Capítulo 40

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Abro los ojos poco a poco, notando aún oscuridad en la habitación, y después de un par de segundos, me doy cuenta de dónde me encontraba, y sobre todo, con quién. Me giro hacia el otro lado de la cama, esperando encontrarme con Álvarez durmiendo a mi lado, sin embargo, me encuentro la cama vacía, y sin rastro de él por ningún lado. Bastante confundido, me levanto, poniéndome mi albornoz, para después, salir de la habitación en busca de mi asistente, sin verlo por ningún lado.
Era evidente que ya se había ido, y aunque una parte de mí se encontraba algo afligida de que se hubiera ido sin decirme nada, la verdad es que probablemente era mejor así, pues el tener que despedirnos después de lo que habíamos hecho, hubiera sido un momento bastante incómodo para ambos. Regreso a la habitación, tomando mi móvil y mirando la hora, para después, dirigirme al baño, listo para tomar una ducha para irme a trabajar en unas horas, y aunque era bastante temprano y podía incluso dormir un poco más, no tenía sueño.
Mientras me ducho, recuerdos de lo que había hecho con Álvarez tan solo horas atrás, vienen a mí, confundiéndome, emocionandome, excitandome de sobremanera, porque había disfrutado demasiado de él, había sentido tantas cosas que era incluso abrumador, sin embargo, entre todas esas cosas, sentía bastante culpa, culpa de haber hecho algo tan inapropiado con un asistente mío, culpa de haber roto mis propias normas y las de la empresa, y aunque al momento de encontrarme haciendo cosas tan indebidas con Álvarez estaba feliz de haber roto todas esas normas, ahora me encontraba arrepentido, porque había actuado muy mal, porque lo que había hecho no fue para nada ético, no fue correcto en ningún sentido, pero más allá de las reglas a las cuales falté la noche de ayer, lo que me tenía aún más confundido, era el hecho de haber tenido relaciones con un hombre por primera vez. Jamás en mi vida me hubiera pensado que algo así pudiera llegar a pasar, pues yo tenía mis preferencias muy definidas, muy claras desde siempre, nunca me había sentido confundido, nunca había tenido dudas y curiosidades, pero ahora todo era diferente, ahora no solo me había acostado con un hombre, sino que lo había disfrutado muchísimo más que cualquier otra relación sexual que hubiera tenido en mi vida, y eso me asustaba, porque no sabía lo que significaba, no sabía si eso me hacía homosexual o no, o si por el contrario, solamente me sentía atraído hacia Álvarez, porque eso seguía siendo así, incluso solamente pensar en él, me despertaba muchísimas cosas, y eso me aterraba.
Una vez salgo de la ducha, me visto rápidamente, y sin siquiera desayunar, pues no tenía mucha hambre, me encamino a la oficina.
Al llegar al edificio y entrar al ascensor, unos nervios imposibles de controlar me invaden, pues iba a ver a mi asistente, aunque siendo tan temprano, dudaba que ya hubiera llegado, pero de cualquier forma, sí o sí lo vería el día de hoy, y no sabía cómo me iba a hacer sentir eso, no sabía cómo iba a reaccionar mi piel, la cual solamente al recordar la imagen de Álvarez debajo de mí, gimiendo mi nombre, se erizaba a unos niveles que me provocaban escalofríos. Una vez el ascensor llega a mi piso, veo la oficina totalmente vacía, notando que tampoco Álvarez se encontraba en su escritorio, algo que francamente agradecía. Me dirijo directamente a mi oficina, y al hacerlo, lo primero que viene a mi mente, es ese beso que nos habíamos dado Álvarez y yo aquí mismo la tarde de ayer, cuando le propuse ese trato, cuando le dejé saber que necesitaba follar con él para sentirme bien de nuevo, para liberar toda la tensión y deseo que llevaba sintiendo, algo que no había funcionado, pues el solamente pensar en mi asistente, me encendía al instante. Mi corazón comienza a latir rápidamente solamente al recordarlo, y es entonces cuando mi cuerpo comienza a recordar todas las sensaciones que Álvarez me había provocado, la forma en que nos habíamos devorado la noche de ayer, sus gemidos en mi oído, sus arañazos en mi espalda, su forma de pedirme más, y mientras lo recuerdo, me excito al instante, recordando su cuerpo desnudo debajo de mí. Comienzo a sentirme demasiado acalorado, y sobre todo, demasiado confundido, pues no me encontraba sintiendo cosas a nivel solamente físico, sino que emocionalmente me sentía también bastante jodido, porque la noche de ayer me hizo sentir demasiadas cosas, y el solamente recordarla, me llenaba el corazón, el cual estaba exigiendo ver a Álvarez de nuevo. Sintiéndome demasiado aturdido por tantas emociones, dejo mi maletín sobre mi escritorio y me dirijo hacia el gabinete de bebidas, para después, servirme un vaso de whiskey. Poco me importaba que fueran las siete de la mañana, pero necesitaba tranquilizarme, necesitaba aminorar estos nervios que aumentaban al recordar que en un rato vería a Álvarez de nuevo, y no sabía qué pensar, no sabía cómo debía actuar.
Me dirijo hacia mi escritorio, sin embargo, no me siento, me quedo de pie, mirando la ciudad por mi ventana, bebiendo mi whiskey, y esperando sentirme en calma pronto, o al menos lo suficiente para hacer mi trabajo. Pasan así los minutos, en los cuales me dedico a pensar en todo lo que hacía últimamente, en las decisiones tan extrañas que había tomado, y mientras me encuentro pensando en esa persona que se rehusaba a salir de mi cabeza, escucho la puerta de mi oficina abrirse, por lo que me giro rápidamente, y al hacerlo, me encuentro con Álvarez mirándome, sorprendido.
Mi corazón se altera de forma inmediata, mientras mis piernas comienzan a temblar, al mismo tiempo que imágenes de nosotros juntos aparecen, imágenes de su rostro lleno de placer al sentirme, imágenes de su cuerpo enredado en el mío, la sensación al besarlo, de devorar sus labios como si fueran de mi pertenencia, y entonces recuerdo los latidos de mi corazón yendo a toda prisa en ese momento, la manera en que me había dado cuenta de que le había hecho el amor, porque lo había hecho con mucha ternura, con demasiada dulzura, y teniéndolo ahora frente a mí, mirándome de esa manera, quería hacérselo de nuevo, quería tenerlo en mis brazos y no soltarlo jamás. Ese simple pensamiento, me cae como un cubo de agua fría, y entonces el miedo aparece, porque aún no entendía qué significaban todos esos pensamientos, no entendía por qué me encontraba sintiendo tantas cosas por él cuando ya tendría que sentirme mejor, ahora que ya había liberado todas esas ansias, tendría que estar bien, tendría que estar como antes, tranquilo en su presencia, pero era todo lo contrario.
Ninguno de los dos dice nada, pues en su lugar, nos quedamos mirándonos, como si no supiéramos qué hacer o decir, y entonces me doy cuenta de algo, me doy cuenta de que esta situación tenía que cambiar, teníamos que volver a lo de antes, porque lo que hicimos la noche de ayer, no había estado nada bien, no era correcto, y sintiendo ahora su mirada sobre mí, con un vaso de whiskey en mi mano, me sentía vulnerable, me sentía expuesto.
-Eh...se...señor, buenas...buenos días...no sabía que estaba aquí...- Dice mi asistente, demasiado nervioso, llenando mi oficina con su voz.
Queriendo volver a la normalidad, decido adoptar una actitud diferente, porque no quería que él notara la forma en que su sola presencia me seguía afectando. Me dirijo hacia mi escritorio, dejando mi vaso, para después, centrar mi atención en mi ordenador, queriendo evitar su mirada, la cual me estaba provocando de todo, pues estaba acelerando mi corazón de una forma impresionante.
-Bueno esta es mi oficina...¿Dónde más iba a estar?- Le pregunto, de forma seria.
-Ya...yo...yo me refiero a que es muy temprano...no sabía que ya había llegado...- Responde.
-Bueno, hoy me he despertado más temprano de lo usual...- Digo, recordando la manera en que había despertado solo, sin él a mi lado, algo que seguramente había sido lo mejor, pues de haberlo encontrado a un lado mío en mi cama, estaba casi seguro que me hubiera provocado muchas cosas, y tal vez el día hubiera empezado de otra manera, tal vez hubiera comenzado escuchando los gemidos de Álvarez una vez más.
-Va...vale- Responde- Bueno yo...yo venía a buscar unos papeles del archivo- Me dice, algo tenso.
-Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo en silencio, que necesito concentración- Digo, sin mirarlo, con un tono de voz muy serio, queriendo volver a esa actitud de jefe que la noche de ayer, había olvidado.
-Vale- Dice Álvarez sin más, algo confundido, para después, dirigirse a los archivadores durante un momento, regresando segundos después a la puerta, sin embargo, antes de que pudiera salir, lo detengo, pues había algo que necesitaba que hiciera.
-Álvarez- Le llamo, y él se gira hacia mí.
-Dígame- Me responde, con su mirada fija en la mía, algo que me altera de sobremanera.
-Necesito que elabores un informe a partir de estos datos, lo necesito para dentro de una hora, así que comienza a hacerlo ya- Le digo, dándole unos cuantos papeles, los cuales él toma.
-Vale, ahora mismo me pongo a ello ¿Necesita algo más?- Me pregunta.
-Sí, que me dejes trabajar, necesito concentración, así que no quiero interrupciones el día de hoy, no entres a mi oficina a menos que sea para entregarme ese informe- Digo, sin mirarle, de forma seria, queriendo evitar sus ojos.
Álvarez se me queda mirando, y aunque lo estaba viendo solo de reojo, podía notar confusión en él ante mi forma de hablarle, pero no tenía otra opción, tenía que volver a ser ese jefe estricto que en algún momento fui, además de que realmente necesitaba que Álvarez se mantuviera fuera de mi oficina, porque tenerlo aquí me estaba alterando, tenerlo frente a mí me estaba provocando muchos nervios, me estaba provocando un temblor en todo el cuerpo, pero sobre todo, me estaba provocando besarle de nuevo, quería besarlo, y también quería decirle lo mucho que la noche de ayer había significado para mí, pero no podía hacer eso, no debía hacerlo.
Notando que su mirada no se aparta de mí, decido hablar de nuevo, aunque de una forma no muy amable, pues aunque me doliera hablarle de forma tan fría, era necesario.- ¿No me has oído? Necesito que salgas y me dejes trabajar, así que fuera, ahora- Agrego, subiendo mi tono de voz. Álvarez se sorprende ante mi forma de hablarle, para después, dirigirse a la salida.
-Va...vale- Responde, de forma seria, con un tono de voz muy bajo, y acto seguido, sale de mi oficina.
Una vez solo, dejo salir un pesado suspiro, odiando la expresión que había visto en mi asistente antes de salir de aquí, una expresión confundida, en donde había podido notar incluso algo de tristeza, y de verdad no me gustaba nada verle así, porque no era realmente mi intención tratarlo de esa manera, no quería ver en él ese rostro confundido y afligido, pero necesitaba alejarlo, necesitaba volver a esa rutina que habíamos tenido un mes atrás, esa donde él trabajaba de forma eficiente y responsable, siendo simplemente mi asistente, esa donde yo lo trataba de manera distante, cuando me veía como un jefe estricto e incluso intimidante. No debimos de haber terminado con esa rutina, jamás debimos de tener una relación más cercana, más de colegas, porque eso me había provocado sentir más cosas, cosas que no entendía, cosas que me habían provocado proponerle una noche conmigo. Contengo las ganas de ir a buscarlo, pues de verdad no me gustaba tratarlo de esta manera, no me gustaba ver en él ese rostro lleno de confusión, uno que la noche de ayer, había estado lleno de alegría, lleno de placer y de pasión al estar conmigo, y con eso en mente, me termino mi vaso de whiskey, sintiéndome demasiado mal conmigo mismo.
Lo que había pasado entre los dos tan solo unas horas atrás, me tenía muy alterado, de todas las formas posibles, porque me encontraba sintiendo demasiadas cosas, me encontraba sintiéndome culpable por haber roto todas esas normas que yo tenía, pero al mismo tiempo alegre de haberlo hecho. Me encontraba queriendo olvidar lo que había pasado y seguir con mi día, pero al mismo tiempo, no quería hacerlo, no quería olvidarlo, e incluso quería repetirlo. Era así como me encontraba, demasiado confundido, con pensamientos contradictorios, sintiendo muchísimas cosas, pues el ver el rostro de Álvarez tan solo cinco minutos atrás, me había traído la noche de ayer de vuelta, veía su rostro de placer en mi cabeza, sentía aún sus uñas clavarse en mi espalda, y mi piel estaba demasiado sensible, con todas las emociones justo en la superficie, y al momento de encontrarse mis ojos con los suyos, mi piel reaccionó, erizandose de forma escandalosa, solo por él, pero necesitaba volver a ser ese jefe severo y estricto, porque necesitaba volver a sentirme bien, sin tanta confusión, sin tanto lío en mi cabeza, a pesar de lo mucho que deseaba ir con él y decirle que la noche de ayer había sido maravillosa, que la pasión con la que se dejó tomar por mí me tenía encantado, y que lo necesitaba de nuevo, pero no podía hacerlo, porque tenía que recordar mi papel, que era ser solamente su jefe, y él mi asistente, nada más.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora