Perdón | 122

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Narra Brian

Me estaciono a unos metros de la casa de mis padres. Dudo al bajarme del vehículo, pero, como me lo ha prestado Corey, no quiero tardarme mucho en regresar.

Esta es la segunda etapa de mi nuevo comienzo. Algo que también debí haber hecho hace mucho tiempo: visitar a mis padres para recuperar todas las cosas que no me pude llevar cuando me sacaron de la casa.

Corté comunicación por completo con ellos. Así que no sé nada de lo que ha pasado.

Me pregunto si mi padre todavía me odia...

Salgo del coche y guardo las llaves en mi chamarra de cuero. Camino hasta llegar a la puerta principal.

Unos minutos después de haber tocado la puerta, Susan Haner me recibe. La sonrisa que se crea en su rostro me hace sentir un vuelco en mi estómago.

—Hijo, qué bueno que viniste —dice con cariño, abrazándome con fuerza—. Creí que nunca te volvería a ver.

—Sólo he venido por mis cosas, mamá.

—Es cierto. —Da un paso hacia atrás—. Todo está en tu habitación. No he tocado nada.

Asiento a modo de respuesta y camino escaleras arriba hasta mi cuarto. Una vez dentro, me encierro para revisar todas mis pertenencias en privado.

Me parece extraño recibir afecto por parte de una mujer que ni si quiera metió las manos cuando prácticamente fui dejado a mi suerte en la calle. Creí que alguno de ellos me contactaría, pero al pasar un par de semanas dejé de esperar algo de ellos. Simplemente bloquee sus números y traté de seguir con mi vida.

Jamás dimensioné que no sólo estaba dejando atrás a mi familia. También a todo lo que se encuentra en esta habitación; todo lo que solía definir quién soy.

Lo único que pude agarrar fue una pequeña mochila con artículos personales y mi guitarra eléctrica color azul metálico.

Tal como dijo mi mamá, el resto de mis guitarras siguen intactas dentro de sus fundas llenas de polvo.

Saco la primera guitarra que me compraron. Es acústica. No me sorprende que tenga un par de cuerdas rotas y el resto estén demasiado maltratadas. La coloco de vuelta dentro de su funda para revisar las otras dos guitarras. Las cuerdas de la eléctrica han sobrevivido, sólo están oxidadas. La que se encuentra en mejores condiciones es mi guitarra electroacústica.

En realidad, esta es la que más solía utilizar. Especialmente durante mi adolescencia.

Me acomodo en el piso para afinarla, esperando que ninguna cuerda se rompa con cada giro. Afortunadamente, logro mi cometido sin problema alguno. Pronto me encuentro tocando acordes al azar, considerando cuál canción debería tocar por primera vez después de mucho tiempo.

No llego a respuesta alguna, pues mis ojos miran con curiosidad dentro de las cuatro paredes, haciéndome recordar por qué estoy aquí.

Guardo todas las guitarras. Me cuelgo dos de ellas, una en cada hombro, y salgo de la propiedad para guardarlas en el coche.

Regreso a mi cuarto, agradeciendo que Susan se encuentra muy ocupada en la cocina para darse cuenta de mi movimiento.

Busco con desesperación mochilas viejas que pudieran contener cosas importantes. Llevo varias libretas usadas y sin usar entre mis brazos junto con una mochila y la guitarra faltante. Así concluyo mi segundo viaje hacia el coche y de vuelta a mi antigua casa.

Estoy por subir las escaleras de nuevo cuando un fuerte olor a hotcakes llena mis pulmones.

¿De verdad cree que puede comprarme con unos hotcakes?
Pues sí. Mi mamá me conoce muy bien.

No(,) te necesito | 𝘚𝘺𝘯𝘢𝘤𝘬𝘺 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora