Sólo eso | 13

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Narra Brian


Termino de impartir la última clase del día y espero a que todos los estudiantes salgan del salón para repasar por última vez lo que le quiero decir a quien alguna vez consideré mi mejor alumno.

Saco una caja cuadrada de madera de mi mochila y la coloco sobre el escritorio frente a mí.
Retiro la tapa previamente asegurada. Dentro de encuentran algunos paquetes de cuerdas para guitarra y una toalla para manos blanca que envuelve unos anteojos.

Suspiro.

Es tiempo de tragarme mi orgullo y dejar de actuar como un completo idiota.

Tapo la caja una vez más antes de salir del silencioso cuarto.
Camino hacia la entrada de la institución.
Contrario a mis planes, encuentro no necesario esperar a que la persona de mi interés llegue, pues ya se encuentra hablando con una chica de cabello rizado.

Bien, creo que debo aceptar que mi plan no es el mejor.
Aún ahora es algo arriesgado el hablar con Lovatt a solas dentro de la escuela de música.

Agacho la cabeza y me doy la vuelta, esperando que pasen de largo sin prestarme atención.

Intento no levantar la vista y posarla en su espalda tras escuchar sus pasos alejarse, concentro mi mirada en el par de colibríes tallados sobre la madera.

Mi mandíbula se tensa al procesar lo que me está ocurriendo.
Yo, Brian Haner, soy un cobarde.

—¡Boo! —alguien dice a mi oído, colocando sus manos sobre mis hombros de inmediato.

Pongo los ojos en blanco.
—Matt, ya sabes que no me asusto tan fácilmente —respondo con cierto fastidio mientras giro mi rostro.

Sin embargo, la persona que pretendió darme un susto no es mi amigo de cabello claro.
Para mi buena –o mala fortuna–, se trata de Zachary.
Sonrío de inmediato, notando que nuestros rostros están demasiado cerca hasta segundos después.

Doy un paso atrás y aclaro la garganta, tratando de mantener la compostura al escuchar a Matthew y James reírse a la lejanía.

—El lugar donde trabajas es muy bonito —comenta Zacky con una amplia sonrisa. Él mira alrededor nuestro con cierto asombro mientras yo bajo la caja con el fin de restarle importancia y evitar que pregunten al respecto.

—¿Qué hacen aquí? —pregunto, viendo a mis amigos por encima del hombro de Baker.

—Queríamos darte una sorpresa. Invitaron a James a una fiesta y pensamos que querrías ir —explica Matt con calma mientras ambos se acercan.

Miro a Zacky una vez más. Pensé que a él no le gustaba asistir a ese tipo de eventos.

—Técnicamente tuvimos que arrastrarlo para que dejara de ser antisocial —añade Sullivan con una risa, deteniéndose a la par del joven de ojos verdes que aún observa cada detalle del colegio.

—¿Seguro que quieres ir? —le pregunto, interrumpiendo su hilo de pensamientos.

Mi compañero de vivienda me voltea a ver y, con sinceridad, dice—: Claro. Hace mucho que no voy a alguna fiesta.

Miro de nuevo a mis viejos amigos con cierta molestia. Es obvio que él no quiere ir, pero al parecer eso no le importa a alguien más que a mí.

Finalmente, cedo.
Los cuatro salimos del lugar y subimos al auto de Sanders.

Como aún es algo temprano, pasamos a comer hamburguesas.
Mientras nuestra orden está lista no puedo evitar pensar en la mejor forma de regresarle sus lentes a Kevin.
Para mi fortuna, ninguno de los chicos nota mi completa desatención a lo que están diciendo.

Comemos con calma y, una vez que hemos terminado, regresamos al coche para dirigirnos al lugar de la fiesta.

Llegamos a una casa al centro de la ciudad después de caminar desde el lugar más cercano en el que Matt se pudo estacionar.

—Yo seré el conductor designado —digo con firmeza, observando las caras de incredulidad y felicidad de Matt y Jimmy.

—¿Estás bromeando? —cuestiona el de ojos azules, arqueando una ceja.

—No —digo con una risa—, es en serio. Diviértanse.

Ellos chocan las palmas de sus manos y aceleran el paso hacia la casa.
Estoy a punto de seguirlos, pero recuerdo que esta vez tenemos un acompañante.

Miro a mi izquierda, notando que se ha quedado un poco atrás.

—Hey, Zac —llamo tras darme la vuelta.

Él levanta la vista, la sonrisa que tenía antes ahora oculta tras un semblante serio.
—¿Sí?

—En cuanto te quieras ir, me dices —pido con preocupación—. Te juro que no será una molestia ni para mí ni para mis amigos.

Zacky asiente y me agradece en un susurro.

—Vamos —dice, señalando la casa de donde proviene la música con un sutil movimiento de cabeza.

Entramos al lugar lleno de gente.
Intento encontrar a alguna persona conocida, pero no tengo éxito.
En la sala sólo hay un grupo de jóvenes jugando botella y en el comedor otro montón de gente entreteniéndose con un juego de beer pong.

Logro ver una puerta de cristal al otro lado de donde nos encontramos.
—Espérame afuera, iré por algo de tomar.

—¿Mejor solo papas? —pregunta Zacky con ojos llenos de ternura.

—Está bien —accedo con una sonrisa.

Nos separamos.
Aunque trato de no tardar mucho en mi búsqueda de tazones con botana, para cuando lo veo en el jardín trasero ya se encuentra en compañía de dos chicas que le ofrecen probar de sus bebidas.

Puedo notar la incomodidad en el rostro de mi amigo; así que, en lugar de llegar con mi usual actitud en las fiestas, decido alejar a Baker de ellas.

—¡¿Zac?! —exclamo fingiendo sorpresa— ¡Amigo, hace mucho que no te veo! —añado mientras camino hacia él.

Zacky levanta el rostro en mi dirección. Sus irises verdes muestran una mezcla de confusión y gratitud.

Coloco mi mano en su hombro derecho y después me dirijo a las jóvenes– Disculpen, lindas. Tengo que ponerme al tanto con él.

Ellas me sonríen de manera forzada.
La más alta lo mira de nuevo con picardía— Si te quieres divertir un rato, estaré por la piscina.

Miro al cielo con molestia antes de negar con la cabeza y jalar gentilmente a mi amigo lo más lejos de la gente posible.
Le ofrezco el tazón con papas mientras busco a Matthew y a James en el jardín.

Logro encontrarlos al borde de la alberca charlando con las muchachas que acabo de ahuyentar.
Entonces, el sonido de Zacky comiendo las crujientes papas cesa.

Después de dudarlo algunos segundos, pregunta—: ¿Qué hay con la chica que se alejaba de ti cuando intenté asustarte?

Siento su curiosa mirada sobre mí, pero no me atrevo a girar el rostro.

Justo como él lo hizo, me tomo el tiempo necesario antes de responder.
—Era mi alumna. Ya sabes, la historia cliché de un amor imposible —miento a medias, deseando tener un poco de alcohol en mi sistema para poder sobrellevar esta plática.

—Ah, entiendo —responde y, contrario a lo que esperaba, no añade algo más.

Tal vez sea eso lo que me agrada de Zacky; que sabe cuándo dejar de preguntar, cuándo dejar de insistir respecto a un tema.

Sí, sólo eso.

No(,) te necesito | 𝘚𝘺𝘯𝘢𝘤𝘬𝘺 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora