Capítulo 15

647 77 35
                                    

Regreso a mi habitación, ahora ya más relajado, pues por fin había fumado después de tantas horas de vuelo.
Me siento en la cama, para después, tomar mi móvil y programar una alarma para más tarde, pues en caso de que pudiera conciliar el sueño en un rato, no quería quedarme dormido y que se me hiciera tarde para la reunión de mañana.
Una vez la programo, me recuesto en la cama, para una vez más, intentar dormir aunque fuera un poco. Mientras miro al techo, pienso en el rato tan agradable que había pasado con mi asistente hacía tan solo unos minutos. Era totalmente inusual en mí lo que había hecho esta noche, era inusual invitar a gente que trabajara para mí a fumar un cigarro conmigo, era inusual buscarles a las cuatro de la mañana a sus habitaciones por el simple hecho de que no podía dormir, y era también inusual pasar el rato charlando con ellos tranquilamente. Todo, absolutamente todo, era inusual, y era algo que no había hecho nunca, pues para mí, mis asistentes no eran amigos, ni quería que lo fueran, y eso era algo que yo le había dejado muy claro a Álvarez desde un inicio, sin embargo, había algo en él que me llamaba la atención, había algo en él que me agradaba, que me invitaba a charlar con él, a compartir cosas de mí con él que normalmente no compartiría.
No estaba seguro de qué era, pues la verdad era que tampoco lo conocía mucho, llevaba justamente un mes trabajando para mí, pero en ese tiempo, había visto ya varias facetas suyas, la nerviosa y sin experiencia, cuando entró a la empresa, la servicial y amable, la divertida y amena, e incluso la rencorosa y altanera, esa que había surgido esta semana, a raíz de mi trato hacia él el otro día. Álvarez rompía el molde en cuanto a mis anteriores asistentes, no era el típico que a pesar de los malos tratos o de mi mal humor, seguía amable y cordial, sino todo lo contrario, se enfadaba, se le notaba el desagrado que sentía en ocasiones hacia mí, y eso me llamaba la atención, esa parte de él que se ofendía y dejaba de ser amable conmigo, aunque no sabía por qué. Era muy raro lo que sentía, era como una especie de admiración hacia su carácter tan fuerte, aunque también me desesperaba su actitud a veces tan seria hacia mí. La verdad es que él me agradaba, tenía una platica bastante amena, y eso hacía que me olvidara del hecho de que no éramos amigos, sino que era mi subordinado.
Una vez más, como ya me había pasado la noche en que me llevó a casa, estaba olvidando mi posición, estaba olvidando que tenía una posición de autoridad que mantener, y no me podía permitir este tipo de cosas, este tipo de charlas en la madrugada, este tipo de tratos, porque eso podía llegar a asentar unas bases de confianza que no quería, pues yo necesitaba que Álvarez me viera como un jefe severo, firme, pues de verme como alguien amigable y flexible, el trabajo en la oficina podía decaer. Era curioso que jamás me había pasado esto, pues por más amigables que pudieran ser mis asistentes, como Álex, por ejemplo, jamás me sentía con esa confianza de entablar conversaciones personales, jamás me provocaba reír y compartir con él, pues aunque teníamos un trato bastante bueno y cordial, nunca permití que Alex viera facetas de mí que Álvarez en tan solo un mes ya había visto.
Decido finalmente dejar de pensar en ello, llegando a la conclusión de que debía parar este tipo de acercamientos amistosos hacia mi asistente, y mientras cierro los ojos para intentar conciliar el sueño, pienso en esa reunión de mañana, en todo lo que tenía preparado, en todo lo que debía decir, y lo que no debía decir, y después de unos minutos, el sueño finalmente llega.

Una molesta alarma comienza a sonar, haciéndome despertar de golpe, para después, buscar mi móvil por la mesita de noche, y una vez lo encuentro, la desactivo, mirando la hora. Eran las once de la mañana, y me sentía bastante más descansado, pues había dormido unas seis horas, además de que era una hora bastante decente para despertar, pues no era tan tarde todavía.
Me levanto de la cama, dirigiendome luego al baño, y una vez me ducho, me cambio de ropa, pues quería bajar a desayunar al restaurante del hotel. Me visto con una camisa y un pantalón de vestir, para después, salir de la habitación. Considero por un momento llamar a la habitación de Álvarez y comentarle de ir a desayunar conmigo, sin embargo, caería en la misma situación que la noche de ayer, esas que quería evitar, esas donde me convertía en alguien más amable y menos estricto, por lo que descarto la idea y me encamino directamente al ascensor. Una vez dentro, oprimo el botón de Lobby, que es donde se encuentra el restaurante, y después de unos segundos, ya me encontraba caminando hacia el lugar. Al llegar, noto que se encuentra algo más lleno de lo que pensaba, pero aún así, había bastantes mesas disponibles para sentarme. Mientras busco una mesa con la mirada, logro divisar a una persona que me parecía bastante conocida, sentada en una de las mesas de la orilla. Mi asistente. Sin embargo y para mi sorpresa, no se encontraba solo.
Justo frente a Álvarez, se encuentra un chico sentado, y aunque no podía verle bien la cara debido a que estaba algo lejos, no me parecía conocido para nada. Mi ceño se frunce, pues no estaba entendiendo muy bien la situación, no comprendía qué hacía un chico totalmente desconocido sentado con Álvarez, al parecer entablando una conversación con él, y lo primero que pienso, es que mi asistente no hablaba inglés, lo que hacía la situación más confusa todavía. Pienso por un momento en ir hacia allí y llamar su atención, para después preguntarle quién era el chico, pero descarto hacerlo, ya que se encontraban charlando y al parecer riendo de forma muy alegre. Finalmente decido sentarme en una mesa algo alejada de ellos, pero aún así, podía verlos perfectamente desde mi posición. Debido a lo lejos que me encontraba, no podía escuchar su conversación, además de que el ruido de los demás comensales en el restaurante no me lo permitía, pero por lo que podía distinguir, estaban riendo de algo al parecer muy gracioso, pues Álvarez se veía bastante contento y animado. Me encontraba sin poder apartar mi vista de ellos, sin entender muy bien por qué, pues no era nada del otro mundo, aunque si que era curioso que mi asistente conociera a un chico en un país al que nunca había venido. Considero por un momento la posibilidad de que fuera algún amigo, tal vez algún conocido que por casualidades de la vida se había encontrado aquí, y mientras los observo charlar, aún sin ser detectado por ellos, logro ver algo que me deja más confundido de lo que ya estaba. En cierto momento, el chico frente a Álvarez estira su mano hacia él, y con los nudillos de su mano, acaricia suavemente la barba de Álvarez, aunque solamente por unos segundos, pues luego vuelve a posar su mano sobre la mesa. Yo frunzo el ceño, sintiendo cómo una especie de molestia extraña me invade, pues no entendía la situación que estaba viendo, no entendía quién era ese chico, ni por qué se estaba tomando ese tipo de confianzas con Álvarez, y ahora que lo pienso, tampoco entendía por qué mi asistente se encontraba desayunando aquí con él, en lugar de haberme avisado a mí que vendría a desayunar y tal vez decirme que viniera con él, o al menos avisarme dónde iba a estar. Álvarez venía conmigo, era mi asistente, trabajaba para mí, y no le veía el sentido al hecho de que estuviera desayunando y charlando a saber con quién, cuando debería de estar disponible para mí, en todo momento, pues para eso lo había traído a este viaje, no para que estuviera en una especie de cita extraña con un desconocido, el cual se encontraba ahora un poco más cerca de mi asistente. Decido poner fin a la situación, a lo que fuera que estuviera pasando, levantandome de la mesa y decidido a dirigirme hacia ellos y a llevarme a Álvarez a otro lado, y justo en ese momento, un camarero llega a mi mesa, quien comienza a darme la bienvenida para después entregarme el menú, pero yo lo ignoro completamente, dirigiendome hacia mi asistente y su acompañante.

¿Solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora