A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. Salmos 121:1-2
No te has cansado de intentar en tus propias fuerzas salir adelante y fallar en el intento?, Entonces, ¿Por qué no aceptas la ayuda de Dios?, ¿Qué es lo que evita que aceptes su mano extendida sobre ti?. Hay una cosa que te rehúsas a entender y es que Dios te está extendiendo su mano, por alguna razón o por simple orgullo quieres ignorar que necesitas su ayuda.
Has tratado por todos los medios de hacer las cosas a tu manera, sin embargo nada ha sido suficiente, mientras tanto Dios sigue con su mano extendida esperando el momento en el que por fin reconozcas que necesitas su ayuda, pues en esa situación solo Dios es capaz de dar una verdadera solución.
A veces en la vida vamos a intentar orgullosamente salir adelante con todo lo que tenemos, pero en ocasiones ni todo lo que tenemos, ni todas nuestras fuerzas o capacidad serán suficientes para salir adelante y es allí en donde queriendo o no tenemos que alzar nuestros ojos al cielo para darnos cuenta que Dios siempre estuvo con sus manos extendidas queriendo ayudar en aquello en lo que pensábamos no necesitarlo.
Hoy quiero invitarte a reconocer que necesitas la ayuda de Dios, que solo no puedes, que solo con su ayuda puedes salir adelante de todo eso que en este momento te atormenta, no puedes seguir siendo un orgulloso que no quiere reconocer su gran necesidad de Dios, es necesario que por una vez en tu vida saques de donde no tienes un poco de humildad para reconocer que necesitas la ayuda de Dios.
Cuando por fin reconozcas que realmente necesitas de Él y vuelvas a ver al cielo, observaras que DIOS QUIERE AYUDARTE y que Su mano Poderosa siempre estuvo allí esperando que aceptaras su ayuda.
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DEVOCIONALES!!!
SpiritualLa evidencia de que Jesus te ama es cierta, pero al final es tu decisión tomar, o no, su oferta!!! Cada día tenemos situaciones difíciles, en las que ya no aguantamos mas,que queremos tirar la toalla y creemos que no hay esperanzas... pero, hey! Dio...