Becca no pudo evitar dar un último vistazo detrás de ella, su mano, esa que Chris quiso tomar y ella no le permitió, hormigueaba como reclamando el que se le haya arrebatado el poder sentir esa corriente eléctrica que causa el toque del rubio. Una sonrisa triste se formó en los labios de Becca, cuando vio la manera en que Amaia se lanzaba a los brazos de su padre mientras le mostraba su dibujo y el agrado con el que Chris le recibía, estrujó su corazón. Entonces las palabras que Chris había dicho, hacían eco en su mente:
"Yo aún lo quiero Becc, quiero que seamos una familia"
Sus ojos empezaron a llenarse y tuvo que respirar hondo para apresurarse y alejarse de aquel lugar antes de que Chris descubriera que aún seguía ahí.
Dolía, dolía muchísimo amarlo, dolía añorar eso que él decía también querer, dolía no poder ser egoísta, no poder irse en contra de los valores que su padres habían inculcado en ella, dolía hacer lo correcto.
Ese domingo, Becca llegó a su departamento con un plan muy poco atractivo, se dedicaría hacer limpieza extrema, tal vez cambiar el lugar de los muebles de la sala y si no quedaba lo suficientemente agotada exploraría alguna serie en Netflix, pero todo quedó en un supuesto, pues a penas atravesó la puerta ese molesto dolor de cabeza que en estos últimos meses le aquejaba, nubló por instantes su vista, la molestia crecía con el aturdidor pitido en su oído, haciéndole perder el equilibrio y cambiando todos sus planes.
¡Al demonio con la limpieza extrema!, lo más sensato era tomar una siesta reparadora y luego despertar, pedir un domicilio sabroso para disfrutar de una película de comedia y tal vez revisar algo de trabajo.
Fue directo hasta su habitación, se quitó la chaqueta y los zapatos, desabotonó su pantalón y se acostó de medio lado, así sin destender la cama o cambiarse siquiera. Tuvo la intención de revisar su móvil, pero ni siquiera logró desbloquearlo, cayó en un sueño tan profundo, un estado de completa inconsciencia.
El constante tintineo, la hizo parpadear, con dificultad abrió los ojos sintiéndose descolocada, entumecida y muy adolorida. Y de nuevo el insistente ruido, que en cuanto se estiró y agudizó su oído, reconoció como el timbre de su apartamento.
Quien quiera que fuese, estaba acabando con sus nervios, pues tocaba con tal intensidad, que hasta llegó a pensar que se trataba de una emergencia.
Preocupada y aún algo adormilada, hizo aún lado las cobijas que le abrigaban, se puso de pie tan rápido que por unos segundos creyó perdería el equilibrio, sin embargo eso no la detuvo de aunque, dando tumbos, correr a la puerta, en la que ni siquiera preguntó quién era el insistente visitante, solo la abrió con desespero para encontrarse con Darla y Kassey que cargaban unas carpetas y muestrarios en sus manos mientras presionaban el timbre sin clemencia.
Ambas dejaron salir un jadeo de asombro al ver el aspecto de Becca.
- No me lo tomen a mal, pero ¿qué hacen aquí?
Ambas se miraron entre sí confundidas.
- Hum... ¿cumplimos con nuestro trabajo? - el tono divertido que uso Darla, le hizo sonreír, seguramente recordaron que estaría sola y vinieron a hacerle compañía.
- Entren ya... - con un gesto de cabeza las animo a que pasaran para cerrar la puerta - si no han almorzado aún, ¿les parece si pedimos pollo frito,? yo invito.
- Apenas son las 10 de la mañana - soltó Kassey.
Becca frunció el ceño, eso no era posible, se dirigía a su habitación por su celular aún confundida, pero alcanzó a verlo sobre el mesón del desayunador. ¿cómo llegó allí?. Lo tomó enseguida y sus ojos se abrieron con sorpresa, era cierto, eran las 10 de la mañana, pero no del domingo sino de lunes. Se dio un vistazo rápido y constató estar enfundada en su pijama, ¿pero cómo era eso posible?, ¿en qué momento se cambió?, ¡Oh por Dios!, había olvidado llamar a Amaia, sus dedos se movieron rápido por la pantalla del móvil, debía preguntarle a Chris cómo está Amaia, seguro molesta o decepcionada por haber fallado a su promesa, pero en cuanto abrió el chat con el rubio, se podía ver las fotos que él le había enviado y que ella había contestado a más del registro de una videollamada hecha a las ocho de la noche anterior con una duración de 15 minutos.
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Where we belong
Short StorySinopsis Por un malentendido preferí escapar a luchar por decir la verdad, él no quería escucharme, en ese momento me odiaba, sin importarle cuánto le decía que la situación no era como él la veía, pero no me escuchó, así que sólo hice mis maletas y...