Epílogo

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Cinco años después

Me coloco la corbata, mirándome en el espejo, asegurándome de que estuviera perfecta, como siempre, recordando aquel momento en el que Raúl me la había regalado, y a pesar del pasar de los años, y de lo mucho que yo la utilizaba, seguía aún intacta, perfecta, tan bonita como el primer día.
Una vez termino de vestirme, salgo del baño, colocandome mi americana, adentrándome en la habitación, para después, tomar mi móvil y mi billetera de la mesita de noche, y una vez los guardo en mis bolsillos, me giro hacia la terraza, en donde veo a Raúl, posando sus manos sobre la barandilla, admirando el mar, el cual se extendía desde debajo de nosotros hacia el horizonte.
Mi corazón se acelera al instante al ver a Raúl, enamorado, y debido a que ya me encontraba listo para irnos, me dirijo hacia afuera, saliendo hacia la terraza, sintiendo la rica brisa del mar, para después, caminar hacia él, acercándome por la espalda y posando mis manos en su cintura, pegando por completo mi cuerpo al suyo, mientras poso mi cabeza en su hombro.
-¿Disfrutando de las vistas?- Le pregunto, mientras dejo suaves besos en su cuello.
-Bueno, en algo me tengo que entretener mientras terminas de vestirte- Me dice, mirando hacia el mar.
-Pues ya he terminado- Le digo, aún dejando esos suaves besos en su cuello, sintiendo su cálida piel en mis labios.
-¿Ya? Joder, por fin- Me dice, haciéndome reír.
-Coño, que quiero verme bien hoy...- Le digo, haciendo participe a mi lengua de los besos que estaba depositando en su cuello. Raúl extiende un poco su cabeza, dándome más acceso.
-Ya, pero que vamos a perder la reservación, todo porque el señorito se ha cambiado de traje tres veces- Me comenta. Yo me rio.
-Soy un coqueto, lo siento- Le respondo. Raúl se ríe.
-Eres un puto indeciso, eso es lo que eres...y de verdad, si te vuelves a cambiar de traje, me voy sin ti, me suda la polla, te quedas aquí, y a ver qué comes- Me dice. Una vez más, yo me rio.
-Joder...¿Te parece esa una bonita manera de hablarle a tu esposo?- Le pregunto. Raúl se ríe, para después, girarse, de modo que lo tenía ahora frente a mí, mirándome con una expresión divertida en sus ojos.
-Mi esposo es un indeciso que no puede elegir un simple traje- Me responde, haciéndome reir.
-Correcto, y así me amas- Le respondo. Él me sonríe.
-Lo peor es que es verdad- Me dice. Yo me rio un poco, acercándome a sus labios y tomandolos entre los míos, saboreando su rico sabor, y una vez me alejo, hablo de nuevo.
-Venga, vamos a comer- Le digo, tomando su mano y entrando a la habitación de nuevo, para después, cerrar las puertas de la terraza. Raúl me mira mientras cierro las puertas, y una vez me giro hacia él, lo veo admirando mi corbata, y entonces sonríe.
-Es la que yo te he dado ¿Verdad?- Me pregunta, y yo asiento, sonriendo. Él se acerca a mí, tomando la corbata entre sus manos- Apenas puedo creer que hayan pasado ya cinco años de eso...parece que fue ayer cuando entré a tu oficina por primera vez para que me entrevistaras- Me dice. Yo sonrío, recordando ese momento, sintiendo en mi corazón felicidad al mirarlo ahora como mi esposo, y ya no como solamente mi asistente.
-Cierto- Le digo, pues yo también tenía esa sensación, recordaba esa entrevista a la perfección como si hubiera sido ayer. Raúl me sonríe, aún con su mano en mi corbata.
-Me gusta mucho cuando la usas...me hace rememorar muchísimas cosas- Me dice, sonriéndome con nostalgia. Yo asiento, acercandome más a él.
-Recuerdo bien cuando iba a la oficina con ella, pensando en que era un regalo tuyo...me daba la sensación de llevar una parte de ti conmigo- Le digo- Así como ese sujeta corbatas que te di en su momento...- Le digo. Él me sonríe, para después, meter la mano en el bolsillo de sus vaqueros, sacando del mismo el pequeño sujeta corbatas con la fecha en la que nos conocimos. Yo sonrío, algo sorprendido.
-Lo llevo siempre conmigo...aunque no use traje, siempre lo llevo conmigo- Me dice. Yo sonrío, enternecido, pues realmente desconocía que aunque no llevara corbata en donde colocarlo, lo llevara con él. Mirando el pequeño objeto, una idea surge en mi cabeza.
-Tengo que darte otro...esta vez con la fecha en la que nos casamos- Le digo, recibiendo de su parte una sonrisa.
-Me gustaría...que tampoco es necesario, porque voy a llevar ese día siempre en mi mente y mi corazón- Me dice. Yo le sonrío, acercándome a él sin poder resistirme más, besando sus labios con cariño, con dulzura, pensando en que ahora era mi esposo, recordando la linda boda que habíamos tenido tan solo dos días atrás, justo en este sitio, en Las Maldivas, un lugar que tenía un significado especial para los dos, pues cuatro años atrás, habíamos venido aquí para el cumpleaños de Raúl, en ese viaje que yo había planeado para ambos cuando celebramos su primer cumpleaños juntos, y debido a que había sido nuestro primer viaje de pareja, sin negocios ni empresas de por medio, era muy especial, y lo habíamos pasado realmente bien, por lo que al momento de planear nuestra boda, habíamos decidido que queríamos realizarla aquí, en esta playa, justo al lado del mar.
Continúo besando sus labios, perdiéndome en ellos, notando cómo una necesidad muy grande se hace presente en nuestro beso, sintiendo que tanto Raúl como yo, no teníamos intención de dejar de besarnos, lo que me hace pensar en que esa reservación que teníamos para ir a comer, no iba a ser utilizada. Acerco a Raúl a la cama, sin dejar de besarlo, y una vez nos encontramos al pie de la misma, él se aleja.
-Y...¿Y la reservación?- Me pregunta, agitado, con deseo en su mirada.
-Que le den por culo- Le digo, para después, besarlo de nuevo con muchísima urgencia, hambriento, beso que Raúl corresponde con la misma necesidad, introduciendo su lengua dentro de mi boca, y luego de unos segundos, se vuelve a alejar.
-Pero...podemos...¿Podemos simplemente no ir? Es decir...tenemos reservación para cenar en ese mismo restaurante mañana también...- Me comenta. Yo le sonrío.
-Estamos en nuestra luna de miel amor, podemos hacer lo que nos de la gana...- Le digo, acercándome a él, dejando suaves besos en su cuello- Y lo que me apetece hacer ahora...es el amor contigo...- Agrego, lamiendo su piel, recibiendo de Raúl jadeos necesitados, los cuales me vuelven loco al instante.
-Pues...que le den por culo a la reservación entonces...- Me dice, agitado. Yo me rio, subiendo mis labios a los suyos de nuevo, tomandolos con fuerza, para después, empujar a Raúl hacia la cama, quien cae sobre la misma, subiendome a él, besandolo con desesperación, haciéndome pensar en que de nada me había servido tardarme tanto vistiéndome e intentando verme bien, pues en cuestión de segundos, mi ropa iba a terminar por el suelo.
Durante estos dos días de luna de miel, habíamos hecho el amor incontables veces, en la cama que daba justo al mar, siendo este testigo del profundo amor que había entre ambos, ese que a pesar de los años, no disminuía, y el deseo tampoco, pues seguíamos como al inicio de la relación, sin poder alejarnos del contrario, sin poder dejar de saciar de forma animal todo el deseo que lo único que hacía, era incrementar.
Durante todos estos años, nuestras vidas habían cambiado de forma considerable, pues luego de haber sido despedidos de esa empresa en donde nos conocimos, Raúl y yo estuvimos varios meses sin trabajar, disfrutando de nuestra compañía, en casa, pues nos habíamos mudado juntos un par de días después del despido, y durante mucho tiempo, nos dedicamos simplemente a eso, a estar juntos, a disfrutar de la relación que en algún momento fue prohibida, una que no pudimos disfrutar en su totalidad debido a que teníamos que ocultarnos, sin embargo, meses más tarde, decidimos volver a trabajar, más que nada porque aunque nos encantara estar juntos en casa, ambos comenzamos a sentir la necesidad de hacer algo más, queríamos volver a esa rutina de ir a trabajar de nuevo, sin embargo, lo hicimos de una manera muy diferente, pues decidimos con todos mis ahorros, comprar una pequeña empresa financiera, la cual luego de tres años, logramos hacer crecer, algo que logramos juntos, pues Raúl era el director general de la misma, algo que hacía a la perfección, mientras que yo por mi parte, me encontraba en la junta directiva junto con demás socios e inversores, y aunque contemplamos que yo fuera el director ejecutivo de la empresa, no quería volver a tener tanta responsabilidad, pues era un puesto bastante demandante, y aunque me gustaba realizar ese trabajo de gestión y administración, sabía que me iba a quitar bastante tiempo, por lo que decidí confiar ese puesto a una persona que sabía que haría bien su trabajo, llevando mi empresa de buena manera, y una vez le pregunté, renunció a su puesto de trabajo en esa empresa donde yo también estuve en su momento, convirtiéndose Andy en el director ejecutivo de mi compañía, llevándola como yo suponía, hasta la cima, y entre su gestión, la de Raul, y la mía, habíamos logrado que se convirtiera en una de las empresas financieras más importantes del país.
Una parte sumamente positiva, era que debido a que la empresa era mía, y por consiguiente también de Raúl, podíamos tomarnos muchas libertades, tomando vacaciones bastante seguido, yendonos de viaje y dejando en muchas ocasiones la empresa a manos de Andy, quien sabía a la perfección cómo llevarla.
En cuanto a la vida de Andy, además de tener el máximo cargo en la empresa, había dejado de tener a Fernanda como novia, convirtiéndola en su esposa tres años más tarde de haber iniciado su relación, quien también formaba parte de la empresa como subdirectora general.
Estaba de verdad demasiado feliz con mi vida, con Raúl siendo ahora mi esposo, con una empresa que entre él y yo, y por supuesto Andy, habíamos llevado hasta la cima, feliz de tener a personas de confianza en la gestión de la misma, teniendo bastante tiempo libre para pasar tiempo con Raúl, pero al mismo tiempo encargándome de la empresa desde la parte de inversores, lo que me mantenía ocupado pero no saturado, y eso me daba la oportunidad de disfrutar de mi relación, o más bien, ahora de mi matrimonio con Raúl.
Mientras continúo besando sus labios, escalando poco a poco la erotica situación, comienzo a recordar la bonita boda que habíamos tenido dos días atrás, a la orilla del mar, con las personas que tanto para Raúl como para mí, eran importantes, y aunque había sido una ceremonia pequeña y solamente con gente cercana, había sido sumamente especial.
Al momento de enviar las invitaciones, yo había decidido invitar también a mi padre, pues aunque llevábamos años sin hablar, quería decirle de alguna manera que iba a casarme, sin embargo, mi madre había venido sola a la boda, lo que me indicaba que mi padre seguía sin apoyar mi relación, algo que me tenía sin cuidado, no me interesaba en lo más mínimo, y la verdad era que hasta cierto punto, sentía incluso lástima por él, pues tener una mente tan cerrada debía de ser muy triste, y eso solo le afectaba a él, no a mí.
De cualquier manera, la boda había sido francamente hermosa, con Andy como mi padrino de bodas, con mi madre y algunos miembros más de mi familia presentes, con la familia de Raúl también en primera fila, mientras que un lindo atardecer se dejaba caer, y al momento de aceptar a Raúl como mi esposo, recordaba bien cómo una inmensa felicidad me había invadido, una que no sabía ni cómo describir, pues el estar prometiendo pasar toda mi vida con alguien a quien amaba profundamente, me daba una paz y una calma enormes, y así mismo, escuchar a Raúl aceptarme como su compañero de vida, había sido hermoso, y aquí estábamos ahora, una vez más amándonos sin poder controlarnos, frente al mar, con todo nuestro futuro por delante, uno prometedor, lleno de amor, de éxito, tanto a nivel personal como laboral, lleno de futuras experiencias que quería vivir solo con él, con nadie más, y mientras comienzo a moverme dentro de él, recibiendo de su parte gemidos que conocía ya a la perfección, me siento en el cielo, con mi corazón y mi cuerpo llenos de satisfacción, mientras le hago a mi esposo el amor con todo el cariño del mundo, recordando todas esas reglas que en su momento tuve, esas que no pude evitar romper, con él, con quien se había convertido en el amor de mi vida, cuando en algún momento, había sido solo mi asistente, y entonces recuerdo ese trato, ese de pasar solamente una noche juntos, algo que no fue así, pues sin darme cuenta, en ese trato yo no le estaba dando solo una noche, le estaba dando mi vida entera, y lo haría mil veces más sin dudarlo, porque no quería vivirla con nadie más que con él.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora