capitulo 8

204 10 0
                                    

Britt se tumbó en el sofá con una copa y observó el tráfico en Pennsylvania Avenue. Desde su apartamento de gran altura podía ver la casa blanca a lo lejos. Se preguntó fugazmente cómo le estaría yendo a Santana, a continuación, quitó ese pensamiento de su mente. Esta noche no tenía que preocuparse por ella. Cogió el teléfono y marcó un número de memoria.- Este es el número 38.913- dijo mientras contesta una voz femenina. - Quiero confirmar mi disposición para esta noche- Esperó un momento, cuando se verificó su número de identificación de cliente. – Sí, a las once...- Vaciló mientras su busca sonó. - Un momento- añadió, al comprobar el número. Era de la Casa Blanca. - Voy a tener que volver a llamar. ¿Puede ser más adelante? Sí, mantenerlo abierto. Me encargaré del tiempo Gracias.Pasó la otra línea, manteniendo el codificador acoplado. – Pierce- dijo cuando el teléfono se recogió.- Comandante, es Sam. Siento molestarte, pero pensé que te gustaría que te llamaran- ¿Sam? -dijo con sorpresa. - ¿Qué estás haciendo ahí? ¿Qué está pasando?- Yo no debería estar aquí. Ella se ha ido, Comandante. Ellos la perdieron hace una hora. El comandante aquí no quería que nadie lo supiera, así que cuando se empezó a hacer tarde un amigo mío me llamó a escondidas.- Maldita sea- maldijo- ¿Quién más lo sabe?- Sólo el equipo de aquí dentro. Ellos no tienen ni idea de dónde buscar.Ella entendió su mensaje. – De acuerdo. No podemos llamar a nuestra gente, se supone que no debemos saber nada, hay unos pocos lugares que puedo comprobar. Escucha Sam, hay un club flotante que viaja alrededor de un lugar a otro por toda la ciudad. Muy de moda, sólo la gente que sabe tiene la dirección. Encuéntrala por mí. Te llamo en una hora.Ella interrumpió sus protestas. - No sé cómo va a encontrarla, pero estoy segura de que lo haráDos horas más tarde la llamó con la dirección. Britt llegó al club cerca de la medianoche. Había estado en todos los bares gay que conocía, y varios que a Sam se le había ocurrido. Era la víspera de Año Nuevo. Los bares estaban llenos de hombres y mujeres exuberantes en diversas etapas de intoxicación y desnudez. No la había encontrado. Por lo que sabía, Santana podía estar escondida en alguna cama con una amiga que no conocían. Britt esperaba.Era peor de lo que esperaba. De pared a pared personas, cuerpos empujándose, el humo que cuelga en las nubes por debajo de los focos tenues, el aire cargado de sexo y alcohol. Britt se abrió camino en las profundidades oscuras de la larga habitación, esperando que cada morena que veía fuera SantanaSantana la vio acercándose. Se puso de pie apoyándose en la pared del estrecho pasillo que conducía a habitaciones semi-privadas y habitaciones que las mujeres utilizaban para sexo rápido y frenético. Ella había estado observando a una joven arrogante con pantalones negros de cuero, tratando de impresionar a sus amigos con su valentía. Santana pensó que sería divertido jugar con ella. Siempre era muy satisfactorio para los marimachos, y ella hizo una apuesta con ella misma de podía conseguirlo. Estaba a punto de ir cuando vio a Britt. Vio su cabello por encima de las cabezas de las demás mujeres, caminaba a través de la multitud. Llevaba una cazadora, una camiseta negra, unos vaqueros descoloridos y botas, se veía muy natural, pero sin dudas era la mujer más sexy que había visto. Se movía con seguridad y gracia, ágil y potente, una cazadora en busca de su presa. Fue sólo la oscuridad de la sala lo que le dio la ventaja de Santana. Cuando Britt se acercó, el pulso de Santana se aceleró. Esta vez la presa tendría al cazador.Britt dio un paso a través del arco de la sala cuando comenzó la cuenta regresiva para la medianoche. La gente se estaba juntando a su alrededor, en busca de esa persona con la que querían empezar el año nuevo. Santana la cogió por el brazo y la obligó a quedarse contra la pared, presionándola contra ella, con las manos en la cintura de Britt. Britt quedo momentáneamente aturdida. Los suaves pechos de Santana estaban contra su pecho, su aliento caliente en el cuello de Britt, el muslo de Santana apretaba su entrepierna. Britt no había estado así de cerca con una mujer en un año y su cuerpo estaba reaccionando. Contuvo la respiración mientras sentía una punzada de deseo recorrer su cuerpo. Su clítoris al instante estaba hinchado, duro y húmedo- Feliz Año Nuevo, Comandante- susurró Santana en su oído, agarrando la cabeza de Britt y tirando de ella hacia abajo para besarla. Britt se quedó sin aliento por la sorpresa cuando Santana empezó a besarla, sus cuerpos se fundieron ante la presión de toda aquella multitudGimió cuando la lengua de Santana invadió su boca, haciendo que se excitara más. Britt le devolvió el beso a Santana, no podía evitarlo. Por un instante se olvidó de quién era o dónde estaba. Todo lo que sabía era que le martilleaba la cabeza, el dolor en su estómago, y el latido de su clítoris llevándola rápidamente hacia el clímax. Santana tocó la entrepierna de Britt- ¡Dios!- gimió Britt, retiró bruscamente su cabeza tanto que se golpeó contra la pared. Sus piernas temblaban. Tomó la mano de Santana, quitándola de su cuerpo. - ¡No, maldita sea! ¡Ya basta!- ¿Estás loca?- Exclamó Santana, su voz reflejaba toda su excitación. "Estas muy húmeda, lo puedo sentir a través de tus vaqueros. Estás a punto de llegar, ¡déjame que termine lo estás deseando!Ese momento fue todo lo que Britt necesitó para recuperar el control. Empujó a Santana hacia atrás, para evitar que se tocaran.- Quiero salir de aquí.Los ojos de Santana brillaron peligrosamente. Había estado a punto de humillarse. La humedad de Britt la había excitado, y había estado muy cerca de correrse. Todavía estaba excitada. - ¡Vete a la mierda, Agente Pierce!Mientras trataba de alejarse, Britt la agarró del brazo. - Sra. López, ¡por favor!- Déjame en paz. Nadie sabe que estoy aquí.- Lo sé.- Entonces, haz como si no estuviera- espetó Santana, tratando de escapar entre la multitud. No podía moverse rápidamente a través de la multitud de juerguistas, y Britt fue justo a su lado.- No puedo- dijo Britt con carácter definitivo.Santana se volvió hacia ella, con el cuerpo rígido por la furia. - Entonces haz tu trabajo, ¡pero permanece fuera de mi camino!Britt asintió con la cabeza, aceptando la ligera concesión. Dejó que Santana caminara por delante de ella, deseando que Sam trajera refuerzos. Lo mejor que podía hacer era permanecer cerca de Santana hasta que acabara la noche, y luego llamar a otro equipo.De esa forma se vio a si misma junto al teléfono de la recepción del Hotel Franklin a las dos de la mañana. - ¿Sam?- Sí, Comandante. Dime que la tienes, por favor.- Enviar dos de nuestro equipo, no de los de la Casa Blanca, al Hotel Franklin en la avenida. Voy a esperar hasta que lleguen. Está en la habitación 1302, y creo se quedará aquí toda la noche. Necesito alguien en la habitación de enfrente de la suya. He reservado un coche abajo, y Sam, mantén esto en secreto por el amor de Dios. Si la prensa de la Casa Blanca se entera de esto, estarán muy encima nuestro- ¿Alguna información de con quién está?- preguntó Sam vacilante.- No- dijo Britt con sequedad. Sólo que ella es joven, hermosa, y había seguido a Santana sin dudarlo cuando Santana se acercó a ella, le dio un beso a modo de presentación, y dijo: - Me voy. ¿Vienes?Britt la había seguido las pocas cuadras hasta el hotel a una distancia discreta, escondiéndose en las sombras cada vez que Santana se detenía a tocar y acariciar la piel de su conquista por debajo del vestido. Santana nunca miró en dirección a Britt, pero ella sabía que Britt estaba allí, observándola. Si esa seducción estaba destinada a enfadar a Britt, lo estaba consiguiendo, pero probablemente no por las razones que Santana esperaba. Britt estaba furiosa con el riesgo que Santana estaba tomando al coger a una extraña y registrarse en un hotel a pocas cuadras de la Casa Blanca. Era peligroso en más niveles de los que podía contar. Santana López era hermosa, brillante y con talento. Ella no necesitaba hacer eso. Era físicamente peligroso, un suicidio político, y deliberadamente autodestructivo. Britt estuvo a punto de terminar su pequeña cita, pero se recordó que Santana López tenía todo el derecho de hacer lo que estaba haciendo, y cualquier intento de intervención sólo lo haría más arriesgado. Lo último que había visto era a Santana apoya a su novia contra la puerta de su habitación mientras buscaba introducir su tarjeta en la cerradura detrás de ellas, besándola con una intensidad que se hizo eco en el cuerpo de Britt. La puerta se abrió de golpe y desapareció sin aliento en su interior.- Jefa, ¿sigues ahí?- La voz de Sam interrumpió sus recuerdos.- Sí- replicó ella, su voz llena de recuerdos- Alguien estará allí en cinco minutos.- Vale**********Britt estaba todavía furiosa cuando salió del ascensor en el vestíbulo frente a su apartamento. Se detuvo sorprendida al ver a una imponente rubia, dejó un libro y le sonrió- ¡Dios mío!- exclamó Britt. - ¡No quise decir que esperaras en el pasillo!Su visitante se levantó, deslizando el libro en una bolsa de cuero. - Lo sé, pero mi noche ya estaba planeada, y soy prudente. Sé que estoy presumiendo, me puedo ir si quieres. Tengo lectura para toda la noche- No- dijo Britt mientras abría la puerta. – Entra- Pulsó el interruptor de la luz. Se volvió hacia la mujer que entró tras ella. - Lo siento- No- dijo la rubia, tocando la mejilla de Britt ligeramente. Sintió el temblor y el calor. Conocía muy bien sus señales.- Lo necesitas- susurró con voz ronca. Sin esperar respuesta, empujó a Britt suavemente contra la puerta mientras desabrochaba los botones de los pantalones de Britt. Oyó como tragaba saliva y se le aceleraba la respiración, era un asentimiento sin palabras. Apoyó un brazo en la pared al lado de Britt y metió la mano en sus pantalones vaqueros.Britt agarró el pomo de la puerta para apoyarse, cerrando los ojos. Le dolía, desde el bar estaba excitada, y su cuerpo no se había calmado. El primer contacto era insoportable.-Oh, Dios- gimió, rogando por poder quedarse de pie. Las arremetidas eran seguras, dominantes, implacable, se oyó gemir. Se apoyó contra la pared, rígida mientras sentía la presión dentro de ella, sus caderas se movían buscando la mano- Me voy a correr- jadeó, apretando la mandíbula hasta que le dolió. Gritó cuando la explosión se propagó a través de ella, girando la cabeza de un lado a otro, sintiendo sus pulsaciones. Cuando se calmó le sorprendió que todavía pudiera estar en posición vertical.- Oh, Dio- jadeó sin aliento. - No me acostumbro a que eso suceda tan rápido.- No creo que sea por ti- se rió su compañera en voz baja, se alejó discretamente para que Britt pudiera recuperar la compostura. La excitación sin duda no tenía nada que ver con ella, sospechaba que sucedería más veces- ¿Quiénes tomar algo?- preguntó secamente Britt mientras abrochaba los botones de sus pantalones vaqueros. Le temblaban las manos.- Definitivamente me gustaría eso- dijo la rubia con una sonrisa.Britt se acercó a la barra y los sirvió unos tragos, luego se acomodó en el sofá delante de la ventanas. Se sentaron cerca en silencio en la oscuridad por unos momentos, cada una en sus propios pensamientos.- ¿Te molesta?- dijo Britt. - ¿La falta de reciprocidad?- Cuando su invitada no pudo responder, añadió en voz baja: - Lo siento. Eso fue inapropiado y no es asunto mío.- No, está bien- la respuesta fue suave. - No espero ninguna reciprocidad, y la mayoría de las veces no quieroEra el turno de que Britt callara. Después de tantas veces desde que la conocía, nunca habían hablado de nada personal. Nunca había querido saber. No tenía la menor idea de por qué estaba preguntando ahora.- Debes saber que esto es mi elección, y no hay absolutamente ningún abuso de los involucrados- agregó la mujer.Britt asintió con la cabeza, conocía todos los detalles de la operación, hasta la frecuencia con que todos los empleados tenían consultas médicas. Lo que ella no sabía era como eran, o lo que sentía. Ambas mantuvieron sus identidades y sus secretos, ocultos. Fue un acuerdo de negocios, uno con apariencia civilizada, y hasta ahora habían mantenido las dos- ¿Así que a veces te gustaría ser correspondida?- Preguntó Britt.- Sin duda, no solo tirarte a la cama- dijo su compañera respondió suavemente riendo- Yo no estoy preguntando..., no puedo tener...- Brittany luchaba con las palabras. Cómo podía explicar que ella no sentía ningún deseo de las mujeres, que la idea de querer a alguien la aterrorizaba. Era demasiado doloroso, tener a alguien cerca y luego perderla. Se tragó el dolor, luchando contra ese viejo dolor.La rubia puso una mano en su muslo. - Yo no te necesito para hacerme el amor. Si te hace sentir mejor, me gusta lo que hacemos. Muchísimo. Tal y como lo hacemosBritt asintió en aceptación, la colocó su bebida junto a ella en la mesa. Se puso de pie, extendiendo la mano.- Vamos a la habitación- dijo, esperando poder dormir.


HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora