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Aquel pequeño "secreto" que ambos guardaban los llenaba de una energía diferente, su actitud y humor estaban pasando por el mejor momento, tatareaban sin razón aparente y la sonrisa jamás abandonaba sus rostros.

Para quienes los rodeaban era claro que algo había cambiado, tanta luminosidad y positivismo en ellos era poco común y no que normalmente fueran amargados, pero se podía sentir la diferencia con tan sólo verlos, sus rostros resplandecían en felicidad, sus ojos brillaban con picardía, parecían personajes sacados de Andalasia, donde todo es paz, felicidad y amor.

Era normal que cuando se vieran, se miraran sonrojados, como un par de adolescentes avergonzados de admitir que se gustan. Estaban siendo muy cuidadosos con sus muestras de cariño, pero habían ocasiones que era inevitable que se buscaran el uno al otro ya sea con una caricia, una mirada, un abrazo, un guiño, un beso.

Disimulaban a la perfección frente a su hija, que sin bien es cierto no los había cachado en ningún comportamiento fuera de lo común o que no hubiera visto antes, si sentía el aura diferente en el ambiente cada que compartían tiempo o espacio lo tres juntos. No importa el lugar en el que se encontraran, actuaban con una familiaridad y confianza que llenaba de felicidad y seguridad a Amaia. De vez en cuando se escondía, para espiarlos, para poder observar más detenidamente sus interacciones, amaba verlos cocinar juntos, ahora era usual verlos reír mientras hacían cualquier actividad, varias veces los vio susurrándose cosas y también vio a su madre golpear el brazo, pecho o abdomen de su padre, no de manera brusca sino más bien con complicidad.

Era el momento de la felicidad.

Los días van pasando y todo parece estar resultando muy bien en todo sentido, Becca ha logrado un gran avance en su trabajo cumpliendo con los tiempos planificados, el material llega a tiempo y el personal que contrató para montarlo todo, está haciendo un gran trabajo.

Ella casi ya no pasa en la oficina, está muy pendiente de que sus diseños se ejecuten a la perfección, por eso prefiere supervisar personalmente. Ha tenido unas cuantas reuniones con los hombres que la trajeron hasta Boston y ya están discutiendo la posibilidad de que se encargue de re decorar un nuevo espacio, esta vez son oficinas cada una con un concepto diferente.

Trabaja en sus bocetos con mucha energía y alegría, tanto su asistente como la pasante disfrutan de la buena onda de la diseñadora y se van volviendo más cercanas, ya no son sólo colaboradoras laborales, se van convirtiendo en amigas, cosa que le sienta perfecto a Becca, ya que quitando a Shanna y Scott, no tenía amigos, no precisamente alguien con quien pudiera contar o se sintiera cómoda. Claro que en años pasados ella tenía su grupo de amistad, un círculo conformado por amigos de Chris y de ella misma en sus años de secundaria y universidad, pero perdió el contacto con ellos y le abrumaba el hecho de que un re encuentro con ellos se de más por el morbo y la curiosidad que puedan tener en torno a la "relación" entre ella y el quarterback de los Patriots, que la necesidad sincera de reconectar como amigos. Y es ahí cuando añoraba a Pietro, a Fiore, a Gian, y sí, a Antonella, porque muy a pesar del impasse que pudieron tener en Milán, Anto, había sido fundamental para su estabilidad emocional, la había querido y ayudado desde el segundo uno en que se conocieron, jamás la juzgó, Anto la había acogido como a una hermana, siempre estuvo para ella sin importar la hora o el momento, aunque en más de una ocasión eso haya significado sacrificar un buen polvo con un hombre que parecía haber salido del mismísimo Olimpo, Anto era Pietro, en versión mujer, incondicional hasta la muerte y Becca estaba consiente que era más lo que debía agradecerle, que lo que podía reprocharle.

La felicidad que ahora sentía por esta nueva etapa o intento con Chris, necesitaba compartirla con alguien, y de momento las pequeñas dudas que aún rondaban su mente le impedía abrirse con Shanna o Scott, porque obviamente no quería ponerlos en una situación engorrosa, y es que no es fácil hablarle a tu mejor amiga lo que te sucede con su hermano, sea para bien o para mal y más aún cuando aún lo están descubriendo.

Where we belongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora