad de decirle todo lo que no pude decirle esta noche, tal vez con el fin de semana de por medio, él se encontraría más tranquilo, sin tener el recuerdo de mí yendo a cenar con Karla, algo que para él debió de haber sido confuso, e incluso tal vez le había afectado el pensar en que yo de alguna manera me encontraba saliendo con ella, y a juzgar por las palabras que me había dicho esta noche fuera de su casa, él se pensaba que de alguna manera ya me había incluso aburrido de ella y que ahora lo buscaba a él, algo que no era para nada así, y necesitaba aclararle eso, necesitaba decirle que entre Karla y yo no había nada, que ella no me interesaba en lo más mínimo, pero tenía que esperar, y de verdad sentía que dos días me iban a ser eternos, pues estaba herido, y muy arrepentido. Me encontraba ahora mismo en la situación que había querido evitar desde un inicio, porque tenía que aceptar que desde que mis labios tocaron los de Álvarez por primera vez, algo se movió dentro de mí, algo vibró, se emocionó, y quise negarlo, durante todos estos días quise negar lo mucho que él me hacía sentir, pero ¿Qué sentido tenía? ¿Por qué hacerme sufrir a mí mismo de esta manera? Y sobre todo ¿Por qué hacerle sufrir a él? Cuando él no tenía la culpa de nada, no se merecía mis malos tratos, no se merecía ser víctima de toda la confusión que me encontraba sintiendo, y necesitaba hacerle saber eso, necesitaba hacerle saber que la forma en que le estuve tratando esta semana me estaba matando lentamente, y era un verdadero imbécil por hacernos pasar por esto a ambos, pero mi mente me jugó sucio, no quiso comprender lo que mi corazón le estaba diciendo desde un inicio, y ahora todo estaba mal, ahora todo estaba en un punto en el que no sabía si Álvarez sería capaz de perdonarme, algo que yo sabía que no me merecía, pero esperaba que él lo hiciera, esperaba que al verlo el lunes, y hablar con él, quisiera escucharme, porque había muchas cosas por aclarar, demasiadas. Con lo mismo en mi cabeza dando vueltas, las horas pasan, hasta que finalmente el sueño llega, uno lleno de tristeza y desasosiego, lleno de pesadez, pero haciéndome descansar al menos un poco, aunque la mirada triste de Álvarez aparece en mis sueños, haciéndome sufrir estando incluso dormido.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora