Capítulo 7

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Leo un correo tras otro, de la forma más rápida que conocía, es decir, leyendo en diagonal, una técnica que había aprendido muchos años atrás y que en un tipo de trabajo como este, me servía muchísimo y me ahorraba bastante tiempo. Me encontraba en mi oficina, absorto en trabajo, y luego de responder al doceavo correo del día, podía ya sentir la vista cansada, y la cabeza a punto de explotarme de dolor, a pesar de ser solamente las diez de la mañana.
El día de hoy, al igual que el día de ayer, estaba cargado de estrés, de trabajo, de papeleo por hacer, de correos por leer, de demasiadas cosas, y aunque estaba acostumbrado a la carga de trabajo, hoy era diferente, pues el día de ayer me había enterado de una gran inconformidad que tenían los inversionistas mayoritarios de la empresa, pues según ellos, las ventas del último mes no habían salido conforme ellos esperaban, y ayer durante una reunión, habían hablado de retirar todo su capital de la empresa, pues anteriormente ya habían dado varias advertencias acerca de que si la situación no mejoraba en cuanto a los ingresos, ellos se retiraban. Afortunadamente, luego de horas y horas mostrando proyecciones de los próximos meses, así como los avances en cuanto a mercadotecnia que se iban a implementar próximamente, había logrado convencerlos de no retirar el capital, sin embargo, desde ayer no me había quitado ese pendiente, pues en mi cabeza estaba la inquietud de que ellos no estaban conformes, y eso me estresaba, demasiado.
Así mismo, el día de ayer había cometido un grave error con mi asistente, a quien había hablado de muy mala manera cuando lo único que intentaba hacer, era informarme de la situación que Andy le había comentado, pues era él quien tan desesperadamente quería hablar conmigo para que le ayudara con los inversionistas. Sabía reconocer cuando la cagaba, sabía afrontar mis errores y hacer lo que fuera necesario por enmendarlos, y debido a que había incluso amenazado a Álvarez con despedirlo el día de ayer, me había disculpado, pues el que actuó mal, fui yo.
Intentando ignorar el intenso dolor de cabeza, continúo con el siguiente correo, y al abrirlo, me encuentro con algunas facturas del mes pasado, las cuales imprimo y dejo en un pequeño montón de papeles que posteriormente daría a Álvarez para ordenar y archivar, y mientras firmo algunos documentos de dicho montón, me doy cuenta de que el dolor de cabeza tan intenso que estaba sintiendo, no se pasaría pronto. Miro en el cajón de mi escritorio en busca de pastillas para el dolor, pero me encuentro con una caja vacía.
-Joder- Maldigo para mí mismo, frustrado, para después, tomar el teléfono y presionar el botón que me conectaba directamente con Álvarez.
-Dígame señor- Me dice al responder.
-Álvarez, necesito que por favor me traigas una pastilla para el dolor de cabeza, ve si puedes conseguir alguna con alguien, y si no, vas a tener que ir a la farmacia o algo...- Le digo, con voz cansada, presionando mi frente con dos dedos.
-Vale, ahora mismo, señor- Me responde. Yo cuelgo el teléfono, esperando que pudiera encontrar algo para seguir trabajando sin sentir que era necesario arrancarme la cabeza para concentrarme.
Continúo con los correos, los cuales a pesar de revisar casi cada día, seguían acumulándose. Luego de diez minutos, dejo el correo por un rato y me dedico a redactar unos informes financieros que tenía pendientes, y justo en ese momento, alguien toca a mi puerta.
-Adelante- Digo sin más, aún con mi mirada en el ordenador.
-Disculpe señor, traigo lo que me ha pedido...he conseguido una pastilla con una compañera...- Me dice Álvarez una vez entra a la oficina. Yo me giro hacia él, y es entonces cuando veo que se encuentra con un vaso de agua en una mano, y una pastilla en la otra, aún en su pequeño envoltorio transparente.
-Vale, perfecto- Le digo, extendiendo mi mano, tomando la pastilla y el agua y rápidamente sacándola de su envoltorio, para después, pasármela con el agua, esperando que hiciera alguna clase de magia y desapareciera el dolor al instante. Presiono mi cabeza con mis manos, recargando los codos en el escritorio y cerrando los ojos por un momento, y es entonces cuando escucho la voz de Álvarez.
-¿Necesita algo más...señor?- me pregunta. Yo niego con la cabeza, sin mirarlo, pues abrir los ojos me suponía un esfuerzo enorme.- Vale...pues...me retiro, con permiso- Agrega, abriendo la puerta y cerrandola segundos después.
Yo me quedo en la misma posición, intentando relajarme y despejarme un poco de todo lo que tenía rondando por la mente, todos los pendientes, todas las reuniones, todos los inversionistas, hasta que luego de unos diez minutos, el dolor de cabeza comienza a aminorarse, y solo entonces, me veo capaz de continuar con el informe que había estado redactando.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora