Capítulo 12

546 77 20
                                    

Los días pasaron, días en los cuales yo había hecho justamente lo que me había propuesto, que era limitarme a hacer mi trabajo debidamente, y nada más. Me sentía en cierto sentido amargado, apagado, incluso algo triste, pero todo eso se debía a mi nueva actitud hacia mi jefe, a quien no quería regalarle mi amabilidad, ni mis horas extras de trabajo que en el pasado tan equivocadamente le había regalado.
Mi jefe, por su parte, continuaba tratandome como siempre, de pronto bien, de pronto mal, de pronto atento, y al siguiente momento me corría de su oficina por estar excesivamente ocupado, aunque yo sospechaba que estaba ocupado para recibirme a mí específicamente, pues de igual manera solía salir a comer con Andy o recibía llamadas que no eran muy importantes.
Estábamos ya a día jueves, y en tan solo unas horas, partía con mi jefe en un vuelo hacia Nueva York, donde tendría que convivir con él por bastante tiempo, algo que aún no sabía cómo iba a conseguir, pero de igual manera, pensaba adoptar la misma actitud, reacio, serio, eficiente pero sin llegar a ser amable o servicial.
Eran actualmente las siete de la tarde, y cualquier otro día a esta hora, yo me encontraría pensando en ir a casa, cenar, para después dormir tranquilamente en mi cama, sin embargo, hoy sería diferente, pues al llegar a casa, no iba a poder dormir, sino más bien a preparar todo para el viaje de esta noche con el señor Reborn.
Debido a que el día de mañana no vendría a la oficina, ni mi jefe tampoco, me dedico a terminar algunos pendientes importantes, y mientras me encuentro actualizando la base de datos, el teléfono de mi escritorio suena, y al mirarlo, veo que la llamada es de la oficina del señor Reborn.
-Dígame- Respondo.
-Ven a mi oficina Álvarez- Me dice mi jefe, para después, colgar la llamada. Yo pongo los ojos en blanco, pensando en que tal vez un "por favor" de su parte, era demasiado pedir. Toco a su oficina, y después de escuchar que puedo pasar, abro la puerta.
Al entrar, no veo a nadie, lo cual me sorprende, sin embargo, luego de echar un vistazo a la oficina, logro ver a mi jefe en las estanterías del lado derecho, con un libro en sus manos.
-¿Me llamaba?- Le pregunto.
-Así es- Me responde, sin mirarme, con su vista fija en las páginas del libro entre sus manos, mientras se encuentra de pie. -¿Está todo listo para el viaje de hoy?- Me pregunta. Yo frunzo el ceño, pues durante la semana, ya me había hecho esa pregunta varias veces, y en todas, yo le respondía siempre lo mismo.
-Todo listo señor, desde hace una semana que los vuelos, el hospedaje y el transporte están reservados- Respondo.
-No me refiero a eso- Me responde, y por primera vez desde que entré, me mira, aún con el libro abierto entre sus manos. - Me refiero a ti ¿Tienes todo listo? ¿Toda la papelería necesaria, las maletas? Todo eso...- Pregunta. Yo asiento.
-Todo listo- Respondo sin más. El señor Reborn se me queda mirando, como si estuviera esperando por una respuesta más elaborada, sin embargo, me quedo callado.
-Vale...¿Y sabes cuales serán tus funciones allá?- Me pregunta. Nuevamente mi ceño se frunce, pues desde que supe que iría con él a este viaje, él mismo me había explicado lo que tendría que hacer.
-Tomar nota de la reunión, de todo lo que se hable, así como también responder sus llamadas en caso de que reciba alguna- Respondo. Él me mira, para después asentir.
-Correcto- Me responde, para después, volver la vista a su libro de nuevo- La reunión a la que vamos a Nueva York, es muy importante, Álvarez, por lo que voy a necesitar de tu total disponibilidad y eficiencia- Me dice, sin mirarme.
-Sin problema- Respondo sin más. El señor Reborn me mira, para después, cerrar el libro que se encontraba sosteniendo, dejarlo en la mesa de centro de la pequeña estancia y comenzar a caminar hacia mí a paso lento. Yo me tenso, pues a pesar de que me parecía una persona sumamente desagradable, lo atractivo no se le quitaba, así como tampoco se le quitaba esa elegancia al andar ni ese olor tan exquisito a colonia, y todo eso, me ponía nervioso. Una vez frente a mí, mi jefe vuelve a hablar.
-Necesito que todo salga bien en esa reunión, de hecho, necesito que todo salga bien en todo el viaje, por lo que la noche de hoy, yo voy a pasar por ti para ir al aeropuerto, no quiero retrasos ni imprevistos- Me dice. Yo me le quedo mirando, pensando en que ni loco me subía a un coche con él de nuevo, no después de lo que pasó la última vez, cuando fue tan divertido y ameno para al día siguiente gritarme y correrme de su oficina, y si volvía a gritarme de esa manera durante este viaje, yo era capaz incluso de saltar del avión para evitar su mal humor.
-No es necesario, le aseguro que voy a llegar temprano y que no tendrá que preocuparse por...- Comienzo a decir, queriendo hacerlo cambiar de opinión, pero me interrumpe.
-No está sujeto a discusión, Álvarez- Me dice sin más, caminando hacia su escritorio, para después, sentarse en su silla- Tengo tu dirección en tu expediente ¿Sigues viviendo donde mismo?- Me pregunta. Yo asiento, sin poder creerme lo que estaba pasando.- Vale perfecto, pues eso, iré por ti a eso de las nueve y media, porque tenemos que estar en el aeropuerto a las diez, a pesar de que el vuelo sea hasta las doce- Me dice.
-Va...vale- Respondo sin más. El señor Reborn me mira, frunciendo el ceño.
-¿Algún problema, Álvarez?- Me pregunta. Estaba seguro de que se me notaba en el rostro el descontento por tener que aceptar que mi jefe fuera por mí a casa, y que esa era la razón de su pregunta, sin embargo, no quería ocultarlo, pues por alguna razón quería que él supiera que no me agradaba su compañía.
-Ninguno, señor- Respondo, tranquilo, pero con expresión seria, sin sonreír, con una expresión que decía a gritos que me encontraba molesto-Lo espero en mi casa a las nueve y media- Agrego. Él me mira, para después asentir lentamente. -¿Necesita algo más?- Pregunto, esperando poder salir ya de esta oficina y dejar de ver ese rostro soberbio que tanto me desagradaba.
-No, nada- Responde sin más, para después, dejar de mirarme y concentrar su atención en unos papeles sobre su escritorio. Yo abro la puerta y salgo de su oficina, sin decir nada más, ni siquiera un "Con permiso ", como llevaba haciendo toda la semana.
Me dirijo a mi escritorio, pensando en que me esperaban unos días demasiado cargados, pues iba a tener que soportar a mi jefe por demasiadas horas seguidas, y una vez me siento en mi silla, veo que faltan solo cuarenta minutos para mi hora de salida, aunque me encontraba deseando que se postergara un poco más, pues salir de aquí, significaba ir a casa a esperar a que el señor Reborn fuera por mí para pasar dos días junto a él, soportando su mal humor y sus malos tratos. Froto con cuidado mi frente, pues ya me estaba empezando a doler la cabeza de solo imaginarlo.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora