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- ¿Todo bien Chris? - A Becca le sorprendía y le intrigaba que el rubio le llamara tan temprano, pero no quería que él lo malinterpretara y por eso intentó sonar lo menos acusadora posible.

- Hum... sí, sí.... Estamos... casi listos... de no ser por un pequeño detalle...

- ¿Qué sucede?, ¿Amaia está bien?

- Chris no sabe peinar mamma... - la voz inconforme de la pequeña rubia se oyó a través de la bocina, haciendo sonreír a Becca.

- ¡Hey!, estoy intentando, pero la coleta...

- Esto ni siquiera es una coleta..

- No estoy muy lejos, paso por ustedes... - Becca aguantó una carcajada para asegurarle a Chris que todo tenía solución.

Amaia tenía razón, ese extraño atado, no era una coleta. Becca desenredó el cabello de su hija y lo ató en una coleta alta, mientras le mostraba la forma de hacerlo a Chris.

- Así que para eso servía esa barra, ¿eh?

- Te lo dije, pero no quisiste escucharme.

- Se parece a una goma en barra, temía pegotearte todo el cabello para luego verme obligado a raparte la cabeza.

Los ojos de Amaia se abrieron como platos del susto y ambos progenitores rieron.

- Bueno ya, que se les hace tarde.

Esa mismo día, por la noche, cuando Becca terminó su jornada laboral, fue al departamento de Chris. Ambos habían acordado que ella bañaría las noches a su hija, oh bueno, le supervisaría y de paso compartían la cena los tres juntos.

- ¿Cómo es que puede lucir tan dulce y apacible cuando duerme y ser un volcán en actividad cuando está despierta?

Becca carcajeó ante la descripción que Chris daba de Amaia, cuando ambos abandonaban la habitación de la pequeña. Él la miró casi ofendido, pero terminó riendo con ella.

- Es mas difícil de lo que imaginé - confesó soltando un suspiro mientras evitaba mirar a Becca.

La diseñadora le palmeó la espalda - Ya encontrarás tu forma.... Sólo no te presiones.

A pesar del voto de confianza y los ánimos que Beca le brindaba, organizarse para tener a Amaia con él, le seguía resultando complicado, sobre todo por los cambios en los horarios de los entrenamientos. Chris quería demostrarle a Becca que podía confiar en él y que no siempre necesitaría de alguien más para sacarlo de apuros. Pero entre el cansancio por sus entrenamientos, las cosas que debía preparar para su hija, la comida, los materiales escolares que pedían entre semana, la inmensa lista de actividades de Amaia, la distancia entre los lugares a los que debía llevarla y el campo de entrenamiento. El tiempo y las fuerzas no le alcanzaban y terminaba pidiendo ayuda a sus padres, hermanos, a Brenda e incluso con mayor frecuencia a la propia Becca.

A penas y habían pasado dos semanas y Chris sentía que al menos seis meses de su vida habían transcurrido. Había aprendido bastante, su más grande lección probablemente era el aceptar dos realidades importantes, 1) no importa cuánto lo intentara, él no iba a poder peinar a Amaia de la forma hermosa y prolija que Becca lo hacía, por eso optó por comprar cintillos, diademas, lazos, gorros y sombreros para adornar el cabello de su hija, bien bañada y con el cabello bien cepillado, se vería muy presentable y 2) definitivamente no puede hacerlo todo solo, por eso contrató a una señora que se encarga de preparar la alimentación de ambos, siguiendo la estricta dieta que el nutricionista del atleta proporcionaba para él y las indicaciones y recomendaciones de Becca para Amaia, y aunque tener ese par de cosas cubiertas le eran de ayuda, aún no se sentía completamente confiado. Su hija era una niña sorprendente, un estuche lleno de monerías, cada día salía con una nueva ocurrencia que lo hacía descoserse de la risa, pero también lo inquietaba y a menudo le hacía pensar de más sobre cuan preparado estaba para cuidar de ella y que tan beneficioso resultaría para el desarrollo de la nena. Y es que Amaia, no es como los demás niños, su capacidad de análisis, su determinación y carácter, su facilidad para expresarse y esa habilidad aterradora de siempre tener una respuesta rápida e inteligente, la convertían en un alma vieja que parecía estar más preparada para enfrentar el mundo que él.

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