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Las carcajadas eran incontenibles, los tres estaban tan felices. Primero el éxito de Amaia en sus exámenes y luego la memorable victoria del equipo de Chris el sábado. Es que ya era sabido la calidad y efectividad de Evans en el campo, no por nada el año pasado se había hecho con el mayor galardón de la liga, pero esta vez se lució aún más. Sus lecturas del equipo contrario fueron completamente acertadas, parecía tener algún tipo de telepatía pues le fue fácil descubrir cada táctica de ataque y rompió con facilidad cada estrategia de defensa de su oponente. Se tomó la libertad de cambiar las indicaciones de su entrenador en dos ocasiones logrando jugadas perfectas que dieron como resultado una avanzada limpia, aunque los del otro equipo lo hubieran intentado, jamás se hubieran imaginado tal cambio de jugada de manera tan rápida e inesperada. Y en la segunda ocasión les parecía que la propuesta era tan predecible que no la creyeron viable, pensaron que estaban fanfarroneando hasta que vieron como los Patriots anotaban en su campo.

Los "poderes" del Katsudon parecía haber surtido efecto. Los había llenado de suerte.

Becca, Amaia y Scott quedaron casi disfónicos de tanto que gritaron al alentar a Chris. Recibieron abrazos de emoción de personas que en su vida habían visto, pero que sentían la misma felicidad de ellos al ver a su equipo triunfar. Fue toda una experiencia. Explotaban de algarabía.

Y todo aquello los había motivado a tener un domingo sólo para los tres. Querían disfrutar, celebrar, querían pasarlo en familia. Hicieron varias actividades entretenidas que los mantuvieron sonrientes, risueños y a eso le sumaban el incidente que habían vivido hace unas horas en el parque de diversiones.

- Cuando me di cuenta, sólo pude reírme, me siento una mala persona, pero es que fue inevitable.

- Fue muy gracioso. - coincide Amaia aún riendo.

Becca se limpia las lágrimas, ha reído tanto y tan libremente que hasta lágrimas le salieron, su rostro estaba completamente rojo, quería parar, pero en cuanto lo intentaba las imágenes volvían a su mente y la risa se volvía incontenible y era tan contagiosa que Amaia y Chris volvían a reír con ella.

Estaban cansados, tanta diversión les había dejado sin energía y con mucha hambre, por eso habían decidido pasar por comida rápida y comer en el penthouse de Chris ya que a pesar de ser domingo pasarían la noche allí. Ya mañana madrugarían para llevar a la pequeña a su escuela.

Becca volvió a carcajear sin razón aparente, su risa le causaba espasmos y tuvo que sostenerse de Chris para calmarse, él feliz la ayudaba.

- Amo verte tan feliz. - le susurró y se dieron una mirada de complicidad.

El trío logró calmarse y Amaia tomó la palabra describiendo la sensación tan aterradora pero a la vez satisfactoria que sintió en el último de los juegos mecánicos, las risas fueron reemplazadas por las sonrisas y las miradas cómplices. De pronto, todo eso terminó, la felicidad se transformó en sorpresa cuando las puertas del ascensor se abrieron.

Apenas habían dado dos pasos, la alegre decoración llamó su atención y antes de que alguno pudiera pronunciar palabra alguna escucharon el escandaloso grito de la mujer.

- Sí, mil veces sí!! Claro que acepto!

Todo paso muy rápido, Leslie lucia una sonrisa gigante y sus ojos estaban cristalizados, las decoraciones festivas estaban por toda la estancia, serpentinas, globos, letreros y en la mesa de centro una cubeta con una botella de champán dentro y junto a esta, dos copas adornadas. Sr. Sra. Se podía leer en las etiquetas.

- Les.. ¿qué...... qué haces aquí?, ¿qué es todo esto? - Chris estaba completamente desconcertado y confundido.

- Sé que probablemente arruiné tus planes y la sorpresa que seguramente querías darme, pero encontré el anillo en la chaqueta y no pude resistirme, tenía que venir y decirte que acepto casarme contigo, que acepto ser tu esposa y pasar el resto de mi vida contigo.

Where we belongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora