Capítulo 32

557 67 16
                                    

Me miro en el reflejo del ascensor, acomodando mi corbata, mi camisa y mi americana, como solía hacer cada día. El ascensor se detiene en varios pisos, en donde entran y salen personas, haciéndome perder la paciencia, pues me encontraba algo ansioso de llegar a mi oficina.
Había pasado el fin de semana con demasiadas cosas en la cabeza, cosas acerca del trabajo que tenía que hacer, llamadas con varios socios que tenía que realizar, reuniones importantes que era indispensable que salieran bien, pero dentro de todos esos asuntos laborales sumamente importantes, en mi mente también estuvo el tema de Álvarez y su cita, durante todo el fin de semana me había quedado con esa duda de saber más acerca de ello, sobre todo después de esos tragos de whiskey con Andy el viernes, los cuales me habían provocado una resaca que hace muchos años no tenía, pues no solía beber casi nunca. Sentía que todo esto era realmente una estupidez, era ridículo querer saber más, porque no tenía por qué preguntarme nada acerca de la vida privada de mi asistente, ni de él, ni de ningún otro empleado de la empresa, pero me encontraba con mucha curiosidad, sintiéndome incluso algo entrometido, dándome cuenta de que tal vez yo era más cotilla de lo que pensaba. Mientras el ascensor continúa su camino hasta el piso 19, recuerdo la manera en que hace dos meses, cuando Álvarez entró a la empresa, yo le había dejado muy claro que no me interesaba su vida privada, que no era de mi interés saber nada de ella, y de igual forma, a él no debía de interesarle mi vida personal. Intento no pensar en esa charla, dándome cuenta de que estaba faltando a mi propia regla, lo que me hacía sentir como un gilipollas entrometido y fisgón.
El ascensor finalmente abre sus puertas, dejándome ver el pasillo y los escritorios de los empleados vacíos, a excepción de Álvarez, quien se encuentra concentrado en su ordenador. Una vez llego hasta él, le saludo.
-Buenos días Álvarez- Digo, recibiendo de su parte una sonrisa.
-Buenos días señor- Responde, alegre.
-¿Tienes ya las estadísticas que te pedí el viernes?- Pregunto.
-Si señor, ya las tengo, pero necesito esperar a que sean las ocho para que el jefe de contabilidad me las firme- Responde.
-Vale perfecto, en cuanto las tengas, me las traes a mi oficina por favor- Le respondo.
-Si señor- Me dice.
-Bien- Digo sin más, para después, dirigirme a mi oficina.
Una vez dentro, comienzo a sacar varios papeles de mi maletín, para después, sentarme en mi silla y comenzar a trabajar.
Quince minutos más tarde, mientras me encuentro redactando un reporte, la puerta de mi oficina se abre, y es entonces cuando veo a mi asistente con unos papeles en sus manos.
-Aquí tiene las estadísticas ya firmadas- Me dice, acercándose a mi escritorio y tendiendomelas. Yo las tomo, leyendolas un poco por encima, aunque la verdad era que no estaba revisando las estadísticas como tal, sino que me encontraba pensando en una manera de charlar un poco con Álvarez, y tal vez llegar hasta ese tema que era de mi interés.
-Bien, gracias- Le comento, levantando mi mirada hacia él.- Antes de que te vayas, voy a entregarte unos documentos que necesito que archives- Le comento.
-Vale, sin problema- Me responde. Yo dejo las estadísticas que me encontraba sosteniendo, para después, comenzar a buscar los documentos que necesitaba que archivara.
-¿Y qué tal estuvo tu fin de semana?- Le pregunto de forma casual, mientras continúo buscando en mi maletín.
-Eh...bien, muy bien- Me responde, y en su tono de voz, podía notar que mi pregunta lo había tomado por sorpresa.
La semana pasada, había estado evitando a mi asistente a toda costa, pues me sentía algo nervioso con su presencia, algo que aún no lograba entender ya que nunca me había pasado con ninguno de mis asistentes, sin embargo, ahora mismo no quería evitarlo, ahora no quería que se fuera rápidamente de mi oficina como había estado haciendo, ahora quería hablar con él, quería enterarme de eso que me tenía tan intrigado.
-Vale, bien- Respondo, aún sin mirarle- ¿Y qué has hecho?- Pregunto.
-Pues...realmente solo descansar- Me dice. Yo levanto mi mirada hacia él.
-¿Si? ¿Solo descansar?- Pregunto, tomando los documentos que iba a darle y mirándolos un poco por encima.- ¿No has...salido...ni nada?- Pregunto.
-No...el trabajo me deja bastante agotado así que...lo único que quiero durante el fin de semana es descansar, la verdad- Termina por decir.
Yo asiento, mirándolo a los ojos, deseando saber por qué no me contaba nada más, por qué mantenía esa cita tan en secreto conmigo, pero sí que le había contado a Andy acerca de ella. Dándome cuenta de que no me iba a contar nada, y de que no podía seguir preguntando sin verme muy obvio, decido rendirme.
-Vale, entiendo- Le respondo, dándole los papeles que necesitaba que archivara. Él los toma.
-Bien, ahora mismo los subo a la base de datos para después archivarlos- Me dice.
-Vale- Respondo sin más, algo serio.
-¿Necesita algo más?- Me pregunta.
-No, eso sería todo- Respondo.
-Vale, con permiso- Me dice, para después salir de mi oficina.
Una vez solo, me recargo en el respaldo de mi silla, mientras analizo toda la situación, y la verdad es que no entendía nada.
No entendía por qué Álvarez no me contaba acerca de su cita, no entendía por qué a Andy sí que le había dicho pero a mí no, y tampoco entendía por qué cojones necesitaba saber la respuesta a cosas que no tenían por qué importarme. La verdad era, que tampoco es que necesitara detalles, no me interesaba saber muy a profundidad sobre su cita, pero sí que tenía curiosidad acerca de con quién había salido, o al menos que me lo mencionara por encima.
Dándome cuenta de que pensar en Álvarez y su misteriosa cita estaba distrayendome demasiado, decido continuar con mi trabajo, concluyendo con este tema, aceptando que me iba a quedar con la duda, y sobre todo, dándome cuenta de que su vida personal debía tenerme a mí sin cuidado.
Decido enfocarme en lo verdaderamente importante, es decir mi trabajo, por lo que comienzo a realizar un informe detallado de ventas con ayuda de las estadísticas que Álvarez me había dado, perdiéndome así en trabajo.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora