Capítulo 29

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Decir que estaba concentrado y trabajando como si me fuera a morir mañana, era decir poco.
Llevaba desde las siete de la mañana encerrado en mi oficina, a pesar de que solía llegar más tarde normalmente, y desde entonces, no había parado ni un minuto, trabajando arduamente, escribiendo reportes, revisando facturas, firmando autorizaciones, enviando correos. Me sentía como un desquiciado, enterrado en trabajo que ni siquiera era urgente, pero me mantenía ocupado, me mantenía con la mente en algo, pues así no pensaba en nada más, o en nadie más.
Desde el día de ayer, algo en mi cabeza me estaba haciendo demasiado ruido, algo me estaba distrayendo, y no entendía la razón, aunque si que sabía que no quería averiguarla, no quería pensar a detalle en eso que tanto se me cruzaba por la mente.
Ayer había descubierto algo muy interesante sobre mi asistente, algo que de no ser por el alcohol que yo llevaba encima, la verdad es que probablemente nunca hubiera descubierto. Debido a mi gran habilidad para entablar conversaciones estando bajo los efectos de tres vasos de whiskey, había descubierto que mi asistente no tenía pareja, aunque yo la verdad asumía que era lo contrario, aunque tampoco es que le hubiera dado muchas vueltas en el pasado, pues su vida personal era algo que a mí no me interesaba. Al menos hasta ahora.
No entendía por qué, pero desde que lo supe, me encontraba constantemente pensando en ello, pensando en las razones de que hubiera terminado con aquel chico, pensando en si aún era su amigo a pesar de ya no ser pareja, pensando en si actualmente se encontraba interesado en alguien, pensando en muchas cosas, cosas de mi asistente que no tenían por qué importarme, pero me importaban, no sabía por qué, pero me daba demasiada curiosidad saber todas esas cosas.
Era por eso que me encontraba prácticamente obsesionado con seguir trabajando, porque si paraba por un instante, esas curiosidades volvían a mí.
Además de saber la situación sentimental actual de Álvarez, ayer había descubierto también que tres vasos de whiskey en su presencia me hacían demasiado sociable, hablaba de más, me volvía impertinente, incluso un poco gilipollas, pues en mi estado normal, jamás se me hubiera cruzado por la cabeza preguntarle a él acerca de si tenía pareja o no, ni a él ni a ningún asistente mío, porque era algo que simplemente no tenía por qué saber.

Mientras continúo trabajando, totalmente enfocado leyendo el reporte de ingresos que tenía en la pantalla de mi ordenador, miro la hora, notando que eran las 6:45 de la tarde. En tan solo quince minutos, tenía una reunión con unos socios bancarios, una reunión que si bien no era tan importante, si que había algunos asuntos fundamentales que tratar. En dicha reunión, iría acompañado de mi asistente, a quien la verdad es que había estado evitando durante todo el día, pues su sola presencia me ponía algo tenso, además de que me daba algo de vergüenza haberle preguntado cosas tan personales ayer estando bajo los efectos del whiskey. Así mismo, él no se había comunicado conmigo más que para un par de cosas, pero de ahí en más, la verdad es que lo había visto muy poco el día de hoy, sin embargo, en quince minutos debía ir a la reunión acompañado de él, pues había ciertas cosas que quería que Álvarez transcribiera, además de que lo necesitaba en caso de fijar otra reunión más adelante, pues él tenía todas mis citas en su agenda, y yo no sabía realmente cómo gestionar mis días y horas libres, es más, ni siquiera sabía qué días y horas tenía libres.
Mientras espero a que se den las siete de la tarde, preparo los documentos que iba a necesitar, dándoles una leída rápida, queriendo prepararme en caso de que los socios bancarios me preguntaran cualquier cosa.
Una vez se dan las 6:55, me levanto de mi silla, tomo mi maletín con los papeles que iba a necesitar y me dirijo a la puerta de mi oficina, listo para salir, no sin antes dejar salir un pesado suspiro.
Una vez fuera, me dirijo hacia el escritorio de mi asistente, quien al notar mi presencia, se gira hacia mí.
-¿Estás listo Álvarez?- Le pregunto, y él asiente.
-Si señor- Responde, tomando su agenda y levantándose de su silla.
-Venga, pues vamos- Comento, dirigiendome hacia el ascensor.
Mientras esperamos a que llegue el ascensor a nuestro piso, Álvarez y yo nos quedamos en silencio, ambos mirando hacia las puertas, y de reojo, lo veo mirando su agenda, jugando con ese bolígrafo que casi siempre llevaba en las manos, o en sus labios, ese bolígrafo que tantos problemas me había dado. Unos cuantos segundos después, las puertas del ascensor se abren, por lo que entramos Álvarez y yo. Estando dentro, oprimo el piso cinco, para después, sentir cómo este comienza a bajar.
No pasan ni siquiera diez segundos, cuando de pronto comienzo a sentirme tenso, sintiendo los latidos de mi corazón más rápidos de lo normal, mientras una falta de aire extraña comienza a ponerme nervioso.
Frunzo el ceño, dándome cuenta de que nuevamente, me estaba dando esa especie de ataque de pánico que no había tenido en toda la semana. No entendía nada, pues estos días había estado usando el ascensor sin ningún problema, sin sentir esta ansiedad y falta de aire tan extraña.
Intento calmarme, respirando lentamente, queriendo llenar mis pulmones de oxígeno, pero se me estaba haciendo muy difícil, pues mi corazón se encontraba desquiciado, y a pesar de no estar haciendo frío ahora mismo, me encontraba con la piel de gallina. De reojo, veo a mi asistente, queriendo saber si yo era el único que sentía el ambiente del ascensor extraño, y es entonces cuando lo noto simplemente mirando su agenda, aún jugueteando con su bolígrafo, golpeando las páginas de la agenda de forma nerviosa.
Intento pensar, intento comprender por qué cojones me encontraba tan nervioso ahora mismo, cuando durante toda la semana, había estado perfectamente bien, usando el ascensor cada mañana, o en la tarde cuando iba a comer con Andy, y también cuando terminaba el día y usaba el ascensor para irme a casa.
Casi como una cubeta de agua fría, la respuesta llega a mi cabeza, y entonces me doy cuenta de cuál era la diferencia, de por qué me había estado sintiendo tan bien, y ahora mismo tan angustiado, tan tenso. Me giro hacia Álvarez, atónito, frunciendo el ceño, mientras recuerdo la primera vez que me había sentido de esta manera en el ascensor, recordando cómo sentía el ambiente tenso y las paredes demasiado reducidas, y ese día, esa primera vez sintiéndome mal, Álvarez también estaba ahí, a mi lado, como ahora mismo. Y entonces recuerdo esas salidas con Andy, yendo a comer con él, bajando y subiendo en el ascensor sin ningún tipo de problema, y me doy cuenta de pronto, de que durante toda esta semana, no había compartido el ascensor con Álvarez ni una sola vez, hasta este momento, en el cual me encontraba tan nervioso, respirando con dificultad.
La razón de esta ansiedad, de estos nervios, de mi falta de aire y de mi piel erizandose, era él, era Álvarez.
Mi asistente nota mi mirada sobre él, y entonces lo veo fruncir el ceño, mirándome extrañado.
-¿Todo bien, señor Reborn?- Me pregunta. No sabía cuál era la expresión de mi cara ahora mismo, pero estaba seguro que debía ser de total y absoluta confusión. Sin saber qué responder, sintiéndome incapaz de emitir algún sonido o articular una palabra, simplemente me le quedo mirando, queriendo comprender la razón de que su presencia fuera lo que alteraba mis nervios y me cortaba la respiración de esta manera, queriendo entender por qué solo con él en el ascensor sentía en el ambiente una tensión y una energía pesada, donde respirar era más difícil.
Su mirada y la mía no se separan, y podía ver que Álvarez se encontraba también confundido, seguramente queriendo saber por qué me encontraba mirándolo de esta manera, pero justo en ese momento, las puertas del ascensor se abren en el piso cinco.
El sonido me hace apartar mi mirada de él, mientras varias personas comienzan a entrar al ascensor. Álvarez y yo salimos, para después, sin siquiera decir nada, comenzar a caminar hacia la sala de reuniones, con mi asistente siguiendome de cerca, mientras yo me encuentro aún con mi corazón latiendo deprisa, demasiado deprisa.
Una vez llegamos a la sala, me detengo justo afuera, pues había un par de indicaciones que debía darle a mi asistente, aunque ahora mismo, me costara demasiado trabajo mirarlo a los ojos.
-Escucha Álvarez...- Comienzo a decir, mientras él centra toda su atención en mí- Necesito que...durante esta reunión necesito que...que escribas solamente las fechas de corte, las fechas de los ingresos y egresos, y también las cantidades que se...que se están recibiendo mensualmente, todo lo demás es irrelevante- Agrego, mientras lo veo escribir rápidamente en su agenda lo que me encontraba diciendo. Todo esto realmente ya se lo había mencionado al momento de decirle que vendríamos a esta reunión, sin embargo, quería recordarselo.
-Vale- Dice, asintiendo y con su mirada fija en la agenda, escribiendo rápidamente mis indicaciones, y una vez termina, sus ojos se posan en mí.
-En caso de que...en caso de que al final nos...me pidan otra reunión...yo...bueno más bien tú...tú les dices qué días y qué horas tengo libres...- Digo, titubeando, sintiéndome demasiado nervioso. Una vez más Álvarez asiente, mirándome, para después escribir algo más en su agenda.
-Entiendo- Me dice.
-Vale pues...vamos- Digo, abriendo la puerta y adentrandome en la sala de reuniones, donde unas cuantas personas ya se encuentran sentadas. Saludo a cada una con un apretón de manos cordial, para después, sentarme en una silla, sentándose Álvarez a mi lado, quien inmediatamente abre su agenda y escribe más cosas.
Mientras esperamos a que lleguen las demás personas, yo le doy vueltas y vueltas al mismo asunto, sin entender la situación, sin entender lo que acababa de pasar en el ascensor, sin comprender esos nervios que aunque ahora ya estaban más tranquilos, se alteraban bastante al estar en ese espacio tan reducido con Álvarez.
Decido no pensar en ello, sacando los papeles que tenía dentro de mi maletín y leyéndolos por encima, queriendo distraerme, como llevaba haciendo todo el día, hasta que luego de un par de minutos más, llegan las personas que estábamos esperando, por lo que damos comienzo a la reunión.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora