Capítulo 48

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Miro mi reloj de muñeca, notando que eran ya las cinco de la tarde. Una hora había pasado desde ese mensaje que le envié a Álvarez, ese que había escrito en un momento de desesperación al no poder comunicarme con él, pues al haber intentado llamarle varias veces, seguía sin responderme.
Luego de la comida con Andy y Fernanda, la cual lo único que había hecho fue deprimirme aún más, me encontraba ya de nuevo en la oficina, sin embargo, no me encontraba trabajando, pues estaba demasiado ansioso, en espera de la llamada de Álvarez, esperando que quisiera hablar conmigo, esperando que quisiera darme una oportunidad de escucharme.
Otra hora más pasa, hora en la cual me dedico a revisar facturas, aunque viendo el móvil constantemente en espera de esa llamada que tanto quería recibir, y después, pasa otra hora, y otra más, y siendo ahora las ocho de la noche, me doy cuenta de que esa llamada no iba a llegar, pues era ya demasiado tarde, habían pasado ya muchas horas desde que le había enviado ese mensaje a Álvarez.
Demasiado apenado, sintiéndome devastado por dentro, comienzo a guardar mis cosas para ir a casa, y una vez termino, salgo de mi oficina, sin embargo, al dirigirme al ascensor, me detengo en el escritorio de Álvarez, el cual había estado vacío durante todo el día. Me quedo mirando su escritorio por un momento, recordando nuestro primer encuentro, en aquella entrevista, en la cual pude ver al instante el carácter tan fuerte que él tenía, esa forma aguerrida de defenderse, y recuerdo también como al mismo tiempo, pude ver en él muchísimos nervios, así como timidez. Recuerdo también su primer día de trabajo, ese en el cual yo le dejé muy claras las reglas que debía seguir, las cuales ahora mismo, ya estaban más que rotas, todas y cada una de ellas, y yo mismo fui quien las rompió, ni siquiera fue él, yo había sido el que tan solo un mes después de estar trabajando para mí, le había dado permiso de entrar a mi oficina sin tocar a la puerta, yo había sido quien luego de comentarle que no seríamos colegas ni amigos, le había propuesto una noche de sexo casual conmigo, y también había roto esa regla de que estuviera disponible para mí fuera de horas de trabajo, pues sí que le había llamado fuera de sus horas, pero no para trabajo, sino para decirle lo mucho que él significaba para mí.
Esas reglas ya no me importaban, en lo más mínimo, y tampoco la norma de no tener pareja dentro de la empresa, no me importaba nada, solo él, y mientras miro su escritorio vacío, me doy cuenta de lo mucho que su presencia había brindado a mi vida, me doy cuenta de lo mucho que me había dado en poco más de dos meses trabajando para mí. Comienzo a sentir nuevamente ese dolor en mi corazón al recordarlo, por lo que simplemente continuo mi camino hacia el ascensor, pensando en esa llamada que no recibí de él, pensando en ese mensaje que le había enviado, uno que escribí desde el corazón en un momento de crisis al darme cuenta de lo mucho que quería verlo, al darme cuenta de que yo no podía tener una relación como la que tenían Andy y Fernanda, quienes se veían tan felices juntos, tan cercanos.
Una vez en recepción, me dirijo a mi coche, para después, comenzar el camino a casa, mirando de vez en cuando mi móvil, aún en espera de esa llamada que sabía que no iba a llegar.

Estando ya en casa, me preparo cena rápidamente, para después, cenar en el salón, mirando las vistas de mi ventanal, esas que pocas veces tenía la oportunidad de admirar, sintiendo una especie de paz, aunque una paz momentánea, pues una vez termino de cenar y me dirijo a mi habitación, la tristeza me invade de nuevo.
Me dejo caer en mi cama, para después, mirar mi móvil una última vez, entrando en el chat con mi asistente, leyendo ese mensaje que le había enviado ya muchas horas atrás, pensando en que lamentablemente no iba a recibir esa llamada suya, no iba a escuchar su voz, no iba a tener la oportunidad de disculparme con él de nuevo, para después decirle lo mucho que lo necesitaba. Cierro los ojos, queriendo conciliar el sueño, mientras mis propias palabras vienen a mí una y otra vez, hasta que luego de unos minutos, me quedo dormido, aunque con muchísima tristeza en el corazón.

Entro al edificio y me dirijo directamente al ascensor, y una vez dentro, miro mi reloj de muñeca, notando que eran ya las 7:40 de la mañana.
A pesar de haber dormido bastantes horas la noche de ayer, me sentía de alguna forma cansado, aunque sabía que no tenía nada que ver con mis horas de sueño, sabía que el cansancio que me encontraba sintiendo, no se solucionaba con dormir.
Una vez llego a mi piso, comienzo a caminar hasta mi oficina, y a diferencia de ayer, veo en su escritorio a mi asistente, concentrado en su ordenador, y en cuanto lo miro, mi corazón salta, emocionado, ilusionado, totalmente ajeno a la forma en que Álvarez me había rechazado una vez más la noche de ayer al no haberme llamado luego de ese mensaje que le había enviado. Con algo de vergüenza, me acerco a él.
-Hola- Le digo, en un tono bajo.
-Buenas- Me dice sin más, sin mirarme, totalmente indiferente.
-¿Qué tal...qué tal tu día ayer? ¿Has podido descansar?- Le pregunto, queriendo hacer conversación de alguna manera. Él me mira por una milésima de segundo, para después, asentir.
-Sí- Me responde sin más.
-Vale...me alegro- Respondo, demasiado nervioso- Eh...hay...¿Hay mensajes para mí?- Le pregunto, y nuevamente, él asiente.
-Solo uno...me ha llamado Brenda, la coordinadora de los viáticos, y me ha dicho que ya está todo cubierto para el transporte de los socios que asistirán a la conferencia el día de hoy- Me explica Álvarez de forma seria. Yo asiento.
El día de hoy, tenía esa conferencia que era sumamente importante, esa que una semana atrás me había dado bastantes dolores de cabeza al no tener dónde llevarla a cabo, pues al momento de querer reservar la sala de reuniones de la oficina, Álvarez me había comentado que la sala ya la tenía reservada Karla para ese día, quien se había ofrecido a cedermela, aunque con la condición de una cena con ella como agradecimiento. Recordaba bien mi forma de haberle dicho que aún no tenía confirmadas las asistencias como un pretexto para rechazarla, y debido a que no podía mover la conferencia de día, tuvimos que apañarnoslas para realizarla en un salón de eventos de un hotel cerca de la oficina.
-Vale, bien- Le comento- La conferencia es a las dos ¿Correcto?- Le pregunto, y él asiente, con su mirada fija en su ordenador.- Bien...- Respondo.
-¿Me necesita con usted?- Me pregunta. Yo pienso por un momento en su interrogativa, sabiendo que se refería a que si lo iba a necesitar en la conferencia, sin embargo, en mi cabeza yo le doy una connotación muy diferente a su pregunta, mientras siento la enorme tentación de responderle que sí, que lo necesitaba urgentemente conmigo. Contengo ese impulso, para después, hablar.
-No...de hecho te necesito aquí para responder llamadas en caso de que hubiera alguna- Respondo, lo más tranquilo que puedo.
-Vale- Me dice sin más. Me le quedo mirando, deseando que por al menos un par de segundos me mirara a los ojos, pues realmente deseaba contemplarlos, porque me gustaban demasiado, me cautivaban de sobremanera, a pesar de estar llenos de rencor hacia mí.
-Bien, estaré en mi oficina...- Le comento. Por un momento, pienso en preguntarle la razón de que no me hubiera llamado la noche de ayer luego de mi mensaje, sin embargo, descarto la idea, pues no era el lugar para hablar de eso ya que había muchas personas ya en la oficina, además de que tampoco le veía el caso, pues si no me había llamado, era porque no quería escuchar lo que tenía para decirle. Con esa idea estrujandome el corazón, me dirijo a mi oficina, para después, comenzar a preparar todo para la conferencia de hoy, queriendo distraerme en algo.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora