Capítulo 86

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—¿Por qué estás aquí?

La vida de Mun Cheong-hyun que Kang Tae-hwa conocía se había detenido hace 10 años, en esos días en que su brillante presente como pianista y su exitoso futuro estaban garantizados. La pregunta de Kang Tae-hwa, que le recordaba su realidad caída, le hizo sentir una indescriptible humillación.

—¿Por qué tengo que verte en un lugar de mierda como este, eh?

Kang Tae-hwa estaba bloqueando la puerta. Era como una especie de edicto que indicaba que no se iría de allí hasta obtener una respuesta adecuada.

En una situación en la que no podía huir ni evadir, Cheong-hyun solo podía hacer una cosa: responder.

—Entré para ganar dinero.

No quería alardear sobre la narrativa de su desgracia que había caído sobre él. Al fin y al cabo, no era una buena historia... y solo añadiría más peso a la humillación que sentía en ese momento. Así que se limitó a mencionar brevemente su situación actual.

—Entonces, ¿por qué estás ganando dinero en un lugar como este, eh? Tenías algo en lo que eras bueno.

¿Era solo su imaginación? De repente... sintió un dolor sordo en su mano derecha.

Con una sonrisa cargada de autodesprecio, Cheong-hyun murmuró.

—Lo tenía. Ya no.

—¿Qué dijiste?

—Que ya no tengo nada en lo que sea bueno. ¿Contento?

—Eso no tiene sentido...

En lugar de añadir una explicación, Cheong-hyun levantó la mano y mostró una cicatriz. Kang Tae-hwa cerró la boca al verla. Parecía que finalmente entendía completamente las palabras de Cheong-hyun.

Mientras miraba fijamente la clara cicatriz en el dorso de la mano, Kang Tae-hwa dejó escapar una respiración nerviosa y se rascó el cabello. Lo que siguió fue silencio. Parecía que no tenía nada más que decir.

El silencio cayó. Era una quietud que hacía que la ya incómoda atmósfera se volviera aún más pesada.

Cheong-hyun, que no sentía la necesidad de seguir enfrentándose a Kang Tae-hwa, abrió la boca. Sin embargo, Kang Tae-hwa fue quien habló primero.

—¿Cuánto necesitas?

El tono, claramente más calmado que antes, hacía aún más difícil adivinar la intención de la pregunta. Cuando Cheong-hyun frunció el ceño en silencio, Kang Tae-hwa añadió.

—Es obvio que alguien que estaba viviendo bien y acaba trabajando en un lugar como este lo hace por una razón. ¿Cuánto es tu deuda?

Cheong-hyun se sorprendió por la exactitud de la suposición. Pero tenía razón. Las circunstancias de alguien que acaba en un lugar como este suelen ser bastante similares. De hecho, la mayoría de las mujeres que trabajaban allí habían pasado por un proceso similar al de Cheong-hyun.

—No importa cuánto sea, me haré cargo. Deja esto de inmediato y salgamos de aquí.

—¿Qué?

—Desde hace un rato te haces el que no entiende, maldita sea. Te pagaré toda la deuda. Así que sal de este maldito lugar.

Le pagará. Toda la deuda. No importa cuánto sea.

Le quitará ese lazo que ha destruido su vida y que lo ahoga.

No parecía que solo lo dijera por decir. Tampoco parecía que solo estuviera alardeando. Kang Tae-hwa realmente estaba dispuesto a pagar la deuda.

Era una oferta que debería haber recibido con alegría y agradecimiento. Pero en ese momento, todo lo que Cheong-hyun sintió fue una desconcertante incomodidad.

NarcisosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora