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Becca abrió sus ojos como platos al sentir el contacto, en algún momento dentro de esos breves segundos pensó que tal vez se quedó dormida, que todo era un sueño. Pero la sensación era demasiado real, como lo era el hombre que presionaba sus labios. Llevó sus manos a las muñecas del rubio, no supo bien si con la intención de detenerlo o aferrarse a él.

Chris apenas y se separó unos milímetros al sentir la presión en sus extremidades, aún sostenía el rostro de Becca y ella lo sujetaba fuerte, ambos se miraron a los ojos en silencio, con el corazón acelerado, dieron una rápida mirada a los labios ajenos y de regreso a los ojos. Esos ojos que habían escudriñado el alma del otro, que habían sido la puerta de su corazón, que ahora decían tanto sin palabras. El silencio los envolvió y ese magnetismo que parecía atraerlos, terminó funcionando los una vez más cuando Chris aprisionó de nueva cuenta los labios de Becca con los suyos, esta vez haciéndolo un beso más real, más completo y no sólo una presión de labios. Una de sus manos se posó en la nuca de Becca y se enredó en aquel lacio cabello, mientras que la otra descendió hasta la cintura de la joven, como para asegurarse que ella no escapara o que no rompiera el contacto. Becca en cambio, rendida deslizó sus manos hacia abajo hasta quedar enganchadas en los costados del suéter de Chris. Mientras se dejaba llevar por el dulce contacto de sus labios, mismo que correspondió.

Era un beso armonioso, sin prisas, dulce, suave, como si a través de el intentaran descubrirse, reconocerse. Como si buscaran comprobar alguna teoría, como si quisieran saciar dudas. Ambos se vieron invadidos por
una especie de corriente que los recorría enteros, una sensación que tenía una extraña mezcla de emoción, de adrenalina, pero también de calma y calidez, de paz, un sentido de hogar. El mundo parecía haberse detenido, sólo existían ellos dos flotando en algún agujero negro sin fin, y eso parecía no molestarles. El beso empezó a profundizarse, como pudo, Chris giro a ambos dejando a Becca acorralada entre el y el mesón de la cocina, imponiendo su estatura sobre la joven.

A lo lejos parecía escucharse un sonido agudo, que ninguno podía o quería identificar, porque hacerlo significaría detenerse. Salirse de la burbuja que habían formado y que los mantenía alejados de la realidad, sólo envueltos en el anhelo. Aquel sonido se volvió insistente, más rápido, más agudo y más claro. Era el timbre del apartamento que al sonar de manera tan repetitiva, los bajo de su nube de ensoñación.

- El timbre - murmuró Becca aún embriagada por la situación, por los escasos milímetros entre ambos rostros.

- Aja - fue lo único que Chris pudo articular.

El sonido repicó una vez más de forma aún más insistente.

- El timbre! - Está vez Becca gritó y de un salto se apartó de Chris, aunque eso provocara que se golpeara la espalda baja con el mesón. Chris buscó la mirada de Becca, pero ella prácticamente huyó hacia la puerta acomodándose el suéter y sobando su espalda. Como por inercia la diseñadora se pasó las manos por su cabello peinándolo y aclaró su garganta antes de abrir. Y aunque el timbre seguía sonando, los oídos de Becca se llenaron sólo con el abombante resonar de su corazón palpitante, que bien podía estar anunciando un colapso por la fuerza y velocidad con el que latía.

- Nancy, hola - sus labios temblaron al mostrar una sonrisa nerviosa, como si fuera una niña pequeña que ha sido atrapada haciendo la peor y más grande de las travesuras. La mujer que sostenía a Amaia por los hombros sólo la miró divertida - Hola sole mio. Hola Travis, hola Taylor.

- Mamma - la pequeña se abrazó a su madre en forma de saludo, pero volvió a juntarse a los mellizos que también devolvieron el saludo de Becca.

- Lamento haberte hecho esperar.

- Despreocúpate - Nancy extendió la mochila de Amaia hacia Becca, la diseñadora tomó la asa con una mano - este trío, hicieron una carrera a ver quien llegaba primero hasta la puerta, rogué porque no quemaran el timbre.

Where we belongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora