Capítulo 38

814 75 22
                                    

-Adelante- Le digo a Álvarez, abriendo la puerta de mi apartamento y dejándolo pasar a él primero. Él lo hace, aunque de forma algo tímida, mirando alrededor. Yo cierro la puerta y entro detrás de él.
Me sentía demasiado extraño, pues era algo inusual tener a mi asistente aquí dentro, ya que jamás había traído a ninguno de mis asistentes anteriores a mi casa, y mucho menos a lo que venía Álvarez. -Por aquí- Le digo, caminando hacia el salón, guiándolo hacia los sofás. Una vez llegamos, se queda nuevamente mirando alrededor.
-Tiene un apartamento muy bonito- Me dice. Yo lo miro, notando en él esa timidez que había visto desde que habíamos subido en ascensor hasta aquí.
-Gracias- Le respondo, sonriendo.-¿Te...te ofrezco algo de tomar?- Le pregunto, pensando en que tal vez tanto él como yo, necesitábamos de un trago para aminorar los nervios, pues siendo sincero, yo me encontraba sumamente tenso, y teniendo a Álvarez aquí, sentía todo más real, más palpable. Él asiente.
-Sí...- Me responde- ¿Qué tiene?- Pregunta.
-Pues...tengo vino...y whiskey, solo eso- Le comento. Él asiente, pensando por un momento.
-Vale...pues, vino está bien- Me dice. Yo asiento.
-Vale...ahora vuelvo- Le comento, para después, dirigirme a la cocina, sacando la botella de vino y la de whiskey, con manos temblorosas.
Me parecía alucinante lo nervioso que estaba, y suponía que la razón era la situación tan complicada, que Álvarez era mi asistente, que yo era su jefe, y estábamos aquí para romper con esa línea, con esa relación laboral que teníamos, aunque aún así, no quería retractarme, no quería pensar claramente, quería actuar, y era por eso que necesitaba un vaso de whiskey, porque de esa manera tendría la mente nublada, y así no podría meditar mucho acerca de lo inapropiado que era todo esto. Una vez con las dos botellas, una copa y un vaso, regreso al salón con Álvarez, donde me lo encuentro sentado en uno de los sofás.-Aquí tienes- Le digo, tendiendole la copa, para después, servir algo de vino en la misma.
-Gracias- Me responde, sonriéndome de forma tímida, sonrisa que me acelera el corazón de forma inmediata. Yo me siento a su lado, para después, tomar mi vaso y servirme whiskey, dándole luego un gran trago, al igual que Álvarez a su copa.
Siento el alcohol pasar por mi garganta, deseando que muy pronto me hiciera sentir menos nervioso, pues me encontraba tenso, inquieto, pero al mismo tiempo, me encontraba emocionado, en cierta manera impaciente por lo que iba a pasar, aunque primero, tanto Álvarez como yo, debíamos calmarnos, pues nos notaba tensos a ambos, e incluso algo incómodos, y no quería que lo que iba a pasar esta noche, tuviera como base esos nervios. Una vez dejo de beber de mi vaso, reposo mis codos en mis piernas, jugando nerviosamente con el vaso, mientras que Álvarez deja su copa en la mesa de centro, para después, echar otro vistazo a mi apartamento, específicamente, a las vistas del ventanal.
-Y yo creía que las vistas de su oficina eran privilegiadas...estas son espectaculares- Me comenta. Yo le sonrío, girandome hacia las vistas a mi derecha.
-La verdad es que sí...- Comienzo a decir, mirando ahora a mi asistente- Aunque tampoco es que pueda admirarlas tanto...paso mucho tiempo en la oficina, y cuando llego aquí, lo único que quiero es ir a dormir- Le digo, y él asiente, mirando las vistas a mis espaldas.
-Entiendo- Me dice, para después, tomar su copa de vino y beber de ella. Yo hago lo mismo, bebiendo de mi vaso. Álvarez deja su copa de nuevo en la mesa, para después, dejar salir un gran suspiro, mientras lo veo frotar sus manos una contra la otra, en clara señal de nervios.
-¿Todo bien?- Le pregunto, pues lo notaba tenso, y aunque era entendible, no quería que se sintiera de esa manera. Él asiente sin más, algo que no me convence del todo. -¿Estás seguro? Te noto...bueno, tenso- Agrego, y entonces él sube su mirada a mí, una que me inquieta al instante, pues me hacía sentir demasiadas cosas, pero entonces lo veo negar con la cabeza.
-No es tensión...es...no sé, es...incertidumbre más que nada- Me dice. Yo frunzo el ceño.
-Incertidumbre ¿Por qué?- Le pregunto. Su mirada me observa, demasiado oscura, demasiado intensa.
-Tengo mucha incertidumbre...muchas dudas, porque yo no...no sabía que usted fuera...es decir, que se haya fijado en alguien como yo...yo...- Comienza a decir, y entonces entiendo su pregunta.
-En un tío...¿Quieres decir?- Le pregunto, y él asiente lentamente. Me quedo pensando en su pregunta, pues eso mismo me había cuestionado yo durante todo el fin de semana, y no lo entendía, a día de hoy seguía sin entenderlo. -Si te soy sincero...no lo sé...yo tampoco tengo la respuesta a eso, porque sí...yo soy...heterosexual...jamás había tenido dudas, ni este tipo de deseos por algún hombre- Comienzo a explicar, queriendo sincerarme, pues en este punto, no tenía sentido guardarme nada- Pero tampoco quiero saberlo...es decir...quiero pensar en esto como lo que es...una persona sintiendo deseo por otra...nada más, no me importa nada más- Agrego, pues era así, no quería entenderme, no tenía sentido, no ahora. Él me mira, y aún podía ver dudas en él.
-Lo que pasa es que...no quiero que...no sé, que en algún momento se dé cuenta de que no es esto lo que quiere...tal vez...en algún punto de la noche...se arrepienta- Me explica. Yo lo miro, admirando su perfil, su nariz, sus labios, su barba, absolutamente todo, mientras pienso en ese beso que habíamos compartido en mi oficina, ese que me había encendido al instante, dándome cuenta de que hasta ahora, no me había arrepentido de besarlo, porque era probablemente el beso más deseado que había tenido jamás, y pensándolo bien, jamás había sentido esa clase de pasión con alguien, jamás había deseado tocar tanto unos labios como los de él, y ahora, me encontraba deseando más, deseando acariciarlo, me encendía el simplemente pensar en besarlo de nuevo, y que ese beso fuera a más. Así que no, no era posible que me fuera a arrepentir a mitad de la noche, porque mi cuerpo me estaba diciendo a gritos que esto es lo que quería, y aunque mi mente no lo comprendiera, porque Álvarez era un tío, tampoco me interesaba que lo hiciera. Me acerco un poco más a él, rozando mi pierna con la suya, acto que lo hace bajar su mirada hacia la mesa, con evidente vergüenza.
-Álvarez...estuve todo el fin de semana pensando en esto, pensando en ese casi beso en mi oficina el viernes...pensando en lo que sentía al estar cerca tuyo, y después caí en cuenta de que quería besarte...y el simplemente imaginarmelo, me hizo darme cuenta de que llevo semanas queriendo hacer más que solo eso, mi cuerpo lo supo antes que yo...mi cuerpo reaccionaba a tu cercanía de una forma que yo no entendía, hasta ayer...- Comienzo a decir- Apenas ayer entendí lo que necesitaba...y el beso que compartímos en mi oficina el día de hoy...me confirmó lo que ya sospechaba...necesito más de eso, mucho más...y te tengo ahora aquí, en mi apartamento...y te juro que lo único que pienso ahora mismo, es en besarte, y en no parar- Termino por decir. Los ojos de Álvarez me observan muy de cerca, con un brillo lleno de pasión en ellos, llenos de anticipación, y sobre todo, llenos de excitación.- Así que no, no me voy a arrepentir a mitad de la noche, de lo único que me arrepiento, es de no haberme dado cuenta de esto antes...- Agrego, demasiado serio, de forma sincera. Él se me queda mirando, y entonces sus ojos bajan a mis labios, mirada que me enciende, y que me da la señal de que era momento, de que sus dudas ya no estaban ahí, pues en lugar de incertidumbre en su mirada, veía deseo.
Me acerco lentamente a él, a sus labios, los cuales llevaban siendo una tentación enorme desde que entramos a mi apartamento. Él se acerca también, hasta que por segunda vez, mis labios tocan los suyos, haciéndome sentir una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo entero, encendiendome, sintiendo que ardía en deseos por él, porque este no era un beso casual en mi oficina, este era el beso que iniciaba todo, inciaba ese trato que habíamos hecho, iniciaba el proceso que iba a terminar de una manera muy diferente. Presiono mi boca contra la suya un poco más, y entonces siento su lengua queriendo abrirse paso dentro de ella, algo que permito, recibiendola con hambre, tomándola con la mía y dandole la bienvenida. Mis manos se posan en sus piernas, mientras que las manos de Álvarez suben a mi cuello, para después, bajar a mi pecho, excitandome de sobremanera. Continúo devorandolo con gusto, sintiendo demasiado calor, sintiendo mi pantalón impaciente, y sintiendo mi lengua encantada con la suya, perdidas en un remolino de pasión incapaz de parar.
El beso se vuelve jodidamente salvaje, demasiado, provocando en Álvarez ligeros gemidos que me excitan aún más, haciéndome pensar en que no podía esperar más para escucharlos más intensos, más altos, y entonces me doy cuenta de que era hora de ir a mi habitación. Me alejo de él, mirándolo a los ojos, notando en ellos nada más que pasión.
-Quieres...¿Quieres ir a la habitación?- Le pregunto con dificultad. Él asiente, seguro, sonriendo un poco. Yo me levanto del sofá, al igual que él, para después, caminar juntos por el pasillo hasta mi habitación. Abro la puerta, y al hacerlo, veo mi cama, ese lugar que iba a ser el escenario de algo tan incorrecto, de algo tan inapropiado, pero que me encontraba deseando hacer aún así. Álvarez entra detrás de mí, y una vez lo hace, cierro la puerta. Nos quedamos así, mirándo la habitación por un momento, como pensando en lo que estaba a punto de pasar, y es entonces cuando Álvarez se gira y me mira. Me acerco nuevamente a él, lentamente, posando mis manos en su cintura, para después, tocar sus labios, los cuales me hacían sentir perdido, me hacían sentir perder todo el control, porque me dejo llevar nuevamente por él, por su forma de buscar mi lengua con la suya, mientras sus manos suben a mi cuello, provocandome escalofríos al sentir sus dedos rozar mi piel, sobretodo esa parte tan sensible. Continúo besándolo, mientras lo empujo un poco más cerca de la cama, para después, alejar mis labios de los suyos, posandolos en su cuello. Álvarez levanta su cabeza, dándome acceso a él, y mientras lo escucho jadear, decido ir un poco más allá, posando mis manos en los hombros de su americana, retirandola de su cuerpo, algo que él me permite, y acto seguido, la tiro al suelo. Vuelvo a atacar nuevamente sus labios, y entonces él repite el proceso con mi americana esta vez, tirandola también al suelo. El beso nuevamente se vuelve salvaje, demasiado urgente, totalmente alucinante, y queriendo continuar con el proceso de dejarlo sin ropa, tomo esta vez su corbata, soltando un poco el nudo, para después, retirarla por su cabeza, y acto seguido, me enfoco ahora en su camisa, sacándola de su pantalón y abriendo sus botones poco a poco y a ciegas. Una vez totalmente abierta, la retiro de sus hombros, para después, acariciar su piel desnuda, tersa. Mis dedos se dan el lujo de explorar su torso, mientras mis labios bajan a su cuello, nuevamente provocando muy leves gemidos en mi asistente, y entonces bajo mis manos un poco más, hasta llegar a su pantalón. Comienzo a desabrochar su cinturón, y después de unos segundos, lo retiro de su pantalón. Regreso mis labios a los suyos, mientras las manos de Álvarez se dirigen a mi corbata, tirando un poco de ella en su dirección, de modo que me estaba acercando a él, tomándome por la corbata, pegándome a su boca, mientras me devora con ansias, y luego de unos segundos, comienza a soltar el nudo de la misma, para después, alejarse de mí y sacarla por mi cabeza. Vuelve a besarme, devorandome con su lengua, y esta vez, es el turno de mi camisa, por lo que comienza a tocar mi pecho con manos desesperadas, con evidentes intenciones de desabotonarla, algo que le permito, mientras yo me dedico a explorar su cuello con mi lengua, sintiendo la misma arder ante ese contacto.
Era alucinante lo excitado que estaba, y de verdad no recordaba haberme sentido de esta manera en algún momento de mi vida, con ninguna mujer, y no podía evitar comparar a Álvarez con ellas, porque en este caso, desnudando a la persona frente a mí, no olía ese perfume femenino de su cuello, no sentía sus pechos rozar contra mí, al recorrer su torso, no sentía ese cuerpo femenino y delicado, y de igual manera, al estar con ellas, la única erección en la habitación, era la mía, algo que en este caso no era así, y me encantaba, a pesar de ser una experiencia nueva y francamente extraña, me estaba encantando, y me estaba volviendo loco.
Las manos de Álvarez terminan su labor de abrir mi camisa, la cual saca por mis hombros hasta dejarla caer al suelo. Mis labios vuelven a los suyos, para después, desabrochar mi propio cinturón, sintiéndome desesperado, sintiéndome perder la paciencia, queriendo terminar con esta anticipación que me estaba consumiendo, porque quería tenerlo ya desnudo, no quería esperar más.
De forma desesperada, aún con mis labios en los suyos, abro mi pantalón, bajándolo por mis piernas, para después, hacer lo mismo con el pantalón de Álvarez, rozando su erección en el proceso, algo que me enciende al instante. Una vez en solamente ropa interior, me alejo de él, mirándolo a los ojos, queriendo saber cómo se encontraba, y entonces veo en ellos pasión, y muchísimo deseo, respirando con dificultad, y con sus labios brillosos debido a nuestro beso. Con todo eso como confirmación de que quería continuar, lo empujo hacia la cama, y una vez llegamos hasta ella, él se sienta en la orilla de la misma. Yo me acerco a sus labios, aún de pie, besandolo con cuidado, pero de forma desesperada al mismo tiempo, y poco a poco, Álvarez se deja caer en la cama, mientras yo me dejo caer junto con él, encima de su cuerpo. Una vez recostados, continúo besandolo, alejándome de sus labios y bajando a su cuello, mientras siento sus manos en mi cabello, pegándome a él, y escuchando jadeos de su parte. Subo nuevamente a sus labios, mientras que dirijo lentamente mi mano desde su pecho hasta la orilla de su ropa interior, la cual comienzo a bajar lentamente, rozando su miembro con mi mano, algo que me parecía sumamente raro, pues lo normal para mí, era no encontrar nada en esa zona, pero esto no era lo normal, esto no era lo usual. Sintiéndome excitado ante la evidente erección de Álvarez, decido acariciarlo un poco por encima, notando cómo se pone más duro aún. Yo sonrío un poco en medio de nuestro beso, pues me estaba encantando tenerlo tan excitado con solamente mis manos, por lo que continúo tocandolo, queriendo provocarle placer, algo que consigo, pues comienza a gemir dentro de mi boca, algo que me calienta aún más.
Luego de unos segundos, termino con mis caricias en su zona, para después, bajar del todo su ropa interior, y hacer también lo mismo con la mía, rozando mi propia erección esta vez, la cual estaba extremadamente sensible, caliente y en espera del siguiente movimiento.
Estábamos ahora completamente desnudos, besándonos de forma obscena, de forma exquisita, lo que me hace pensar que en este punto, ya no había marcha atrás, ya no había forma de deshacer lo que estaba pasando, y a partir de ahora, ya no iba a poder ver a Álvarez de la misma manera, y él tampoco iba a verme a mí de la misma forma.
Mis manos suben a su rostro, mientras lo beso de forma apasionada, gimiendo levemente al sentir mi intimidad tocando la suya, las cuales ahora mismo, estaban conociendose. Justo en ese momento, mientras me encuentro perdido en deseos por Álvarez, él se aleja de mí, mirándome a los ojos.
-Un...un momento...señor- Me dice con dificultad. Yo me alejo inmediatamente de él.
-¿Qué pasa? ¿Quieres...quieres parar?- Le pregunto, y él inmediatamente niega con la cabeza.
-No...no es eso...- Me responde- Es solo que...bueno, sé que usted nunca ha...nunca ha hecho algo como esto...- Agrega- Es decir...con un hombre- Termina por decir, y yo asiento.
-Correcto- Respondo, sin entender a dónde quería llegar.
-Vale...y...sabe...¿Sabe lo que está haciendo? Es decir...¿Sabe cómo...?- Comienza a preguntar, y yo niego con la cabeza.
-No...no lo sé como tal...pero puedo intuirlo- Respondo, pues aunque nunca había estado con un hombre, sabía que debía ser paciente, y sobre todo cuidadoso. Álvarez se me queda mirando, con fuego en sus ojos.
-Vale...- Me responde, aunque podía verlo con algo de dudas.- Y...¿No tiene...no tiene un condón?- Me pregunta, con algo de vergüenza- Lo que pasa es que...haría todo más...más fácil- Agrega, y yo niego con la cabeza, pues no tenía condones ahora mismo a la mano, ya que era algo que realmente no solía necesitar, no hasta ahora.- Vale...está bien- Agrega Álvarez ante mi negativa, y nuevamente, podía notar en él dudas, e incluso algo de temor.
-Escucha...no he hecho esto nunca...pero te prometo que voy a ser cuidadoso, porque por encima de todo...quiero que tú también disfrutes...no quiero lastimarte ni nada por el estilo, y vas a tener que ayudarme y a...tal vez a guiarme un poco...pero quiero que disfrutes de mí, porque yo sé que voy a disfrutar muchísimo de ti...- Comienzo a decir- Quiero que esta noche sea buena para ambos, porque es la única vez que vamos a hacer esto...y no quiero que te lleves un mal recuerdo- Termino por decir. Álvarez asiente lentamente, para después, sonreír de una forma hermosa. Una vez lo veo tranquilo, lo vuelvo a besar, siendo recibido por él con desesperación, sin embargo, yo me alejo de nuevo- Y por cierto...puedes... puedes hablarme de tú...al menos por esta noche ¿Vale?- Le pregunto, riendo un poco, pues con lo íntima que era toda esta situación, me hacía gracia que continuara hablándome de usted. Él asiente, sonriendo. Regreso a sus labios, degustando lo bien que sabían, lo tersos que estaban, y sobre todo, disfrutando de lo bien que besaba, jugando con su lengua dentro de mi boca de una manera alucinante. Luego de unos cuantos segundos más, me alejo de sus labios, mirándolo a los ojos.- ¿Estás...estás listo?- Le pregunto, y él asiente.
-Lo estoy...solo...solo hazlo lento...por favor- Me dice. Yo asiento, pues evidentemente, iba a ser muy cuidadoso. Me sitúo mejor entre sus piernas, posicionándome de forma adecuada para entrar en él, y una vez lo miro de nuevo para comprobar que estaba listo, comienzo a entrar en él, de forma muy lenta, y al hacerlo, comienzo a sentir inmediatamente un placer impresionante, un placer como ningún otro, uno que me hace incluso dejar de respirar por un momento, disfrutando de sus paredes recibiendome, de su interior dándome la bienvenida. Dejo salir el aire que estaba conteniendo, escondiendo mi rostro en el cuello de Raúl, sintiéndome en la puta gloria, pero recordándome a mí mismo que tenía que ser paciente, y lento. Continúo entrando en él, mientras escucho ligeros gemidos de parte de Raúl, mientras yo también dejo salir pequeños sonidos de placer, y una vez estoy completamente dentro de él, o al menos la gran parte, Raúl habla.
-Espera...espera un momento...quédate quieto- Me dice, con la voz entrecortada. Yo acato sus ordenes de inmediato, sin moverme ni un milímetro.
-¿Estás bien? ¿Te he lastimado o...?- Comienzo a preguntar, asustado al sentir que había hecho algo mal o que le estaba provocando dolor, pero él niega con la cabeza.
-No...no, para nada, es solo que...me tengo que acostumbrar a ti- Me dice. Yo comprendo a lo que se refiere, asintiendo, para después, besar sus labios, mientras espero a que su cuerpo se acostumbre a mí. Él toma mi rostro con sus manos, besándome de forma intensa, salvaje, enredando sus dedos en mi cabello y pegándome a él, haciéndome sentir perdido en la pasión que se encontraba depositando dentro de mi boca. Nuestras lenguas se disfrutan sin ningún tipo de vergüenza, con total descaro, actuando prácticamente por si solas, con ansias, queriendo saciar el hambre que estaban sintiendo.
Un par de minutos después, minutos llenos de besos húmedos y gemidos por parte de ambos, siento cómo el cuerpo de Raúl comienza a moverse ligeramente, dándome a entender que quería que me moviera.- Ahora...estoy listo- Me dice, con una voz llena de deseo en ella. Yo continúo besándolo, para después, ahora con su permiso para moverme, salir lentamente de él, sintiendo nuevamente ese placer indescriptible llenarme entero, y entonces, vuelvo a entrar, haciendo un vaivén con mis caderas, entrando y saliendo de él de forma exageradamente lenta. Las sensaciones que me encontraba sintiendo, eran absolutamente alucinantes, no recordaba haber sentido tanto placer en mi vida, me sentía en el cielo, con mi cuerpo incluso temblando, sintiendo mi corazón latiendo demasiado rápido, con mi respiración entrecortada debido al torrente de placer que me estaba recorriendo el cuerpo entero.
Jamás me imaginé estar en una situación como esta, jamás pensé que pudiera disfrutar de este tipo de compañía por parte de un hombre, estaba ahora mismo follando con uno, con mi asistente, con esa persona que cada día me ayudaba y me auxiliaba de forma tan excelente y eficiente en el ámbito laboral, y era sumamente raro, pero al mismo tiempo, lo sentía como sumamente correcto, aunque no lo era, porque era inapropiado, e incluso prohibido, pero se sentía demasiado bien, me sentía demasiado excitado, sin poder contenerme, me sentía tan jodidamente bien, que lo único que podía pensar, era que estaba agradecido de haber roto esas reglas, estaba agradecido de haberlas mandado a la mierda, porque el cuerpo de Raúl era como un paraíso, las sensaciones que me estaba provocando eran maravillosas, sus gemidos de placer eran divinos, y mi cuerpo entrando y saliendo del suyo, era absolutamente perfecto, por lo que no me arrepentía, ni de romper las reglas, ni de follar con mi asistente, ni de que fuera un hombre.
Continúo de forma lenta, mientras beso de forma desesperada el cuello de Raúl, quien se encuentra gimiendo cada vez más, recibiendo mis embestidas lentas y profundas, mientras que su cuerpo se mueve de forma desesperada, marcandome el ritmo que quería que yo siguiera, por lo que sigo sus ordenes no verbales y me muevo un poco más rápido, saliendo y entrando de él con más ímpetu, aunque de igual manera, siendo cuidadoso, escuchando atentamente sus gemidos por si había algún quejido de dolor, sin embargo, lo noto disfrutando de mí, dedicándome sonidos indecentes, sonidos deliciosos, los cuales me provocan seguir, penetrandolo un poco más rápido, mirando su rostro con una expresión de placer total. Subo mi mano hasta un costado de su cabeza, teniendo así mejor vista de su rostro, de sus expresiones, deleitandome con ellas, y entonces continúo, más rápido, más profundo, gimiendo y gruñendo sin poder evitarlo, sintiendo una satisfacción que me estaba volviendo loco, estaba viendo las estrellas ahora mismo, y mientras entro y salgo de Raúl, follandolo con deseo y ansias, me dedico a observarlo, recibiendome con gusto, con sus ojos puestos en mí, lo que hace este momento más íntimo, en cierta manera más especial, y así, viéndolo a los ojos, esos que tan loco me volvían, lo penetro rápidamente, subiendo el ritmo de mis caderas, notando en su mirada el placer que le estaba provocando con mi cuerpo, y con eso poniéndome más caliente, sigo, aumentando el ritmo, dándonos placer a ambos, moviéndome de forma un poco más brusca, provocando sonidos en mi cama, la cual comienza a notar los estragos de la pasión que se encontraba siendo depositada sobre ella, y al darme cuenta de que en la expresión de Raúl no había ningún tipo de dolor, me dejo ir con todo, pues no me podía contener más, y podía notar que él también quería que yo aumentara el ritmo. Sus manos se dirigen a mi espalda, arañandome con pasión, aunque sin hacerme daño, sino todo lo contrario, sus uñas clavándose en mí me hacen pensar que lo estaba volviendo loco, así como él me estaba volviendo loco a mí.
Sigo embistiendolo rápidamente, tomando un ritmo absolutamente bestial, provocando un sonido obsceno e indecente en toda la habitación al chocar nuestras pieles desnudas y empapadas en sudor, y es entonces cuando Raúl aumenta sus gemidos de forma considerable.
-No...no pares...ma...más...joder Reborn...- Dice, con dificultad, cerrando sus ojos y abrazándome por el cuello, mientras sus piernas abrazan mi cuerpo, y el simplemente escucharle gritar mi nombre de esa manera, me enciende todavía más de ser posible. Yo hago lo que me dice, aunque de cualquier manera, no pensaba parar por nada del mundo, y es entonces cuando sus manos bajan por toda mi espalda, arañandome en el proceso, para después, llegar hasta mi trasero, el cual estruja, atrayendolo hacia él, pidiéndome más, queriendo más de mí, más potencia, algo que estaba fascinado de darle, por lo que continúo mis embestidas, escuchando gritos de placer que me vuelven absolutamente loco, haciéndome sentir que iba a correrme en cualquier momento, y es entonces cuando Raúl gime de forma ahogada, gritando en mi oído.
-Dios...Reborn...- Grita, abrazando mi cuerpo. Sus súplicas me nublan la mente, me hacen casi perder el sentido, mientras que su cuerpo me inunda de placer, provocandome gemidos, jadeos, haciéndome gruñir de forma animal sobre su oído, y así, llenándome de él, continúo embistiendolo, provocando un desastre en mi cama, la cual se mueve contra la pared de forma brusca, y queriendo darnos más placer, cambio de posición, por lo que me incorporo un poco, de modo que me encuentro ahora en cierto sentido sentado frente a él, tomando sus caderas y embistiendolo rápidamente, recibiendo de su parte gemidos alucinantes, y viéndolo ahora desde un poco más arriba, me deleito con sus expresiones, con sus gritos, con sus manos tomando con fuerza mis sábanas. Continúo en esa posición durante unos minutos, hasta que me siento de pronto a punto de correrme, por lo que disminuyo el ritmo, regresando a mi posición anterior, pegando mi cuerpo al suyo, mientras lo embisto ahora de forma lenta, de una forma exquisita, y mientras mis caderas hacen el trabajo, me dedico a mirar su rostro, encontrandome con sus ojos llenos de placer sobre mí, y es entonces cuando mi corazón se emociona, el cual estaba ya de por sí bastante acelerado. Sintiéndome con más necesidad de él, me acerco a sus labios, aún con ese ritmo lento y placentero en mis caderas, mientras siento su lengua recibirme, con sus manos tomándome por el cabello, y sus piernas alrededor de mi cintura, pidiéndome más. Me dejo llevar por su beso, el cual estaba lleno de pasión, lleno de sensualidad, pero también lleno de ternura, y así seguimos, disfrutandonos, sintiéndonos, con un ritmo lento, pausado, queriendo prolongar este momento, hasta que pasan quizás diez minutos, o tal vez treinta, podría ser incluso una hora, me era difícil saberlo, pero estando tan perdido en él, me encontraba solamente queriendo sentirlo, saciandome de su cuerpo, recibiendo sus gemidos en mi oído, escuchando mi nombre siendo pronunciado de la forma más sensual y erotica posible, y de verdad no quería que terminara, no quería dejar de embestirlo, de darle todo de mí, no quería dejar de gruñir su nombre sobre su cuello, mientras mi lengua lo devora con hambre. Me sentía con demasiado placer, con mi cuerpo entrando y saliendo de él, con mi corazón yendo al ritmo de mis embestidas, y con Raúl pidiéndome más, todo era demasiado intenso, demasiado grande, y también demasiado especial. En cierto momento, queriendo disfrutar de la vista al tenerlo debajo de mí, me dedico a mirarlo fijamente, mientras lo embisto de forma lenta, deliciosa, y él corresponde mi mirada, recibiendome, para después, sonreírme, de una forma demasiado dulce, una que me provoca un escalofrío por todo el cuerpo, por lo que me acerco a él, besandolo con muchísima pasión, de forma lenta, disfrutando de sus labios, los cuales me reciben con ansias. Continuamos de esa manera, besándonos de forma lenta, hasta que de pronto, dejándome llevar por las sensaciones de mi cuerpo, subo el ritmo, poco a poco, entrando y saliendo de él con fuerza, con ímpetu, y es entonces cuando me veo obligado a dejar de besarlo, escondiendo mi rostro en su cuello, mientras lo penetro una y otra vez, gimiendo de forma desesperada, con gruñidos guturales que salen de lo más profundo de mí. Por su parte, Raúl comienza a gemir de forma desesperada, mientras su cuerpo se mueve bajo el mío, pidiéndome más, algo que le doy, embistiendolo rápidamente, provocando gritos en él.
-Joder...Reborn- Comienza a decir con dificultad justo en mi oído- Sigue...si...sigue por...por favor- Me dice, y yo le obedezco, subiendo aún más el ritmo, volviendonos locos a ambos, pues comenzamos a gemir al unísono, siendo nuestros sonidos obscenos lo único que se escucha en la habitación, así como el choque de nuestros cuerpos, hasta que de pronto, Raúl comienza prácticamente a gritar de placer, y es entonces cuando siento entre su cuerpo y el mío algo mojado y caliente, y al bajar la vista, me doy cuenta de que él ya se había corrido, lo que me enciende al instante, y en un par de embestidas más, me dejo ir yo también, corriendome dentro de él de una forma alucinante, sintiendo un placer que no era de este mundo.
-Hostia...hos...tia puta...Raúl...joder...- Digo entre gemidos, penetrandolo, dejando dentro de él mi sustancia, sintiéndome incluso desfallecer ante la cantidad de placer que me encontraba sintiendo.
Continúo embistiendolo, follandolo con gusto, vaciandome en su interior, gimiendo su nombre con desespero y deseo, y luego de un par de embestidas más, me quedo quieto, dejándome caer en su cuerpo, besando su cuello con hambre, mientras que él gime justo en mi oído, nuevamente arañando mi espalda y volviéndome loco. Continúo así, besando su cuello, sus labios, mordiendo el lóbulo de su oreja, mordiendo sus hombros ligeramente, y una vez siento los espasmos de mi reciente orgasmo irse, salgo de él, aunque no me alejo de su cuerpo, pues continúo besandolo, porque no me sentía capaz de parar, no quería dejar de tocar sus labios, y podía notar cómo él tampoco, pues me toma del cabello y me atrae hacia él, devorando mi boca con ansias, gimiendo dentro de ella.
Entre más besos y caricias urgentes, luego de varios minutos, finalmente me alejo de él, y al mirarlo a los ojos, veo en ellos felicidad, pues me sonríen, de una forma demasiado bella, de una forma que hace que mi corazón se desquicie, latiendo solo por esa sonrisa. Yo le sonrío, para después, dejar un último beso en sus labios, y entonces me dejo caer a su lado, respirando con dificultad, sintiendo aún mi cuerpo temblar ante el deseo, pero sobre todo, sintiendo nada más que alegría, ni siquiera sentía arrepentimiento, no sentía ningún tipo de remordimiento, no me sentía ni un poco culpable, pues había valido totalmente la pena romper todas esas reglas, romper con todas esas conductas que para mí eran lo correcto. Lo único correcto, lo más perfecto, era lo que acababa de hacer con Raúl, con mi asistente, ese al que tan solo dos meses atrás, le había dicho que no me viera como colega, porque no seríamos más que jefe y asistente, y joder, qué equivocado estaba.

Nos quedamos en silencio por un par de minutos, intentando recuperar la respiración, recuperandonos del orgasmo tan intenso que habíamos tenido, aunque era un silencio cómodo, un silencio que estaba lleno de sentimientos y emociones por todos lados. Finalmente, me giro a ver a Raúl, quien se encuentra mirando al techo.
-¿Cómo te encuentras?- Le pregunto. Él me mira, y nuevamente, mi corazón se alborota, algo que realmente había estado haciendo desde que entramos a la habitación.
-De maravilla- Me dice. Yo sonrío ante su respuesta, pues me alegraba que estuviera bien. De pronto, mientras me encuentro mirando el café oscuro de sus ojos, me doy cuenta de lo mucho que había disfrutado de él, pero no solo de su cuerpo, sino de sus miradas durante el sexo, sus sonidos, su forma de gemir mi nombre, todo había sido demasiado bueno, demasiado perfecto para siquiera describirlo.
-Yo igual- Respondo, de forma sincera- Ahora...por qué no...descansamos un poco- Agrego, pues me sentía agotado, y podía ver en el rostro de Raúl que él también. Él se queda serio, borrando su sonrisa de su rostro.
-Eh...no sé si...debería, es decir...debería ir a casa ahora- Me comenta. Yo inmediatamente niego con la cabeza.
-No tienes que irte...puedes...quedarte a dormir...si gustas- Le digo. Él se sorprende ante mis palabras.
-No sé si esté bien, no creo que...sea lo correcto...- Responde. Yo me rio.
-Raúl...acabamos de follar...¿De verdad te preocupa que quedarte a dormir no sea lo correcto?- Le pregunto, pues me hacía gracia que viera el dormir en mi cama más incorrecto que lo que acababamos de hacer. Él se sonríe un poco.
-A ver...sí...pero tú me entiendes...no sé, no quiero...importunar- Me dice. Nuevamente, yo niego con la cabeza.
-Para nada lo haces...te lo digo de verdad...- Comienzo a decir, sintiendo unas enormes ganas de que se quedara- Por favor...quédate conmigo- Agrego, sorprendiéndome a mí mismo ante mis recientes palabras, pues habían sonado como prácticamente una súplica. Él se me queda mirando, para después, asentir.
-Vale...me quedo- Responde, dedicándome una sonrisa que me llena el corazón. Yo le sonrío de vuelta, para después, tomar las mantas a nuestros pies y taparnos a ambos.
-Descansa Raúl...y...- Comienzo a decir, sintiendo la urgente necesidad de expresarle algo- Gracias por...esto...ha sido...- Agrego, haciendo una pausa, buscando las palabras que pudieran describir lo que había sido follar con él- Ha sido de verdad...increíble- Agrego. Él me sonríe, asintiendo.
-Lo fue...y gracias a ti...porque has sido muy cuidadoso y...bueno, tenías razón cuando dijiste que iba a valer la pena...lo ha valido- Me responde. Nuevamente sonrío, con mi corazón saltando de alegría- Descansa Reborn- Termina por decir, para después, cubrirse bien con las mantas y cerrar los ojos. Yo hago lo mismo, aunque me encontraba sintiendo unas enormes ganas de abrazarlo ahora mismo, sin embargo, contengo el impulso, por lo que simplemente me giro hacia el otro lado, cerrando mis ojos, aunque siendo totalmente sincero, dudaba que pudiera dormir siquiera un poco, pues además de que lo que acababa de pasar era suficiente para tenerme pensando toda la noche, tener el cuerpo desnudo de Raúl a mi lado, era una tentación muy difícil de resistir, sin embargo, tenía que hacerlo, pues ese había sido el trato, que esto solo iba a pasar una vez. Y ninguna más.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora