Capítulo 62

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Llego a la oficina, sintiéndome particularmente alegre el día de hoy, pues el haber dormido abrazado a Reborn, me había dado muchísimas energías, sin contar esa ducha que me había encantado, una especial, sensual, sin hacer nada más que acariciarnos. Me estaba gustando demasiado el inicio de nuestra relación, y aunque llevábamos tan solo cuatro días, nos podía notar muy cercanos, nos podía notar creciendo a nivel personal, pues nuestras charlas eran profundas, divertidas, hablando de su vida, de la mía, y amaba también la parte física, la parte de recibir sus besos en cualquier momento solo porque sí, la parte de tomar su mano con total libertad, o que él tomara la mía, sabiendo que yo era suyo, me estaba encantando todo, porque por fin estábamos haciendo eso que no pudimos hacer al inicio, por fin estábamos conociéndonos a nivel personal, de una manera más íntima, conociendo nuestros corazones y no nuestros cuerpos, algo que aquella noche juntos habíamos explorado bastante.
Una vez llego a mi escritorio, dejo mi mochila y mi agenda, para después, encender mi ordenador, listo para trabajar, y aunque la oficina se sentía bastante vacía sin Reborn, de igual manera me consolaba el hecho de saber que lo vería más tarde, además de que me alegraba que él en este momento se encontrara descansando en su casa, algo que se merecía, porque trabajaba demasiado, sin contar el hecho de que estos últimos días debido a lo que había estado pasando entre nosotros, él estaba con muy pocas horas de descanso.
Totalmente concentrado en trabajo, un par de horas pasan sin apenas darme cuenta, y al estar actualizando la base de datos, las puertas del ascensor se abren. Al subir mi mirada, me encuentro con un hombre caminando hacia mí, con un enorme ramo de rosas rojas en una mano, el cual prácticamente le tapaba toda la visibilidad, y con una pequeña caja de cartón en la otra. Yo frunzo el ceño al instante, algo confundido, mientras toda la oficina dirige también su mirada al pobre hombre caminando con dificultad debido al exorbitante ramo de rosas. Una vez llega hasta mi lugar, habla.
-Buenos días- Me dice, intentando mirarme por un lado del enorme ramo- ¿Es usted Raúl Álvarez?- Me pregunta. Yo asiento, aún bastante extrañado- Esto es para usted- Me dice, dejando la caja de cartón en mi escritorio, para después, tenderme el ramo, el cual tomo con algo de dificultad, pues era demasiado grande y estaba bastante pesado.
-Va...vale- Le digo, con los ojos de toda la oficina puestos en mí, algunos con sonrisas llenas de asombro en ellos.
-¿Me podría firmar de recibido aquí, por favor?- Me dice el hombre, tendiendome una hoja. Yo asiento, firmando la hoja, y una vez lo hago, él me sonríe- Muchas gracias, que tenga bonito día- Me comenta. Yo le sonrío.
-Gracias a usted, bonito día- Le respondo, y es entonces cuando se retira.
Una vez solo, examino el enorme ramo, sonriendo sin poder evitarlo, pues sabía perfectamente quién me había enviado todo esto. Acerco mi nariz a las rosas, percibiendo un delicioso olor, y una vez las miro de cerca por un momento, las dejo en mi escritorio con cuidado, para después, tomar la pequeña caja blanca de cartón que me había dejado el repartidor en el escritorio. Curioso, y aún con una sonrisa de imbécil en mi rostro, abro la caja, encontrandome con seis donuts hermosamente decorados, algunos con un glaseado rojo y otros con glaseado blanco, con pequeñas chispas en formas de corazones por encima, sin embargo, dos en particular, llaman bastante más la atención, pues tenían una gran "R" de dulce en ellos. Yo sonrío, pensando en que seguramente, esos donuts eran una "R" de "Reborn" y otra de "Raúl". Además de los donuts dentro de la caja, me encuentro con una hoja doblada por la mitad, y una vez la abro, reconozco la bonita caligrafía al instante. Aún con una sonrisa en mis labios, leo la nota.

Si por besarte tuviera que ir
después al infierno
lo haría.
Así después
podré presumir a los demonios
de haber estado en el Paraíso
sin nunca entrar.

William Shakespeare

Ni las palabras más bellas logran describir lo que es para mí besarte, aunque este pequeño poema se acerca bastante.
Disfruta tu mañana cariño, te veré más tarde, y mientras tanto, estaré esperando pacientemente, deseando el momento en que pueda saciarme con el rico dulce natural de tus labios.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora